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1 - Abiding Life Ministries International

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el pasado la satisfacción se derivaba de ella, permanentemente se defiende y justifica. Es, por<br />

supuesto, una paradoja, porque precisamente eso que se defiende, también en su momento<br />

causaba constante tristeza y desencuentro. El enemigo puede seguir trayendo tristeza a la vida<br />

en su lucha por transformar este punto de control en una porción considerable de terreno<br />

dominado y finalmente en un bastión o fortaleza. No obstante, dado que este tipo de creyente en<br />

particular ha rendido todo lo demás, el enemigo no siempre tiene éxito en afianzar algún punto<br />

de control, pero sí utiliza este aspecto no rendido para quitarle a la persona el esplendor de su<br />

andar con el Señor y privarlo de la experiencia del gozo pleno.<br />

Esto me hace pensar en una cabaña en las montañas, donde la paz y el silencio le otorgan<br />

a todo una belleza indescriptible, hasta el momento en que aparece un mosquito que vuela<br />

alrededor de mi cabeza, se posa en mi cuerpo, me pica y pone fin a mi descanso. ¡Toda la<br />

maravillosa grandeza de las imponentes montañas arruinada por un pequeño mosquito!<br />

Y así ocurre con esta “sola” cosa; a causa de su presencia acuciante, nunca nos permite<br />

disfrutar a pleno lo que Dios ha dado. Lo vemos en matrimonios donde el enemigo susurra: “Si<br />

aflojas, te tratará como a un trapo de piso”. “Si le demuestras amor ahora, lo único que vas a<br />

lograr es estimular esas conductas”. Los matrimonios que están sufriendo este engaño, cada uno<br />

defendiendo su posición, cada uno defendiendo su derecho a controlar, que están acostados en<br />

su cama negándose a ser el primero que extiende su mano para tocar al otro y rehusando<br />

comunicarse, están renunciando a la vida abundante. Sufren dolor y pérdida, porque no están<br />

dispuestos a rendirse totalmente.<br />

Cuando se trata de tomar la cruz y negar el residuo del yo, las mentiras podrán parecerse<br />

a lo que sigue: “Tienes que esperar que los otros mueran a su yo y permanezcan, antes de<br />

hacerlo tú”. “Si te niegas a ti mismo no serás feliz”. “El negarse a sí mismo conduce al abuso<br />

por parte de otros”. “Yo lo haré si mi esposo/esposa lo hace también”. Estos son engaños<br />

terribles, ya que si el Señor lo está llamando a usted a negarse a sí mismo, lo está llamando a<br />

una vida abundante. Desde el momento en que usted oyó el mensaje de la vida que permanece,<br />

usted debe ser el primero o la primera en negar a su yo y, en consecuencia, ser el primero o la<br />

primera en experimentar la bendición.<br />

Estas mentiras surgen de aquella que Pablo confronta en su carta a Filemón. El apóstol<br />

sabe que apelar al pasado de Onésimo para lograr su liberación es algo ridículo. Por lo tanto,<br />

hace su apelación sobre la base de la manera en que Pablo mismo trató a Filemón y al trato que<br />

Filemón ha recibido del Señor.<br />

Nunca podremos practicar la clase de perdón, amor, sumisión y respeto para con otros<br />

que el Señor demanda de nosotros si buscamos fundamentarlos en las actitudes o acciones de<br />

ellos. El Señor establece tales demandas sobre la base de la manera en que Él nos ha tratado a<br />

nosotros y no en virtud de cómo otros han procedido. Se nos ordena amar sobre la base de la<br />

intensidad con que Él nos ha amado. El solo pensamiento de que otro no merece ser amado a<br />

causa de su conducta es propio del infierno y demoníaco, y aquellos que así proceden son<br />

rebeldes dentro del reino de Dios. Debemos amar como Él nos amó, perder nuestra vida porque<br />

Él perdió la suya por nosotros, y renunciar a todo porque Él renunció a todo por nosotros. El<br />

renunciar a todo fue para Él causa de gozo. “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de<br />

la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se<br />

sentó a la diestra del trono de Dios” (He. 12.2).<br />

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