1 - Abiding Life Ministries International
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A menudo se emplea la ilustración del hombre que tenía dos perros, uno blanco y otro<br />
negro. Cuando le preguntaban cuál de los perros era el más fuerte, respondía: “Aquel al cual<br />
alimento, por supuesto”. La conclusión sería entonces que ahora que Cristo habita en nosotros,<br />
somos nosotros quienes tenemos la alternativa de alimentar la vida de Él y caminar en el<br />
Espíritu, o alimentar la vieja naturaleza o vida de Adán y caminar en la carne. La explicación es<br />
un intento por responder a la pregunta legítima: “Si mi antiguo yo ha muerto, ¿por qué aún lo<br />
siento?” El concepto de tener dos naturalezas o fuerzas opositoras morando en nosotros, aparte<br />
de contradecir las Escrituras, no es nada nuevo. Encontramos ese concepto en la mayoría de las<br />
religiones del mundo, muchas de las cuales son anteriores a la fe cristiana y de las cuales la más<br />
notable es el taoísmo, que contiene una enseñanza similar con respecto al yin y yang. Su<br />
símbolo de las fuerzas del bien y del mal en lucha una contra otra es un círculo conteniendo una<br />
figura blanca y otra negra en constante persecución mutua. Transfiriendo los conceptos de este<br />
símbolo al árbol que hemos mencionado, ¿qué obtendríamos? ¡El árbol del conocimiento del<br />
bien y del mal! Adán comió de ese árbol y los hombres siguen comiendo de él; por lo tanto no<br />
es sorprendente encontrar en la religión estos elementos que para el razonamiento humano<br />
tienen sentido.<br />
Muchos representan a la fe cristiana como originada también en ese árbol, vislumbrando<br />
a Dios como bueno y a Satanás como malo, y a la religión como centrada en la guerra<br />
permanente de estas dos fuerzas en pugna. La enseñanza que de allí surge es muy sencilla: esto<br />
es bueno, esto es malo; ¡haz el bien, no el mal! No obstante, la fe cristiana no tiene su origen en<br />
el árbol del cual toman su existencia todas las demás religiones; es el fruto del otro árbol que<br />
estaba en el Jardín, el árbol de la Vida, enraizado en la persona del Señor Jesucristo y<br />
fundamentado en algo mucho más profundo que una mera lucha entre el bien y el mal.<br />
En Juan 15 Jesús utiliza la ilustración de la vid y el pámpano; a partir de la naturaleza se<br />
hace totalmente claro que la vieja vida de un gajo injertado es reemplazada totalmente por la<br />
nueva vida que le provee la vid. No hay guerra entre vidas nuevas y viejas. Aun cuando el gajo<br />
pudiera recordar lo que se sentía al ser cortado y morir, está recibiendo ahora una vida nueva y<br />
diferente, de una fuente única.<br />
La mente no renovada<br />
Rechazaremos el argumento de las dos naturalezas del cristiano y nos remitiremos a la<br />
Biblia, para buscar en ella otra explicación. Volvamos a nuestra ilustración de la vida interior y<br />
exterior, con el “antiguo usted” consistente en su actual vida exterior y la vida de Adán que<br />
mora dentro. La trinidad impura (Satanás, el pecado y el mundo) planea una tentación<br />
“personalizada” para la vida de Adán, la cual trabajará en acuerdo con ella para hacerlo a usted<br />
esclavo del pecado. Cada pecado cometido, cada ídolo en el que usted haya confiado y cada<br />
mensaje de identidad recibido se han grabado en su mente, voluntad y emociones (su alma) y,<br />
por lo tanto, la historia completa de su vieja naturaleza está almacenada allí. Cuando el antiguo<br />
hombre muere y es reemplazado por la vida y el Espíritu de Cristo, somos uno con Él y Él con<br />
nosotros (Jn. 17.21). “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros;<br />
quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de<br />
vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis<br />
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