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1 - Abiding Life Ministries International

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partir de allí es un tanto increíble. En nuestra insania y egocentrismo preguntamos a otras<br />

personas egocéntricas y alienadas: “¿Podrían decirme quién soy?”<br />

¿Se imagina ir a visitar un instituto neuropsiquiátrico y entrevistar a los residentes para<br />

descubrir quién es uno en realidad? Lo más sorprendente sería si alguien nos dijera que somos<br />

Napoleón, y que además le creyésemos. Y que no contentos con eso, saliésemos de allí dándole<br />

las gracias y adoptando nuestra nueva identidad. Sin embargo, eso es precisamente lo que la<br />

humanidad ha hecho. Nacidos sin Dios, insanos y centrados en nosotros mismos, ¡hemos<br />

recibido mensajes de identidad de otras personas que están en nuestra misma condición,<br />

creyéndolos y viviendo a partir de esa identidad!<br />

La identidad que nos controla<br />

Mucho se ha escrito sobre el tema de la identidad y sus efectos. He aquí una sencilla<br />

ilustración para ayudarnos a entender la manera en que cada persona es afectada por su<br />

identidad. Comencemos dibujando tres círculos en línea horizontal, uno a continuación de otro.<br />

Dentro del último círculo de la derecha, escriba la impresión o imagen que quisiera dar de usted<br />

mismo. Por ejemplo, al abandonar una habitación llena de personas ¿qué le gustaría que<br />

pensaran o dijesen de usted? La mayoría de nosotros incluiríamos algunos de estos atributos:<br />

cariñoso/a, atento/a, amable, colaborador(a), buen esposo/a y padre/madre, inteligente, capaz,<br />

elegante y espiritual. Si yo llevara a subasta pública a una persona descripta en esos términos,<br />

¿cuánto dinero podría obtener por ella? Probablemente bastante, porque una palabra que<br />

resumiría todas esas características deseables podría ser valía. Esa persona vale mucho.<br />

Ahora, dentro del círculo del medio, escriba una definición de usted mismo cuando está<br />

en su peor momento. Recuerde: ¡Lo que usted es en su peor momento, esa es su verdadera<br />

condición! Cuando parece que todo sale al revés (su hijo está enfermo, surgen problemas en sus<br />

relaciones interpersonales, alguien lo está agraviando, se siente muy mal por algún problema y<br />

quisiera “desaparecer”, usted le “falló” al Señor, el dinero está escaseando, etc.), ¿cómo se<br />

describiría a sí mismo? ¿Como fracasado, incoherente, difamador, carnal, feo, estúpido y un mal<br />

padre o cónyuge? ¿O en sus peores momentos se vuelve vengativo, arrogante, agresivo,<br />

autosuficiente y apartado del apoyo de los demás? Ahora, si yo llevase a la subasta a esta otra<br />

persona, la descripta en el segundo círculo, ¿cuánto recibiría por ella? Seguramente quedaría sin<br />

vender, porque ¿quién ofertaría algo o demostraría interés en comprar lo que no tiene valor? ¿Le<br />

gustaría a usted estar casado/a con esa persona? ¿Quisiera tenerla como padre o madre? ¿Qué le<br />

parece tenerla como empleado/a?<br />

Debido a que somos todo lo que describimos en nuestro peor momento, se hace evidente<br />

que nadie nos va a querer o aceptar. Tal descubrimiento provoca bastante incomodidad, dado<br />

que nuestras necesidades mayores son el amor y la aceptación. Por lo tanto, con el objeto de<br />

lograr amor y aceptación por parte de los demás, ponemos en funcionamiento una imaginaria<br />

máquina de coser para hacernos un “traje de éxito” que nos brinde todas aquellas características<br />

que anotamos en el primer círculo; nos ponemos el traje y lo abrochamos hasta el último botón<br />

de arriba, de manera que nadie pueda ver lo que en realidad hay debajo de él. Como resultado,<br />

nuestras relaciones con los demás resultan un tanto “estresadas”; por un lado queremos lograr<br />

que se acerquen, que nos hagan sentir aceptados y nos valoren sobre la base de lo que nuestro<br />

traje de éxito pretende representar, pero por el otro los mantenemos a distancia por temor a que<br />

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