1 - Abiding Life Ministries International
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preocupaciones, y que, hasta ahora, nada de aquello en lo cual ha confiado ha venido en su<br />
ayuda.<br />
¿Recuerda usted el caso de aquellos judíos contrariados que le pidieron a Jesús que se<br />
retirara de su territorio cuando Él permitió que los demonios se instalaran en sus cerdos y estos<br />
se despeñaron? ¿Por qué estarían tan enojados con Jesús? De todos modos, ¡ellos no podían<br />
poseer cerdos! ¿Tenemos nosotros, en realidad, derecho a poseer siquiera uno de aquellos ídolos<br />
que hemos mencionado o de los muchos más que existen o que es posible crear? Aquellas<br />
personas que tanto luchan por el derecho a ser reconocidos como homosexuales, de practicarse<br />
un aborto, producir pornografía, ganar grandes sumas de dinero, divorciarse, justificar la<br />
infidelidad y el adulterio, etcétera y etcétera, ¿pueden con toda honestidad afirmar que estos<br />
derechos les han traído paz duradera y sana satisfacción?<br />
Un hermano en Cristo que en cierta oportunidad vino a mí para ser discipulado tenía una<br />
severa afección física que le hacía sentir bastante incómodo. En el transcurso de nuestra<br />
conversación le pregunté si él había entregado a Dios su derecho a sanarse. Al principio no me<br />
entendió, de modo que le expliqué que él debía estar dispuesto a permanecer en esa condición<br />
por el resto de su vida. Su amor a Dios y su adoración no podían estar condicionados a su<br />
sanidad; aunque la realidad de que sí lo estaban se hacía evidente en su indignación por no ser<br />
liberado y sanado. Este hermano se retiró de mi oficina muy enojado, afirmando que Dios tenía<br />
que sanarlo. Algunos días después regresó con su rostro radiante, diciendo que la noche anterior<br />
se había postrado ante el Señor y le había rendido a Él su pretendido derecho a la salud; y de<br />
inmediato fue sanado.<br />
Cuando nuestro concepto de Dios es un obstáculo<br />
Una de las mayores debilidades de la fe cristiana en la actualidad es que le pedimos a<br />
una persona que acepte a Jesús dejándole entrar en su vida, o le decimos al creyente desalentado<br />
que debe hacer a Cristo Señor, sin darle tiempo a descubrir, al inconverso, quién siente él que<br />
está entrando a su vida y al creyente, a quién él siente que está haciendo Señor.<br />
Damos gracias a Dios por las cruzadas evangelísticas y por el fruto que Dios ha dado a<br />
través de ellas; no obstante, es necesario preguntarse por qué es que de los miles que pasan al<br />
frente a recibir a Cristo en su vida, únicamente un reducido porcentaje permanece en el Señor.<br />
Es porque durante la hora o dos de la reunión, la mente (creencia intelectual) domina sobre las<br />
emociones (creencia emocional) y hace que una persona pase al frente para hacer una confesión<br />
pública. Sin embargo, al cabo de unas pocas semanas las emociones controlan de nuevo a la<br />
mente, y el recién convertido se vuelve complaciente y comienza a apartarse del Señor.<br />
Ahora quiero invitarlo a realizar un sencillo test a través del cual podamos, con la guía<br />
del Espíritu Santo, discernir cuál es su concepto emocional de Dios. Las preguntas no deben ser<br />
respondidas sobre la base de lo que usted sabe, sino de lo que usted siente en sus peores<br />
momentos. Parecería un pensamiento algo depresivo, pero lo que usted es en su peor momento,<br />
esa es su verdadera condición. Una esposa no sabe cómo es ella cuando su esposo le trae flores,<br />
sino cuando él en un descuido golpea con el codo una jarra de leche que se derrama por toda la<br />
mesa y el piso de la cocina. Un esposo no sabe cómo es él cuando su esposa hace todo lo que él<br />
quiere, pero lo descubre cuando ella no le preparó el almuerzo para llevar a la fábrica, o cuando<br />
se le hace tarde y no tiene una camisa planchada para ir a la oficina.<br />
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