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1 - Abiding Life Ministries International

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segunda mañana hizo lo mismo; pero la tercera mañana, luego de orar, ¡simplemente no podía<br />

levantar la jeringa para inyectarse! El entusiasmo lo desbordaba, ¿y por qué no? Había sido<br />

librado en forma sobrenatural, por la propia mano del Dios viviente. ¡Alabado sea el Señor!<br />

Dios me ha librado de toda clase de manifestaciones de la carne, pero ni una vez he sido<br />

librado mientras mis ojos estaban puestos en el problema. Hubo momentos en que yo estaba tan<br />

desconcertado por un problema en particular que me decidí leer, estudiar y vencerlo. ¡Pero ay de<br />

mí, lo único que obtuve como resultado fue sentirme más desalentado! Solamente cuando me<br />

mantuve en una relación de “permanencia” el Señor me libró de esas frustraciones; y por lo<br />

general, nunca me di cuenta de ello hasta un tiempo después, al tomar conciencia que de una<br />

manera natural se habían apartado de mí. Si en este momento usted está concentrado en su<br />

problema, no será liberado del mismo. La Vid –Jesús– debe tener siempre la preeminencia. “El<br />

discípulo que sigue unido a mí, y yo unido a él, es como una rama que da mucho fruto; pero si<br />

uno de ustedes se separa de mí, no podrá hacer nada” (Jn. 15.5, TLA).<br />

Así como una rama no tiene vida en sí misma, el cristiano no está llamado a generar vida<br />

sino a recibirla. No somos llamados a imitar la vida de Cristo sino a participar de ella. Cuando<br />

aprendemos a vivir permaneciendo, nos encontramos haciendo de manera totalmente natural<br />

aquello que tantos luchan y se esfuerzan durante años por lograr, ¡porque tenemos la misma<br />

fibra, la misma vida y el mismo Espíritu que la Vid, al ser uno con ella!<br />

Mi madre siempre tenía hermosas frutas artificiales como adorno sobre la mesa del<br />

comedor. Más de una vez me tenté y tomé una para morderla, solo para darme cuenta que no era<br />

comestible. Si visitásemos la fábrica donde se produce esa fruta de imitación encontraríamos<br />

máquinas ruidosas, calor y olores insalubres. En contraste, al visitar una viña, uno quisiera tener<br />

una manta y una linda almohada para acostarse a descansar entre las hileras de plantas y<br />

disfrutar de la sombra, el perfume de las uvas, el trino de los pájaros y la paz del lugar. Existe<br />

una gran diferencia entre la maquinaria que produce una imitación de la vida y la vid que<br />

produce vida real.<br />

La misma diferencia se observa entre el cristiano que imita y el que permanece. Los que<br />

se esfuerzan lo hacen de manera ruidosa y febril; su actividad no produce un aroma dulce y<br />

agradable al Señor. Su fruto, que a menudo engaña a los demás a primera vista, pronto se<br />

descubre que es ficticio. Pero el creyente que ha aprendido el secreto de la vida que permanece<br />

es reposado, inspirador y está lleno de verdadera vida: ¡la vida de Cristo! Su fruto es fragante,<br />

revitalizador y está producido no para él mismo sino para deleite de los demás: para que sean<br />

renovados y que vivan. Su vida es espontánea; nunca hace hincapié en el hacer sino en el<br />

permanecer, y sus ojos no se apartan de su preciosa Vid. No tiene preocupaciones, porque el<br />

Labrador y la Vid se hacen cargo de todo. Se somete dispuestamente a la poda, porque cada<br />

poda le ha traído mayor cercanía a Dios y vida más abundante. La rama reconoce con gozo:<br />

“Separado de ti, nada puedo hacer”.<br />

Amado Padre, te alabamos y te agradecemos por la vida de la Vid. Hoy, en este instante,<br />

elegimos permanecer, y así permitirte llenarnos de la preciosa vida de tu Hijo, la Vid Verdadera.<br />

La sangre que obra momento a momento<br />

En el Antiguo Testamento, el reclamo del hombre contra Dios era que Él no entendía lo<br />

que significaba ser hombre, en tanto que el reclamo de Dios era que el hombre no sabía lo que<br />

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