7 Glorificación de Jesús y María - Revelaciones Marianas
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nombre <strong>de</strong> Dios, los pecados <strong>de</strong>l prójimo. Pero ¿cómo podríais hacerlo si a vosotros no os los perdona Dios? Hablaré en otra<br />
ocasión <strong>de</strong> esto. Por el momento os digo: perdonad a quien os ofen<strong>de</strong>, para ser perdonados y tener <strong>de</strong>recho a absolver o<br />
con<strong>de</strong>nar. Quien está libre <strong>de</strong> pecado pue<strong>de</strong> hacerlo con plena justicia. El que no perdona y está en pecado y finge escándalo es<br />
un hipócrita; el Infierno lo espera. Porque, si cabe misericordia para los tutelados, severo será el veredicto para sus tutores,<br />
culpables <strong>de</strong> pecados iguales, o mayores aun, teniendo la plenitud <strong>de</strong>l Espíritu como ayuda.<br />
"No nos <strong>de</strong>jes caer en la tentación y líbranos <strong>de</strong>l mal." Aquí tenéis la humildad, piedra básica <strong>de</strong> la perfección. En verdad<br />
os digo que bendigáis a los que os humillan, porque os proporcionan lo necesario para, vuestro celeste trono.<br />
No. La tentación no significa perdición, si el hombre, humil<strong>de</strong>mente, está junto al Padre y le pi<strong>de</strong> que no permita que<br />
Satanás, el mundo y la carne lo venzan. Las coronas <strong>de</strong> los bienaventurados están adornadas <strong>de</strong> las gemas <strong>de</strong> las tentaciones<br />
vencidas. No las busquéis, pero no seáis cobar<strong>de</strong>s cuando lleguen. Con humildad y, por tanto, con fortaleza, gritad al Padre mío y<br />
vuestro: “Líbranos <strong>de</strong>l mal”; y venceréis al mal. Y santificaréis realmente el Nombre <strong>de</strong> Dios con vuestras acciones, como he<br />
dicho al principio, porque los hombres al veros dirán: "Dios existe, porque éstos tienen una conducta tan perfecta, que viven<br />
como <strong>de</strong>ida<strong>de</strong>s" y a Dios se acercarán, multiplicando así los ciudadanos <strong>de</strong>l Reino <strong>de</strong> Dios.<br />
Arrodillaos para que Yo os bendiga y mi bendición os abra la mente para meditar.<br />
Se postran y los bendice, y <strong>de</strong>saparece como absorbido por la luz lunar.<br />
A1 cabo <strong>de</strong> un breve rato, los apóstoles alzan la cabeza, extrañados <strong>de</strong> no oír más palabras, y ven que <strong>Jesús</strong> ha<br />
<strong>de</strong>saparecido... Vuelven a caer rostro en tierra, envueltos en el temor, secular temor, <strong>de</strong> todo israelita que tenga la percepción<br />
<strong>de</strong> haber estado en contacto con Dios, con Dios como está en el Cielo.<br />
631<br />
Enseñanzas a los apóstoles enviados al Gólgota y luego al Cenáculo.<br />
Jerusalén ya ar<strong>de</strong> bajo el sol meridiano. Un umbrío espacio abovedado ofrece <strong>de</strong>scanso a la vista cegada por este sol<br />
que inci<strong>de</strong> sobre las pare<strong>de</strong>s blancas <strong>de</strong> las casas y hace ar<strong>de</strong>r el suelo <strong>de</strong> las calles. Y lo blanco incan<strong>de</strong>scente <strong>de</strong> las pare<strong>de</strong>s y lo<br />
oscuro <strong>de</strong> estas bóvedas hacen <strong>de</strong> Jerusalén una caprichosa pintura en blanco y negro, una alternancia violenta <strong>de</strong> luces y<br />
penumbras -en contraste con la luz violenta, éstas parecen tinieblas-, una alternancia atormentadora como una obsesión,<br />
porque quita la facultad <strong>de</strong> ver o por <strong>de</strong>masiada luz o por <strong>de</strong>masiada penumbra. Se camina con los ojos semicerrados, tratando<br />
<strong>de</strong> apresurarse en las zonas <strong>de</strong> luz y calor y aminorando la marcha bajo las bóvedas, don<strong>de</strong> es necesario ir <strong>de</strong>spacio porque el<br />
contraste entre las luces y las tinieblas hace que incluso con los ojos abiertos no se vea nada.<br />
Así caminan los apóstoles por esta ciudad <strong>de</strong>sierta a causa <strong>de</strong> la hora meridiana; y sudan y se secan la cara y el cuello<br />
con la prenda que cubre su cabeza; y resoplan...<br />
Cuando tienen que salir <strong>de</strong> la ciudad, cesa para ellos el alivio <strong>de</strong> los tramos abovedados. El camino, que bor<strong>de</strong>a las<br />
murallas y se pier<strong>de</strong> hacia el norte y hacia el sur como una cinta cegadora <strong>de</strong> polvo incan<strong>de</strong>scente, da la impresión <strong>de</strong> un terreno<br />
<strong>de</strong> horno: sube <strong>de</strong> él un calor <strong>de</strong> horno, un calor que seca los pulmones. El torrentillo que discurre por fuera <strong>de</strong> las murallas lleva<br />
un hilo <strong>de</strong> agua que fluye por el centro <strong>de</strong> un guijarral, <strong>de</strong> cantos blancos <strong>de</strong> sol como cráneos calcinados. Los apóstoles se<br />
acercan presurosos a ese hilo <strong>de</strong> agua, y beben; sumergen en ella la prenda que llevan en la cabeza y se la ponen <strong>de</strong> nuevo,<br />
chorreando, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse lavado la cara. Se <strong>de</strong>scalzan y chapotean con los pies en ese hilo <strong>de</strong> agua. Pero... es un alivio<br />
bien chico, porque el agua está caliente como si hubiera salido <strong>de</strong> un cal<strong>de</strong>ro colgado sobre una llama. Y dicen:<br />
-Está caliente y hay poca. Sabe a barro y a jabonera. Cuando baja tan escasa, retiene el sabor <strong>de</strong> las coladas <strong>de</strong> la<br />
aurora.<br />
Acometen la subida <strong>de</strong>l Gólgota, <strong>de</strong>l reseco Gólgota en que el sol ardiente ha secado la poca hierba que parecía pelusa<br />
rala en el amarillento monte unos quince días antes. Ahora sólo los rígidos y escasísimos matojos <strong>de</strong> plantas espinosas, llenas <strong>de</strong><br />
espinas y exentas <strong>de</strong> hojas, elevan acá o allá sus <strong>de</strong>dos como <strong>de</strong> esqueletos <strong>de</strong>senterrados, <strong>de</strong> un ver<strong>de</strong> que es amarillo por el<br />
polvo <strong>de</strong>l monte, verda<strong>de</strong>ramente semejantes a huesos recién sacados <strong>de</strong> la tierra. Sí, parecen realmente haces <strong>de</strong> huesos<br />
calcinados plantados en el suelo. Hay uno que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> unos dos palmos <strong>de</strong> palo <strong>de</strong>recho, forma bruscamente un codo que<br />
termina en cinco palitos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una especie <strong>de</strong> paleta. Parece justo la osambre <strong>de</strong> una mano extendida para agarrar a quien<br />
pase y retenerlo en ese lugar <strong>de</strong> pesadilla.<br />
-¿Queréis ir por el camino largo o por el corto? - pregunta Juan, que es el único que ya ha subido el monte.<br />
-¡La más corta! ¡La más corta! ¡Vamos a darnos prisa, que aquí uno se muere <strong>de</strong> calor! - dicen todos, menos el Zelote y<br />
Santiago <strong>de</strong> Alfeo.<br />
-¡Vamos!<br />
Las piedras <strong>de</strong>l camino adoquinado están ardiendo, como lastras sacadas <strong>de</strong>l fuego.<br />
-¡No se pue<strong>de</strong> continuar por aquí! ¡No se pue<strong>de</strong>! - dicen al cabo <strong>de</strong> pocos metros.<br />
-Y, a pesar <strong>de</strong> ello, el Señor subió hasta allá, hasta don<strong>de</strong> aquella zarza, y estaba ya herido y llevaba a cuestas la cruz -<br />
observa Juan, que ha empezado a llorar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que ha llegado al Calvario.<br />
Continúan. Pero luego se echan al suelo agotados, ja<strong>de</strong>ando. Las prendas mojadas en el río, que cubren sus cabezas,<br />
están ya secas por el sol; en cambio las túnicas se manchan <strong>de</strong> sudor.<br />
-¡Demasiado empinada y ardiente! - dice Bartolomé resoplando.<br />
-¡Sí, <strong>de</strong>masiado! - confirma Mateo, que está congestionado.<br />
-Por lo que respecta al sol, es igual todo. Pero para la subida vamos a tomar ese camino. Es más largo, pero menos<br />
fatigoso. También Longinos lo tomó para po<strong>de</strong>r hacer que el Señor subiera. ¿Veis ese lugar?, ¿allí, don<strong>de</strong> está esa piedra un poco