08.05.2013 Views

7 Glorificación de Jesús y María - Revelaciones Marianas

7 Glorificación de Jesús y María - Revelaciones Marianas

7 Glorificación de Jesús y María - Revelaciones Marianas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

-¿Habéis venido? Dios os lo pague. Pero, si no hubierais venido, habría ido yo... En busca <strong>de</strong> consuelo... Porque, <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> ese tremendo día, muchas cosas se han alterado. Y para no sentirme sola, <strong>de</strong>bo ir a apoyarme en esa piedra y llamar y <strong>de</strong>cir:<br />

"Maestro, soy la pobre Juana... No me <strong>de</strong>jes sola también Tú...<br />

Juana llora quedo, pero con mucha <strong>de</strong>solación, mientras Ester, la nodriza, hace vistosos gestos in<strong>de</strong>scifrables <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

Juana mientras le coloca el manto.<br />

-Yo me marcho, Ester.<br />

-¡Dios te dé consuelo!<br />

Salen <strong>de</strong>l palacio para unirse a las compañeras. Es en este momento cuando se produce el breve y fuerte terremoto,<br />

que hace cundir el pánico <strong>de</strong> nuevo entre los jerosolimitanos, aterrorizados todavía por los hechos acaecidos el viernes. Las tres<br />

mujeres vuelven sobre sus pasos precipitadamente, y se quedan en el amplio vestíbulo, -en medio <strong>de</strong> las criadas y criados que<br />

gritan e invocan al Señor, temerosas <strong>de</strong> nuevos temblores <strong>de</strong> tierra...<br />

...La Magdalena, sin embargo, está ya en la entrada <strong>de</strong>l caminito que lleva al huerto <strong>de</strong> José <strong>de</strong> Arimatea cuando la<br />

sorpren<strong>de</strong> el potente estampido, potente pero armónico, <strong>de</strong> este signo celeste. Al mismo tiempo, en la luz levemente rosada <strong>de</strong><br />

la aurora que va avanzando en el cielo -don<strong>de</strong> todavía en el Occi<strong>de</strong>nte resiste una tenaz estrella- y que va poniendo dorado el<br />

aire hasta ahora levemente verdoso, se encien<strong>de</strong> una gran luz, que <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> como si fuera un globo incan<strong>de</strong>scente,<br />

brillantísimo, cortando en zigzag el aire sereno. Pasa muy cerca <strong>de</strong> <strong>María</strong> <strong>de</strong> Magdala (casi hace que se caiga al suelo). Ella se<br />

pliega un poco susurrando: « ¡Mi Señor!», y luego, como un tallito tras el paso <strong>de</strong>l viento, se en<strong>de</strong>reza <strong>de</strong> nuevo y, más veloz,<br />

corre hacia el huerto.<br />

Entra en él rápidamente: va hacia el sepulcro <strong>de</strong> roca como un pájaro perseguido en busca <strong>de</strong> su nido. Pero, a pesar <strong>de</strong><br />

toda su prisa, no pue<strong>de</strong> estar allí cuando el celeste meteoro hace <strong>de</strong> palanca y <strong>de</strong> llama en la argamasa con que está sellada y<br />

reforzada la pesada piedra; ni cuando, con fragor final, la puerta <strong>de</strong> piedra cae produciendo una vibración que se une a la <strong>de</strong>l<br />

terremoto, el cual, a pesar <strong>de</strong> ser breve, es <strong>de</strong> una violencia tal, que echa por tierra a los soldados como muertos.<br />

<strong>María</strong>, al llegar, ve a estos inútiles carceleros <strong>de</strong>l Triunfador arrojados al suelo como un haz <strong>de</strong> espigas cortadas. <strong>María</strong><br />

Magdalena no relaciona el terremoto con la Resurrección, sino que, al ver ese espectáculo, cree que se trata <strong>de</strong>l castigo <strong>de</strong> Dios<br />

contra profanadores <strong>de</strong>l Sepulcro <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>, y cae <strong>de</strong> rodillas diciendo:<br />

-¡Ay, se lo han llevado!<br />

Está verda<strong>de</strong>ramente <strong>de</strong>solada. Llora como una niña que hubiera venido a buscar a su padre, con la seguridad <strong>de</strong><br />

encontrarlo, y se hubiera encontrado vacía la casa.<br />

Luego se alza y se marcha corriendo en busca <strong>de</strong> Pedro y Juan. Y, dado que ya sólo piensa en avisar a los dos, no se<br />

acuerda <strong>de</strong> ir al encuentro <strong>de</strong> las compañeras, ni se acuerda <strong>de</strong> <strong>de</strong>tenerse en el camino, sino que, veloz como una gacela, vuelve<br />

a pasar por el camino recorrido antes, atraviesa la puerta Judicial y corre presurosa por las calles, que ahora tienen un poco más<br />

<strong>de</strong> gente, para toparse contra el portón <strong>de</strong> la casa amiga y golpearlo y empujarlo furiosamente.<br />

Le abre la dueña.<br />

-¿Dón<strong>de</strong> están Juan y Pedro? - pregunta ja<strong>de</strong>ante y angustiada <strong>María</strong> Magdalena.<br />

-Allí - y la mujer señala hacia el Cenáculo.<br />

<strong>María</strong> <strong>de</strong> Magdala entra y, nada más entrar, enfrente <strong>de</strong> los dos asombrados apóstoles, dice (y en su voz, mantenida<br />

baja por piedad hacia la Madre, hay más angustia que si hubiera gritado):<br />

-¡Se han llevado <strong>de</strong>l Sepulcro al Señor! ¿Quién sabe dón<strong>de</strong> lo habrán puesto? - y por primera vez se tambalea y vacila y,<br />

para no caerse, se agarra don<strong>de</strong> pue<strong>de</strong>.<br />

-¡Cómo! ¿Qué dices? - preguntan los dos.<br />

Y ella, ja<strong>de</strong>ante:<br />

-Yo me a<strong>de</strong>lanté... para comprar a los soldados que estaban <strong>de</strong> guardia... para que nos permitieran embalsamar. Ellos<br />

están allí como muertos... El Sepulcro está abierto, la piedra por el suelo... ¿Quién? ¿Quién habrá sido? ¡Venid! Vamos<br />

corriendo...<br />

Pedro y Juan se encaminan. <strong>María</strong> los sigue a algunos pasos <strong>de</strong> distancia. Luego vuelve, agarra a la dueña <strong>de</strong> la casa, la<br />

zaran<strong>de</strong>a con violencia movida <strong>de</strong> su amor previsor y le dice junto a la cara con voz sibilante:<br />

-Que no se te ocurra <strong>de</strong>jar pasar a nadie don<strong>de</strong> está Ella (y señala la puerta <strong>de</strong> la habitación <strong>de</strong> <strong>María</strong>). Recuerda que yo<br />

mando en ti. Obe<strong>de</strong>ce y calla.<br />

Y, <strong>de</strong>jándola verda<strong>de</strong>ramente sobrecogida, da alcance a los apóstoles, que con paso veloz van hacia el Sepulcro...<br />

...Entretanto, Susana y Salomé, en llegando a las murallas, habiendo <strong>de</strong>jado a sus compañeras, se ven sorprendidas por<br />

el terremoto. Atemorizadas, se refugian <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> un árbol, y se quedan allí, con el dilema <strong>de</strong> si ir hacia el Sepulcro o si huir<br />

hacia la casa <strong>de</strong> Juana: pero el amor vence al miedo y van hacia el Sepulcro.<br />

Entran, todavía turbadas, en el huerto, y ven a los soldados, como muertos... Ven una gran luz salir <strong>de</strong>l Sepulcro abierto.<br />

Aumenta su turbación, y termina haciéndose completa cuando, cogidas <strong>de</strong> la mano para infundirse recíprocamente ánimos, se<br />

asoman a la entrada y, en la oscuridad <strong>de</strong> la gruta sepulcral, ven a una criatura luminosa y hermosísima, dulcemente sonriente,<br />

saludarlas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el sitio don<strong>de</strong> está: apoyada en la parte <strong>de</strong>recha <strong>de</strong> la piedra <strong>de</strong> la unción, cuyo gris volumen, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> tanto<br />

incan<strong>de</strong>scente esplendor, se <strong>de</strong>svanece. Caen <strong>de</strong> rodillas, aturdidas por el estupor.<br />

Pero el ángel les habla dulcemente:<br />

-No tengáis miedo <strong>de</strong> mí. Soy el ángel <strong>de</strong>l divino Dolor. He venido para experimentar la dicha <strong>de</strong> su final: ya no existe el<br />

dolor <strong>de</strong>l Cristo ni su anonadamiento en la muerte. <strong>Jesús</strong> <strong>de</strong> Nazaret, el Crucificado al que vosotras buscáis, ha resucitado. ¡Ya no<br />

está aquí! Vacío está el lugar en que había sido colocado. Exultad conmigo. Id. Decidle a Pedro y <strong>de</strong>cid a los discípulos que ha<br />

resucitado y que os prece<strong>de</strong> hacia Galilea. Allí lo veréis todavía, aunque por poco tiempo, según ha dicho.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!