08.05.2013 Views

7 Glorificación de Jesús y María - Revelaciones Marianas

7 Glorificación de Jesús y María - Revelaciones Marianas

7 Glorificación de Jesús y María - Revelaciones Marianas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>Jesús</strong> se aparece junto al pequeñuelo a quien dio el nombre. ¡Oh, santa sencillez <strong>de</strong> los inocentes! Iesaí no se asombra<br />

al verlo ahí <strong>de</strong> repente, sino que tien<strong>de</strong> a Él sus bracitos para que <strong>Jesús</strong> lo suba en brazos, y <strong>Jesús</strong> lo hace: la máxima naturalidad<br />

en el acto <strong>de</strong> ambos.<br />

Acu<strong>de</strong>n presurosos, los otros y -también aquí se ve esa sencillez gozosa <strong>de</strong> los niños-, sin expresiones <strong>de</strong> asombro, se<br />

acercan a Él felices. Parece como si para ellos nada hubiera cambiado. Quizás no saben lo que ha sucedido. Pero, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la<br />

caricia <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> a cada uno <strong>de</strong> ellos, <strong>María</strong>, la más gran<strong>de</strong>cita y <strong>de</strong> juicio más maduro, dice: -Entonces, ahora que has<br />

resucitado, ¿ya no sufres, Señor? ¡He sufrido mucho!...<br />

-Ya no sufro. He venido a ben<strong>de</strong>ciros antes <strong>de</strong> subir al Cielo, al Padre mío y vuestro. Pero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí seguiré<br />

bendiciéndoos siempre, si sois siempre buenos. Decid a los que me quieren que os he <strong>de</strong>jado hoy a vosotros mi bendición.<br />

Recordad este día.<br />

-¿No entras en casa? Está nuestra mamá. A nosotros no nos creerán - dice <strong>María</strong>. Pero su hermano no pregunta.<br />

Grita:<br />

-¡Mamá! ¡Mamá! ¡El Señor está aquí!... - y, corriendo hacia la casa, repite ese grito.<br />

Sara, presurosa, sale, se asoma... a tiempo <strong>de</strong> ver a <strong>Jesús</strong>, hermosísimo en el lin<strong>de</strong> <strong>de</strong>l huerto, anulándose en la luz que<br />

lo absorbe...<br />

-¡El Señor! ¿Pero por qué no me habéis llamado antes?... - dice Sara en cuanto pue<strong>de</strong> hablar.<br />

-¿Pero cuándo? ¿Por dón<strong>de</strong> ha venido? ¿Estaba solo? ¡Qué calamida<strong>de</strong>s que sois!<br />

-Lo hemos encontrado aquí. Un minuto antes no estaba... Por el camino no ha venido, ni tampoco por el huerto. Y tenía<br />

en brazos a Iesaí... y nos ha dicho que había venido a ben<strong>de</strong>cirnos y a darnos la bendición para los que lo quieren <strong>de</strong> Yuttá, y que<br />

recor<strong>de</strong>mos este día. Ahora va al Cielo. Pero nos querrá si somos buenos. ¡Qué guapo estaba! Tenía las manos heridas. Pero ya<br />

no le hacen daño. También los pies estaban heridos. Los he visto entre la hierba. Esa flor <strong>de</strong> ahí tocaba justo la herida <strong>de</strong> un pie.<br />

Voy a cogerla... - hablan todos al tiempo, encendidos <strong>de</strong> emoción. Hasta sudan con la ansiedad <strong>de</strong> hablar.<br />

Sara los acaricia susurrando:<br />

-¡Dios es gran<strong>de</strong>! Vamos. Venid. Vamos a <strong>de</strong>círselo a todos. Hablad vosotros, que sois inocentes. Vosotros podéis hablar<br />

<strong>de</strong> Dios.<br />

IV Al jovencito Yaia, en Pel.la.<br />

El jovencito está trabajando con ardor en cargar un carrito <strong>de</strong> verduras (recogidas en un huerto cercano). El burrito<br />

golpea con su casco en el suelo duro <strong>de</strong>l camino campestre.<br />

Al volverse para coger un canasto <strong>de</strong> lechugas, ve a <strong>Jesús</strong>, que le sonríe. Deja caer el cesto al suelo y se arrodilla; se<br />

restriega los ojos, incrédulo <strong>de</strong> lo que ve, y susurra:<br />

-¡Altísimo, no me pongas ante un espejismo; no permitas, Señor, que me engañe Satanás con falsas imágenes<br />

seductoras! ¡Mi Señor está bien muerto! Y fue sepultado y ahora dicen que robaron el cadáver. ¡Piedad, Señor altísimo!<br />

Muéstrame la verdad.<br />

-Yo soy la Verdad, Yaia. Yo soy la Luz <strong>de</strong>l mundo. Mírame. Veme. Por esto te <strong>de</strong>volví la vista, para que pudieras dar<br />

testimonio <strong>de</strong> mi po<strong>de</strong>r y <strong>de</strong> mi Resurrección.<br />

-¡Oh, es realmente el Señor! ¡Eres Tú! ¡Sí! ¡Tú eres <strong>Jesús</strong>!<br />

Se arrastra <strong>de</strong> rodillas para besarle los pies.<br />

-Dirás que me has visto y que has hablado conmigo, y que estoy bien vivo. Dirás que me has visto hoy. La paz a ti y mi<br />

bendición.<br />

Yaia está otra vez solo. Feliz. Se olvida <strong>de</strong>l carrito y <strong>de</strong> las verduras. En vano el burro patea inquieto el camino y rebuzna<br />

protestando por la espera... Yaia está en éxtasis.<br />

Una mujer sale <strong>de</strong> la casa cercana al huerto y lo ve allí, pálido <strong>de</strong> emoción y con un rostro ausente. Grita:<br />

-¡Yaia! ¿Qué te pasa? ¿Qué te ha sucedido?<br />

Se acerca a él, lo zaran<strong>de</strong>a, le hace volver a este mundo...<br />

-¡El Señor! ¡He visto al Señor resucitado! Le he besado los pies y le he visto las llagas. Han mentido. Era realmente Dios y<br />

ha resucitado. Yo tenía miedo <strong>de</strong> que fuera un engaño. ¡Pero es Él! ¡Es El!<br />

La mujer tiembla por un escalofrío <strong>de</strong> emoción y susurra:<br />

-¿Estás completamente seguro?<br />

-Tú eres buena, mujer. Por amor a Él nos has aceptado como criados, a mí y a mi madre. ¡No quieras no creer!...<br />

-Si tú estás seguro, creo. ¿Pero era verda<strong>de</strong>ramente <strong>de</strong> carne y hueso? ¿Estaba caliente? ¿Respiraba? ¿Hablaba? ¿Tenía<br />

verda<strong>de</strong>ramente voz o sólo te lo ha parecido?<br />

-Estoy seguro. Su carne tenía el calor <strong>de</strong> la carne viva. Era una voz verda<strong>de</strong>ra. Era respiración. Hermoso como Dios, pero<br />

Hombre como yo y como tú. Vamos, vamos a <strong>de</strong>círselo a los que sufren o dudan.<br />

V. A Juan <strong>de</strong> Nob.<br />

E1 anciano está solo en su casa, pero sereno. Está arreglando una especie <strong>de</strong> silla que se ha <strong>de</strong>sclavado por un lado.<br />

Sonríe (¿quién sabe ante qué sueño?).<br />

Llaman a la puerta. El anciano, sin <strong>de</strong>jar su trabajo, dice:<br />

-¡A<strong>de</strong>lante! ¿Qué queréis, vosotros que venís? ¿Todavía <strong>de</strong> aquéllos? ¡Soy viejo para cambiar! Aunque todo el mundo<br />

me gritara: "¡Está muerto!", yo diría: "Está vivo". Aunque ello me acarreara la muerte. ¡Pasad, pues!

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!