Romeo y Julieta - Biblioteca Virtual Universal
Romeo y Julieta - Biblioteca Virtual Universal
Romeo y Julieta - Biblioteca Virtual Universal
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
-Mi eterno amigo, sólo deseo lo que sea de vuestro agrado; id donde quiera; siempre mi<br />
corazón os permanecerá fiel. Lo que os pido es que no dejéis de comunicarme, por<br />
conducto de Fray Lorenzo, el estado de vuestros asuntos y el lugar de vuestra residencia.<br />
Y sin más, los dos pobres amantes permanecieron juntos hasta que la luz natural les<br />
obligó a separarse, poseídos de una profunda tristeza. <strong>Romeo</strong> se fue en derechura a San<br />
Francisco, y después de haber enterado a Fray Lorenzo de lo que importaba, partió de<br />
Verona, disfrazado de mercader extranjero. Llegado a Mantua sin el menor inconveniente,<br />
despachó a Pedro, su criado y acompañante, a casa de su padre, para que permaneciese al<br />
servicio de éste, y él, por su parte, alquiló una casa, donde por espacio de algunos meses<br />
hizo vida ejemplar, tratando de vencer el disgusto que le atormentaba.<br />
No así la infeliz <strong>Julieta</strong>. Incapaz de vencer su dolor, palidecía notablemente, y con<br />
hondos, continuados suspiros revelaba su pena. Notándole, pues, su madre, la dijo:<br />
-Querida mía, si continuáis de tal suerte, atraeréis antes de tiempo la muerte de vuestro<br />
buen padre y la mía; tratad, pues, de consolaros y esforzaos por estar alegre, sin pensar más<br />
en la desgracia de vuestro primo Tybal. ¡Dios se ha servido llamarle! ¿Pensáis contrariar su<br />
voluntad por medio del lloro?<br />
Pero la pobre criatura, no hallando fuerzas contra su mal, la respondió:<br />
-Señora, tiempo hace que he vertido mis últimas lágrimas por Tybal, y tan deseco se<br />
halla el manantial de ellas, que no brotará otras.<br />
No comprendió la madre el verdadero sentido de estas palabras y calló, por temor de<br />
entristecerla; pero viendo pocos días después que continuaban sus tristezas y angustias,<br />
trató de inquirir, no sólo de la paciente, sino de los criados de la casa, lo que podía ser<br />
motivo de semejante duelo. No acertando a conseguirlo, la pobre madre, apesarada al<br />
extremo, formó lo resolución de comunicarlo al señor Antonio, su marido, y con esta idea,<br />
yendo hacia él un día, le dijo:<br />
-Señor, si habéis observado el comportamiento de nuestra hija después de la muerte de<br />
Tybal, su primo, notaréis con sorpresa que se ha operado en él una rara mutación; pues no<br />
contenta con privarse de beber, comer y dormir, ni se ejercita en otra cosa que en llorar y<br />
lamentarse, ni tiene más gusto y deleite que mantenerse reclusa en su alcoba, entregada tan<br />
profundamente a su dolor que, si no ponemos remedio, dudo que pueda vivir. Inútiles han<br />
sido mis indagaciones; por más que he inquirido el origen de su mal, permanece aún<br />
secreto, pues si bien juzgué al principio que fuera la muerte de su primo, pienso ahora lo<br />
contrario; habiendo oído de su propia boca que ya había derramado por ella las últimas<br />
lágrimas. No sabiendo qué pensar de todo esto, he venido a figurarme que la causa de su<br />
tristeza es el despecho de ver establecidas a la mayor parte de sus compañeras y la<br />
convicción que se ha formado quizás de que deseamos conservarla soltera. En tal virtud,<br />
por vuestro reposo y por el suyo os pido encarecidamente que tratéis en lo futuro de<br />
proporcionarla un enlace digno de nuestra casa.