Cosmos del Alma - PlanetaGEA
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Al dar a conocer su identidad, os retamos a que superéis el escepticismo y reconozcáis el infinito que<br />
está justo al otro lado de vuestra percepción, donde un universo pletórico de vida guarda los patrones<br />
<strong>del</strong> alma de todo ser consciente que haya existido alguna vez, y donde la Tierra no es más que una<br />
diminuta mancha verde-azul en el colorido lienzo <strong>del</strong> cosmos.<br />
Ella es apenas uno de los millares de cuerpos planetarios que componen el universo material, y en los<br />
planos etéreos éstos son sencillamente innumerables, tan infinita es la experiencia <strong>del</strong> Todo-lo-quees.<br />
Os pedimos que aceptéis que no sólo se nos ha de definir como «extraterrestres», sino también<br />
como extradimensionales, proyecciones de vuestra propia conciencia en otra fase de su existencia de<br />
múltiples niveles.<br />
Os decimos que la mente de Benjamín Franklin, la concentración consciente de la entidad<br />
manifestada de ese ser, contribuye a estas transmisiones, y esto no es más surrealista que la idea de<br />
que nuestro instrumento, para empezar, capte, descodifique y registre las frecuencias de la sexta<br />
dimensión.<br />
En otro aspecto de vuestro ser, vosotros existís en estas ondas y, asimismo, sois capaces de enviar<br />
corrientes de luz a un canal receptivo, a un nivel de vuestra existencia que actualmente identificaríais<br />
como una vida «futura», pero que nosotros preferimos definir como una etapa más elevada de vuestra<br />
evolución. Es muy posible que, atraídos por estas enseñanzas, hasta cierto punto ya estéis<br />
desempeñado esa función, tanto en la esfera tridimensional como en otros niveles, con los cuales tal<br />
vez ya estéis conscientemente sintonizados, o no.<br />
Os decimos que lo que cambia es la forma de vuestra existencia, y no el tiempo. Las vidas pasadas,<br />
que concebís más fácilmente que las vidas futuras, aún se perciben en terminología lineal, en tanto<br />
que nosotros queremos inculcaros la noción de que todas estas extensiones de vuestra energía<br />
dinámica ocurren simultáneamente, remontando los mares cósmicos como las olas de los grandes<br />
océanos.<br />
Los mares constantes de Gaia (aunque cambiantes en cuanto a la forma) son infinitos. Cada ola, un<br />
reflejo <strong>del</strong> cuerpo más grande, vive su momento como esencia espectacular que rompe en la orilla y,<br />
posteriormente, al regresar a la profundidad <strong>del</strong> océano, cambia de forma. Sin embargo, sigue<br />
existiendo allí. También vosotros, un cuerpo manifestado en algún marco de tiempo fabricado en la<br />
Tierra, regresáis al mar cósmico y existís allí como vibración <strong>del</strong> alma, asumiendo a la vez otros<br />
múltiples aspectos en vidas simultáneas que creáis en el despliegue kármico de vuestra travesía.<br />
En cuanto al maestro Benjamín, sabed que cada vez que leéis sus escritos o hacéis referencia a él en<br />
cualquier ámbito, una ola de luz impregna su campo de experiencia consciente, pues así es como<br />
funciona la resonancia. Pensad que cada vez que se enciende un interruptor eléctrico, una luz<br />
cósmica asciende por la espiral e ilumina su aura, el regalo de haber servido al prójimo.<br />
Os aseguramos que no existe recompensa más grande que recibir la luz <strong>del</strong> amor, pues iluminar la<br />
conciencia es el propósito de todas las misiones en nuestro camino de regreso al Creador Original. El<br />
maestro Benjamín es conocido como el Trabajador de Luz Manifiesto de la realidad de la Tierra, y<br />
goza de gran notoriedad en planos más elevados por esa contribución específica a vuestro desarrollo.<br />
Visto desde un punto de referencia que sobrepasa vuestras posibilidades de percepción actuales, el<br />
tiempo no es un factor. Es decir, nosotros percibimos vuestra totalidad como pensamiento<br />
manifestado en la materia, y que cada unidad de conciencia contribuye a la totalidad de vuestra<br />
existencia material. Accedemos al registro akásico para presenciar la unión de ese óvulo material (el<br />
mar de la materia existencial) con el semen (la voluntad activada <strong>del</strong> Creador Original), y de dicha<br />
unión nace el universo material.<br />
Desde nuestra dimensión, vemos la vida completa —el nacimiento y la muerte de lo material— a<br />
medida que sube por la espiral cósmica hasta su próxima manifestación. No podemos prever o<br />
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