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Cosmos del Alma - PlanetaGEA

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que otros aun estáis titubeando, perdidos en la confusión de los sistemas de poder de la Iglesia y la<br />

religión, los gobiernos y sociedades que se cimientan en vuestros sentimientos de vergüenza, culpa y<br />

enajenación hacia el Creador Original, el Todo-Lo-Que-Es, el Que siempre ha sido y siempre será.<br />

Aun tenéis que imaginar cuan inmenso es el poder que reside en vuestra maestría de la sexualidad<br />

humana, pues ellos os han usurpado hábilmente el poder mediante hojas de parra y alegoría<br />

desprovista de nobleza. Ese recuerdo arquetípico <strong>del</strong> fruto prohibido y la desobediencia ha sido<br />

estimulado <strong>del</strong>iberadamente en vuestro interior en el transcurso de muchas civilizaciones sujetas a su<br />

control.<br />

Sois las chispas de la llama, fragmentos <strong>del</strong> Absoluto, que decidáis ejercer el libre albedrío en vuestro<br />

descenso hasta la materia una y otra vez; sois dioses por derecho propio. Como seres conscientes,<br />

experimentáis y aprendáis la alquimia de trascender la materia y regresar al Espíritu, el verdadero<br />

propósito <strong>del</strong> ascenso por la espiral evolutiva hacia la iluminación. Por mas largo que sea el retorno al<br />

origen, en vuestra calidad de co-creadores os estáis uniendo para regresar a la Fuente en el ciclo<br />

perpetuo de la vida.<br />

Imaginad... Así como los fulgores de ardiente brillo que en una explosión de resplandor se<br />

desprenden de vuestra Deidad Solar, y que al enfriarse lentamente adquieren la forma de cuerpos<br />

celestes en vuestro sistema solar, de igual manera se desprende de la luz toda la conciencia, y en su<br />

descenso hasta la realidad física adopta la «corteza» o cascaron exterior <strong>del</strong> cuerpo físico.<br />

Tal como la conciencia divina de Gaia se expande hacia fuera desde su centro de fuego,<br />

impregnando todas las capas de su cuerpo y de su escudo etéreo —el ozono—, así también lo hacéis<br />

vosotros. Mediante esta metáfora de la conciencia <strong>del</strong> Espíritu/vida, os pedimos que ya que-de en<br />

claro la cuestión de vivir desde el centro de vuestro ser.<br />

Podéis encontrar vuestro camino a través <strong>del</strong> laberinto de la realidad exterior y de las ilusiones de la<br />

apariencia regresando al centro, esa unidad perfecta de la oscuridad y la luz dentro de todas las<br />

cosas. Es el equilibrio yin/yang, el frescor nutritivo <strong>del</strong> magnetismo que acuna la chispa de vuestro<br />

resplandor electrizante. Es aquí donde reside el alma, y aquí y solo aquí encontrareis la verdad que<br />

os guíe a través de vuestras tormentas. Como un faro, es la señal luminosa de toda vuestra<br />

experiencia a medida que remontáis el oleaje de la tumultuosa travesía de la Tierra en su ascenso por<br />

la espiral evolutiva.<br />

Mientras no regreséis a ese lugar <strong>del</strong> centro —la sede <strong>del</strong> alma—, os sentiréis temerosos y<br />

despojados de poder luego de la gran transformación que se ha iniciado en la Tierra.<br />

En una posición de equilibrio y aceptación, reconoceréis la creación en el caos, el surgimiento de la<br />

luz desde la oscuridad repitiéndose una vez mas en el teatro de la vida. En vez de tener miedo y que<br />

os tiemblen las rodillas, os agrupareis formando tramas de diseños imponentes y colores brillantes: la<br />

Finísima Red de Luz. Reunidos con vuestra familia galáctica, tendréis la prerrogativa de experimentar<br />

directamente la perfección absoluta <strong>del</strong> despliegue de la creación —la explosión divina—, un fulgor<br />

que vosotros, como almas encarnadas, tendréis el privilegio de decidir experimentar corporalmente en<br />

un tiempo «futuro» muy cercano.<br />

Dejad de lado vuestras imágenes <strong>del</strong> apocalíptico telón final. No os hacen ningún favor, y solamente<br />

alimentaran los miedos de aniquilación que os tienen sujetos a la oscilación cada vez mas amplia <strong>del</strong><br />

péndulo emocional. Tenéis que ubicaros en el centro, en equilibrio, si vais a hacer que la energía<br />

circule correctamente por los circuitos de vuestro cuerpo. En el eje de la rueda giratoria, apenas<br />

sentiréis la fuerza centrífuga de las revoluciones de Gaia.<br />

Como es comprensible, a medida que ahora atravesáis la gran división de vuestro marco lineal de<br />

tiempo —el nuevo milenio—, la humanidad esta experimentando una sobrecarga vibratoria de gran<br />

intensidad. La fuerza de dicha energía que circula en oleadas por vuestro ser os hará sentir, en<br />

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