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Cosmos del Alma - PlanetaGEA

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Recordad que en la inmensidad <strong>del</strong> Ser Universal, una estrella es tan infinitesimal como lo es una<br />

célula para vuestro cuerpo.<br />

Por lo tanto, tenéis que partir de ese sentido de proporción relativa para percibir la muerte de una<br />

estrella tal como la experimenta el Ser Universal; frente al impacto que tiene en todas las cosas vivas<br />

dentro de su sistema solar. Una estrella que colapsa se hace más densa a medida que se contrae, y<br />

todo lo que la rodea es atraído hacia su vórtice gravitatorio, incapaz de escapar a la fuerza de esa<br />

gravedad que lo succiona hacia el interior <strong>del</strong> cuerpo estelar en consolidación.<br />

La materia (en el sentido que le damos de conciencia manifestada), el tiempo y el espacio alrededor<br />

de la estrella se alteran, creando lo que los físicos cuánticos llaman una «curva en el continuo<br />

espacio-tiempo».<br />

A medida que el colapso cobra impulso, su fuerza gravitatoria aumenta hasta que se hace tan<br />

poderosa que ni siquiera la luz puede escapar a la atracción.<br />

En un vórtice de esa naturaleza, la luz se mueve más rápida que la velocidad de la luz, y si lo<br />

observáis desde un punto remoto de referencia, el túnel entero parece el más negro de los vacíos,<br />

mientras que atravesarlo como parte activa de la experiencia supone una velocidad tan superior a<br />

vuestra comprensión, que no hay «tiempo» para experimentar esa oscuridad.<br />

Los astrofísicos que se adhieren a los preceptos generales de la teoría de la relatividad de Einstein,<br />

por lo regular concuerdan en que, a medida que la estrella colapsa, el espacio circundante empieza a<br />

curvarse o combarse distorsionando el tiempo; y cuando el proceso llega a la fase de colapso total, el<br />

tiempo se detiene por completo. Nosotros sugerimos que donde termina el tiempo lineal empieza la<br />

multidimensionalidad, porque, como sabéis, todas las muertes no son más que pasajes a otros<br />

estados de ser, y todos los finales son nuevos comienzos.<br />

En nuestro planteamiento metafísica <strong>del</strong> fenómeno de los agujeros negros en el espacio, que os<br />

hemos descrito como «la conciencia <strong>del</strong> alma <strong>del</strong> Ser Universal que asciende a través de sus<br />

cordones astrales», hemos aludido a la misma experiencia desde la perspectiva de la conciencia<br />

multidimensional y la inmensidad <strong>del</strong> Ser Universal.<br />

Aquello que vuestros científicos postulan como un suceso aleatorio en el cosmos, nosotros lo<br />

percibimos como el alma que avanza, lo cual constituye el principio absoluto de toda la existencia: el<br />

alma, que en cada nivel de co-creación se expande a medida que asciende por la espiral. No existen<br />

las coincidencias en ningún nivel de la existencia, pues todo está en estado de perpetua<br />

transformación, y así sucede con toda alma de cada ser vivo en el cosmos.<br />

De modo que esta transformación de la estrella evolucionada es un aspecto tan esencial de vuestra<br />

ascensión como lo es vuestra evolución personal como unidades de conciencia <strong>del</strong> reino de la Tierra.<br />

Como Deidad Solar, y en el proceso transformativo de condensarse, colapsar y renacer en su<br />

dimensión más elevada, la estrella experimenta la iluminación. Desde la perspectiva macrocósmica, la<br />

estrella que colapsa no es más que un aspecto <strong>del</strong> ser material que experimenta la transmutación, a<br />

la vez que proporciona un camino para que el Ser Universal se expanda y experimente sus cuerpos<br />

astrales más elevados.<br />

Comprendemos lo inmenso que os parece esto, y cuánto tenéis que alejaros <strong>del</strong> pensamiento<br />

convencional para captar su enormidad; sin embargo, como lo dice la clave, el macrocosmos es un<br />

reflejo <strong>del</strong> microcosmos.<br />

Como estaba escrito en las paredes <strong>del</strong> templo de las Escuelas de Misterio de Eleusis, en la antigua<br />

Grecia:<br />

«Hombre, conócete a ti mismo.»<br />

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