Tres Tratados (pdf)
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Este “principio” que hace vivir el firmamento, que conserva y calienta (fovetur) el<br />
aire y sin el cual se disolvería la atmósfera y perecerían los astros, lo llamamos M. (1)<br />
Nada existe en efecto más importante ni nada más digno de ser tenido en cuenta por<br />
el médico. Por otra parte, ese “principio” no está en el firmamento, ni emana de los<br />
cuerpos celestes, ni es proyectado por ellos hacia nosotros pobres mortales!, siendo<br />
mucho más y distinto que todo esto junto.<br />
Sea como fuere, tened por cierto que dicho “principio” conserva todas las criaturas<br />
del cielo y de la tierra, viviendo de él y en él todos los elementos.<br />
Recibid cuanto acabo de deciros como una opinión justa, que podéis referir en todo<br />
cuanto concierne al primer ser de la creación y de todo cuanto expliquemos a propósito<br />
de M en el presente discurso.<br />
Capítulo séptimo<br />
(Sobre la bondad suprema del aire libre)<br />
Luego de haber seguido con todo detenimiento cuanto os hemos referido acerca de<br />
M, os ruego que consideréis con atención el siguiente ejemplo: He aquí un hornillo<br />
(hipocaustum) cerrado y obstruido, en el que la viciosa combustión os produce un olor<br />
desagradable. En realidad el mal olor no nace del hornillo, sino de vosotros mismos y<br />
todos los que se acerquen notarán igualmente vuestro olor.<br />
1 Es muy difícil precisar a qué quiere referirse Paracelso con esta letra-símbolo. Los<br />
latinos opinan que representa el “Mercurio Filosófico”, que fue uno de los grandes<br />
medicamentos de la trilogía paracelsiana. Los astrólogos creen que representa el hieroglifo<br />
maternal, la llave de la Cábala ola inicial de “María”, primer ser de la creación.<br />
La versión francesa de Grillot de Givryr, acorde en cierto modo con este último concepto,<br />
lo considera como expresión del agua primordial o menstruación original del<br />
Mundo. Otros creen que esta misteriosa “M“no es otra cosa que la inicial de la “Mumia”,<br />
o sea el gran principio de conservación y perduración del Universo.<br />
De semejante manera se comprende que podáis, en un recinto determinado,<br />
provocar enfermedades o curaciones en todos los que lo habiten, pues si el aire no<br />
proviene de vosotros, el olor en cambio sí. Más aún: cuando hablamos de la Entidad<br />
Astral, nos referimos precisamente al aire.<br />
Vosotros creéis que el aire nace del movimiento de los astros, lo cual es falso, pues<br />
ocurre que confundís el aire con el viento y la atmósfera con el soplo, lo que, por otra<br />
parte, explica perfectamente la meteorología.<br />
El aire proviene (defluit) del bien soberano y ha existido anteriormente a todas las<br />
criaturas: sólo después ha sido creado lo restante. El mismo firmamento vive del aire y<br />
se conserva en el aire como los demás seres y no resulta un producto de aquél, sino al<br />
revés. Puede decirse que si todos los firmamentos se parasen, el aire seguiría<br />
existiendo, pues sólo por falta de aire podría perecer el Mundo y el firmamento entero,<br />
incluido por supuesto el hombre y todos los elementos.<br />
Venimos a concluir de esta manera con que la universalidad de las cosas se sostiene<br />
en el aire y por el aire.<br />
Este es el que llamamos “principio” M; principio incorruptible e inalterable,<br />
refractario a todo veneno. Los venenos están en el hombre y sólo pasan al aire<br />
extrasustancialmente, lo mismo que en la comparación del hornillo, que huele porque<br />
quema mal su combustible. En definitiva, lo que M corrompe (inquinat) existe en el