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Tres Tratados (pdf)

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excremento por el intestino ciego y así sucesivamente. Ahora bien cuando en esta<br />

situación, sea por debilidad de la naturaleza de los emunctorios o por la especial<br />

potencia putrescente del veneno, se retarda o se retiene la eliminación, pueden<br />

desarrollarse todas las enfermedades que dependen del mismo. Esto comporta desde<br />

luego una cierta aberración de la naturaleza y constituye el segundo mecanismo de<br />

corrupción: el de la corrupción de los emunctorios.<br />

Dos causas se manifiestan pues, universalmente, en todas las enfermedades. Más<br />

adelante volveremos a ocuparnos de esto con mayor detenimiento.<br />

Capítulo décimo<br />

(Sobre las condiciones de la salud)<br />

Habiendo expuesto en los capítulos anteriores todo lo concerniente a la Alquimia<br />

natural, a su existencia en todo animal y a la capacidad discriminadora química que se<br />

desarrolla en el ventrículo, vamos a referiros ahora la buena doctrina, con cuya<br />

aplicación podáis buscar y reconocer todas las demás enfermedades.<br />

Para que el hombre se conserve sano se necesita por lo pronto un Alquimista hábil<br />

que pueda llevar a cabo perfectamente su obra separadora de buenos y malos<br />

principios; esa obra deberá realizarse además en unos instrumentos, reservorios y<br />

emunctonios, cómodos y eficientes, contando además con el favor de los astros y con<br />

la bienhechora disposición de las otras cuatro Entidades.<br />

Todavía, y aunque todas las circunstancias previas citadas sean favorables, pueden<br />

ocurrir diversos accidentes que hieran, manchen, pudran u obstruyan los instrumentos,<br />

reservorios y emunctorios referidos.<br />

El fuego, el agua y el aire son, por ejemplo, tan necesarios en sus diversas<br />

combinaciones como perjudiciales en estado de pureza, lo que ocurre igualmente con<br />

todos los accidentes externos de gran potencia que puedan romper o alterar los instrumentos<br />

y emunctonios, haciéndolos inaptos para las funciones que les están<br />

encomendadas. La presencia de estos elementos puede poner fuera de uso los delicados<br />

medios del Alquimista provocando su enfermedad o su muerte.<br />

Capítulo undécimo<br />

(Sobre la esencia del gran veneno de la digestión)<br />

También la boca puede ser puerta de entrada para la corrupción, bien por medio del<br />

aire, de los alimentos, de las bebidas o de otras cosas semejantes.<br />

El mecanismo por el que esto llega a producirse es sencillo, tanto más cuanto que en<br />

el aire se encuentran habitualmente grandes cantidades de veneno, al que estamos<br />

permanentemente expuestos. En cuanto a los alimentos y bebidas, sena conveniente<br />

precisar que no sólo resulta dañina su calidad sino también su cantidad, la que puede<br />

igualmente discordar con la capacidad de los instrumentos del cuerpo, que puede llegar<br />

a lesionarse, con la consiguiente perturbación del Alquimista y de todas las funciones<br />

que realiza. El resultado de todo esto conduce a la corrupción y putrefacción de la<br />

digestión.<br />

Cuando la corrupción ocupa el cuerpo del hombre, el ventrículo y todos los demás<br />

órganos aparecen revestidos (induit) por el veneno, el cual adquiere desde ese<br />

momento la categoría de “madre” de las enfermedades de ese cuerpo, pues debéis saber<br />

que sólo existe un veneno, y no varios, que tenga la categoría de madre de las<br />

enfermedades.

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