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Tres Tratados (pdf)

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que crecieran la amansas (3) el polipodio, el vitriolo y la sal de nitrato, todas las cuales<br />

pueden subsistir conjuntamente, aunque siempre bajo el mayor predominio de una de<br />

ellas.<br />

Capítulo undécimo<br />

(Sobre el humor y los colores del cuerpo)<br />

A pesan de cuanto acabamos de referir a propósito de las complexiones, debéis saber<br />

que nada de lo que conviene a la esencia del hombre puede ser considerado como fijo o<br />

definitivo.<br />

Así pues no es necesario que el sanguíneo sea alegre o el melancólico triste. Más<br />

aún; diremos que esto es falso. Y ello así, porque estamos persuadidos de que la<br />

alegría, la tristeza, la ciencia, etc., no son fruto de la naturaleza, razón por la cual<br />

llamamos a vuestras propiedades de la naturaleza, propiedades del espíritu.<br />

Sólo los espíritus en efecto son capaces de engendrar tales propiedades, que<br />

provienen, no de la naturaleza, sino de ciertos seres incorpóreos que se encuentran<br />

encerrados en el cuerpo. Retened, pues, esto como si fuera un proverbio. Y no hagáis<br />

nunca uso para tales menesteres de nada que provenga de la naturaleza, ya que nada<br />

tampoco han divulgado los sabios sobre esto.<br />

Entre todo lo que significa la Entidad Natural, debéis prestar la mayor atención al<br />

humor, pues él es el verdadero licor de la vida del cuerpo.<br />

Sobre esto, sabed que existe un cierto humor que calienta y sostiene el cuerpo y que<br />

es la vida de los miembros. Este humor es por sí mismo una verdadera Entidad, que<br />

engendra los metales de la tierra y la bondad o la malicia en el hombre. Veremos cómo<br />

se explica esto.<br />

El hombre ha sido dispuesto para que pueda tener mil virtudes y otras tantas<br />

malicias, lo cual no le proviene (defluxit) de los astros ni de las estrellas del<br />

firmamento, sino que le nace (emersit) precisamente del humor. Hagamos esto más<br />

evidente con un ejemplo.<br />

El mundo posee en sus entrañas diversos metales, es decir, diversas virtudes mejores<br />

en unos sitios y peores en otros, lo cual se encuentra en el hombre de manera<br />

semejante. La razón es que el humor viene a ser la mina del bien de la naturaleza y que<br />

en el hombre los vicios resultan de que la naturaleza engendra en él muchos metales<br />

malos, no evaluándose ni correspondiendo las virtudes a las costumbres o al natural de<br />

los hombres, sino a sus colores y complexión (ha bit us). De tal manera que todo aquel<br />

que tiene buenos colores lleva en él una buena mina y unos buenos metales, y una mala<br />

mina y unos malos metales si por el contrario está mal coloreado.<br />

En cambio no podréis afirmar que el hombre sonrosado sea ya un sanguíneo por esta<br />

sola razón, ni que deban ser coléricos todos los de tinte cerúleo o amarillento.<br />

He aquí cómo deberéis juzgar: El que tenga el color sonrosado estará sometido a la<br />

influencia del Sol, ya que ese noble color corresponde a la rosa y al oro. Y de manera<br />

semejante para todos los demás colores.<br />

Por eso hemos dicho antes que los colores atestiguan el humor y que de ello debéis<br />

serviros para vuestros juicios, pues en verdad son muchas las enfermedades sometidas<br />

a su influjo (del humor), superior a la potencia de cualquiera de las demás causas.<br />

Apéndice<br />

(Semiología general de la Entidad Natural)

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