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En los reinos cristianos reconquistados, los musulmanes continuaban habitando, siendo conocidos<br />
bajo el nombre de mudéjares, dedicándose por lo general a tareas agrícolas. También había gran número<br />
de judíos, que eran artesanos, comerciantes y prestamistas.<br />
Luego de la toma de Granada la tolerancia terminó y los que no se convirtieron al cristianismo<br />
fueron desterrados.<br />
Los judíos fueron expulsados en 1492. Los moros, si bien en el pacto celebrado en la toma de<br />
Granada se les reconocía la posibilidad de seguir profesando su culto, se inició una etapa de conversión a<br />
la fe cristiana de manera pacífica, aunque luego la evangelización adquirió características más duras e<br />
intolerantes cuando se encomendó esa tarea al cardenal Cisneros, en el año 1499. Esta forma agresiva<br />
originó levantamientos que fueron reprimidos.<br />
Ya en la provincia de Málaga: el 14 de febrero de 1502 se dictó la pragmática que establecía la<br />
expulsión de los musulmanes de Granada que no se convirtieran al cristianismo.<br />
Málaga fue sometida por Abdelazís, hijo de Muza y gobernador de Sevilla, quien hizo en ella gran<br />
destrozo, por lo que sus moradores huyeron a los montes inmediatos, donde se resistieron algún tiempo,<br />
hasta que negociaron con los moros las condiciones en que habrían de conservar su religión, leyes y propiedades.<br />
No garantizaron estos pactos, como es de suponer, una convivencia estable, sino que hubo persecuciones,<br />
y es posible incluso que se llegase a la desaparición de los cristianos, deportados a África.<br />
Los invasores africanos formaron una cora o provincia que abarcaba sensiblemente el actual territorio<br />
provincial <strong>malagueño</strong>, excepto Ronda y Campillos, e integraba, por la parte oriental, algo de la provincia<br />
de Granada.<br />
Dieron a esta cora el nombre de Rayya, de discutida etimología, y aunque alguna vez lo aplicaron<br />
también a la ciudad, generalmente a ésta le mantuvieron el nombre y pronunciación antiguos, Malaka, o<br />
bien Malica y Malicha.<br />
Los musulmanes, no obstante, no mantuvieron en ella la capital del distrito, que ostentaban bajo<br />
los visigodos, sino que, por razones probablemente estratégicas, la establecieron en Archidona, aunque<br />
antes del siglo XI recuperó la capitalidad. Fue residencia de los wallíes o gobernadores, que tuvieron importante<br />
protagonismo y poder.<br />
Fueron los árabes habilidosos para la agricultura, expertos en el aprovechamiento de las aguas,<br />
buenos constructores de pozos, norias y acequias. Estas facultades, unidas a la fertilidad del suelo <strong>malagueño</strong><br />
y a su clima, hicieron que desde Fuengirola a Vélez la costa fuese un higueral. Los alrededores de<br />
la ciudad se regaban con aguas del Guadalmedina – Wad-al-medina, río de la ciudad. Ocho siglos de historia<br />
árabe vista de la Alcazaba de Málaga.<br />
A principios del siglo VIII comienza el derrumbe de la monarquía goda y, a mediados de este<br />
mismo siglo, la penetración del Islam en la península ibérica desde las costas del norte de África. Este<br />
fenómeno se observa en la provincia de Málaga en el asentamiento de nuevos pobladores, árabes y beréberes<br />
y también con la huida a los montes de la población indígena.<br />
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