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Nuestros pueblos - El avisador malagueño

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Editorial<br />

La página de hoy quiere recordar de forma general, el patrimonio museístico que va teniendo la<br />

ciudad y que no es de ayer, ni desde cuando comenzamos a pujar por la capitalidad cultural del 2016.<br />

Viene de bastante antes y por esa razón es por lo que traemos a colación esta joya, perdida para algunos,<br />

en el transitado Pasillo de Santa Isabel.<br />

Bajando al hilo del Guadalmedina, en la acera de la izquierda, nos encontramos con una vetusta<br />

edificación que mucho antes que Mesón de la Victoria, fue hospedería para los frailes que bajaban a la<br />

ciudad.<br />

Los grupos del IMSERSO, otros venidos del interior de la capital y algún que otro extranjero, son<br />

la clientela que ambienta mayormente las mañanas de esta zona. Es un lugar que hay que visitar y conocer.<br />

Allí, en su interior, con esa luz propia que resalta el tono sepia del s. XIX, se presentan utensilios,<br />

aperos y herramientas de hace más de dos siglos. Estancias, muebles, cuadros de cotizados pintores de la<br />

época; ropas, complementos y ajuares de familias que nos instruyen en una forma de vida que no por arcaica<br />

deja de ser entrañable. Así vivían y trabajaban nuestros antepasados. Es un lugar que huele a viejo.<br />

Un lugar que invita a verlo en solitario o en reducido grupo con idea de que no se perturbe nuestra mente<br />

y se la deje viajar por una cocina, un dormitorio, un cuarto de estar o la cochera donde podemos soñar<br />

hemos dejado nuestro carruaje y la cuadra donde un bonito caballo repone fuerzas para afrontar una nueva<br />

jornada. <strong>El</strong> ruido de una fuente y el frescor que aportan las cuidadas plantas que adornan la entrada y el<br />

patio interior, constituyen un maravilloso oasis urbano donde con poco esfuerzo, te aíslas del ajetreo propio<br />

de una arteria muy transitada y del no menos ruidoso mercado que linda a dos fachadas de nuestro<br />

Museo Unicaja de Artes y Costumbres Populares.<br />

Todo tiene su historia y la que nos ocupa arranca a principios de los 60 donde se empieza a constituir<br />

un fondo que va adquiriendo la Caja de Ahorros Provincial de Málaga, de la mano de un <strong>malagueño</strong><br />

ilustre, don Enrique García-Herrera, que desde su posición de Director General, se desvivía por recuperar,<br />

conservar y difundir nuestro patrimonio etnográfico.<br />

<strong>El</strong> primer emplazamiento lo constituyen unas salas cedidas por la Sociedad Económica de Amigos<br />

del País, en el antiguo edificio del Montepío de Viñeros, en la Plaza de la Constitución. En 1974 se adquiere<br />

el antiguo Mesón de la Victoria y el 23 de octubre de 1976, totalmente reformado y adecuado desde<br />

el más absoluto respeto a su época, queda inaugurada esta oferta cultural, que probablemente por asequible,<br />

muchos desconocemos.<br />

Pero todo esto es imposible de custodiar, mantener y organizar en el tiempo si no se cuenta con la<br />

persona idónea. Aquí, los amantes de este patrimonio cultural estamos de enhorabuena. Desde un principio<br />

ha estado al frente, como directora de todo esto, una profesional de categoría, perteneciente al Cuerpo<br />

Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos: Trinidad García - Herrera. Una mujer entrañablemente<br />

delicada y amable, seria y recta en su cometido, colaboradora con todo aquel que le ha solicitado<br />

ayuda en un trabajo de investigación, o una simple consulta, siempre proporcionando más datos de los<br />

que se le han solicitado. Una mujer que ha hecho un trabajo encomiable con estos fondos y con el Archivo<br />

Díaz de Escovar, legado documental más importante de este museo. Una mujer que ha puesto su toque<br />

personal hasta en el cuido de las plantas que decoran el edificio. Trinidad García - Herrera es el alma de<br />

esta Obra Social de Unicaja que ha dedicado su vida laboral y su afición. Según R. A. Wilson, la realidad<br />

es todo aquello que uno puede permitirse, y qué mejor cosa que permitirse trabajar en aquello que te legó<br />

tu propio progenitor, constituyendo más un sentimiento que una obligación laboral. Sea pues esta página<br />

para rendir cumplido homenaje de agradecimiento a Trinidad que para bien de la cultura malagueña, no se<br />

jubila y seguirá vinculada, por ahora, a concluir esta hermosa tarea desde su atalaya, un despacho recoleto<br />

con paredes decoradas de estanterías con carpetas, grabados antiguos y un ordenador donde todo está<br />

guardado y bien guardado. No se puede jubilar porque ella es joven y cumple a diario la Ley de Capp: “lo<br />

más que se puede hacer por recuperar la juventud es repetir las locuras de entonces”, y ella, en el día a<br />

día, sigue embarcada en esa locura de la cultura que comenzó en sus años jóvenes a la sombra y tutela de<br />

su padre. Nuestra ciudad sigue siendo deficitaria en <strong>malagueño</strong>s y malagueñas como éstos. Gracias por<br />

todo, Trini.<br />

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