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Desde la osera<br />
Por José Antonio Barberá<br />
CONVENTO NTRA. SRA. DE LOS ÁNGELES<br />
Parte segunda y última<br />
“Aquí vivimos a golpe de suerte, algo divino debe protegernos porque en el<br />
último momento, cuando nos vamos a hundir, cuando no vemos ya solución...<br />
algo milagroso sucede”. Cristina Rueda, Directora del Centro.<br />
Continuando con el relato que dejamos tranquilamente descansando en espera de este nuevo número<br />
de abril, comprobaremos que el deseo de los esposos Torres-Ponce de León, no sufrió demora ya<br />
que su hijo, Luis de Torres de la Vega y Ponce de León en unión del tesorero de la iglesia Catedral de<br />
Málaga, don Alonso de Torres, de quien se dice fue notable escritor, finalizaron la obra en 1584. <strong>El</strong> acto<br />
de entrega del nuevo convento al padre provincial de los franciscanos en Andalucía, fray Pedro de los<br />
Ángeles, quien llega desde Sevilla con otros ocho frailes se realiza el día 2 de enero de 1585, colocándose<br />
como recuerdo del acto una inscripción latina en el arco de la escalera principal, en el claustro bajo.<br />
Mientras finalizaban la iglesia del Convento, don Diego mandó construir una pequeña capilla a las<br />
puertas del mismo, donde pudiesen cubrir las necesidades del espíritu, su culto se dedicó a san Pedro y<br />
san Pablo. Dicha capilla, a principios<br />
de 1900 ya no existía.<br />
La influencia de esta familia<br />
en Roma, motivada por<br />
dos de sus familiares, tío y sobrino<br />
que vistieron el púrpura<br />
del cardenalato en Palermo y<br />
Montereal, debió ser grande, ya<br />
que se le otorgó a esta fundación<br />
malagueña importantes privilegios,<br />
entre ellos la incorporación<br />
espiritual a la Basílica Lateranense<br />
(de San Juan de Letrán),<br />
para que todos cuantos la visitaran<br />
gozaran de los mismos privilegios<br />
que a aquella le estaban<br />
concedidos.<br />
Muchas fueron las familias<br />
importantes de la sociedad<br />
malagueña que colaboraron en el adorno de la iglesia, a destacar las de Noriega y Leiva que la dotaron de<br />
una capilla en la que labraron una bóveda para las sepulturas de sus familiares.<br />
Se instaló una hospedería, donde cada año las peticiones de habitaciones eran mayores y ya en<br />
1624 una congregación religiosa solicitó al entonces guardián, fray Antonio Serrano, licencia para ocupar<br />
unas cuevas cercanas, creándose la congregación de San Pablo.<br />
Lisardo Guede, gallego de nacimiento y <strong>malagueño</strong> de corazón, amador incondicional de nuestra<br />
tierra, cronista y archivero de la diócesis malacitana, me comentaba haber visto a principio de los años 70<br />
los restos de aquellas cuevas convertidas en celdas, y desaparecidas en el siglo XIX, asimismo me indicó<br />
que la zona del Arroyo de los Ángeles estuvo habitada por eremitas desde tiempo inmemorial, existiendo<br />
noticias sueltas de ellos en el siglo XVI.<br />
En el siglo XVII, el Arroyo de los Ángeles, era el campo de desafío donde frecuentemente los nobles<br />
<strong>malagueño</strong>s a tiro de espada o sable, lavaban las manchas del maltratado honor de algunos de ellos,<br />
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