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<strong>El</strong> otro Jabegote<br />
Por Juan G. Arrabal Granados<br />
EL VINO DE MISA. LA EUCARISTÍA<br />
Generalmente, no siempre, escribo con arreglo a aquello que le puede<br />
ir más a la fecha en que nuestra revista ve la luz, por ello, metidos en Semana<br />
Santa, quisiera tocar un tema que sin que aparezcan los capirotes, los tronos<br />
y todo lo que rodea a nuestras cofradías, verse sobre algo que es eje de la conmemoración.<br />
<strong>El</strong> Jueves Santo solemniza la instauración de la eucaristía, por ello el estar señalado como<br />
“Día del Amor Fraterno”.<br />
Me mueve hoy el ánimo, el recuerdo de la visita<br />
que hace unas semanas, el equipo que habitualmente<br />
colabora en estas páginas, cursábamos al Museo del Vino<br />
de nuestra ciudad. Contemplaba extasiado el panel correspondiente<br />
a la colección de etiquetas de vino para consagrar<br />
y recordaba con cariño a algunos de los bodegueros<br />
cuyos nombres eran firma de estos celestísimos caldos<br />
cuya elaboración no puede hacerse así como así. Tuve la<br />
gran suerte de conocer en vida a los Krauel, Garijo, Caffarena,<br />
etc., los que en más de una ocasión me contaron entresijos<br />
de este vino y de otros, que en más veces de las<br />
deseadas, son auténticos desconocidos para la gran mayoría<br />
de nuestros paisanos y no paisanos. Esto lo pude comprobar<br />
de forma rotunda y fehaciente en el año 1980 con<br />
motivo de que la Hermandad Sacramental de Viñeros, de<br />
la que fui Hermano Mayor en esas fechas, organizara una<br />
Fiesta de la Vendimia, previa a la secular tradición de la<br />
Bendición Litúrgica de las Uvas y del Mosto que celebra<br />
cada año por el mes de septiembre. En las distintas degustaciones<br />
que se ofrecieron a lo largo de la fiesta, casi era generalizado el comentario: ¿pero Málaga tiene<br />
vino seco?... sí, y otros muchos más.<br />
Las confesiones cristianas son las más pródigas a utilizar el vino en sus celebraciones, principalmente<br />
los católicos y los judíos. En el Concilio Eucarístico de Barcelona (1944) se dejaron muy claras<br />
las normas que habían de seguirse, incluida la asepsia, para la elaboración del vino de misa y así lo recoge<br />
el padre Eduardo Vitoria, S.J. en su obra “<strong>El</strong> Pan y el Vino eucarísticos”: La Iglesia católica lo denomina<br />
vino de misa. Hay muchas y variadas calidades de vino de misa, según la región o país donde se elabora.<br />
En esto, como en casi todo, “a nadie le huelen sus..., ni sus hijos les parecen feos"; el vino de misa por<br />
excelencia, es el vino de Málaga, por ser vino licoroso y el más adecuado para obtener la graduación centesimal<br />
más adecuada como se verá más adelante.<br />
<strong>El</strong> padre Vitoria justifica lo siguiente: “En general, los vino secos, por muy exquisitos y añejos<br />
que sean, no son gratos al paladar que está en ayunas”. En este punto, debemos recordar la abstención<br />
alimenticia que había que observar antiguamente antes de comulgar, muchísimo más severa que en la<br />
actualidad. Por ello, se propone que los vinos para la consagración sean abocados o mejor dulces. Antes<br />
que nada este mismo sacerdote ya pone de manifiesto que “<strong>El</strong> vino destinado al Santo Sacrificio y que,<br />
junto al Pan Consagrado, forman un solo Sacramento, ha de ser necesariamente de vid”. Y aquí es donde<br />
entran nuestros vinos ya que poseen tal cantidad de azúcares que permiten un margen inusual para que<br />
el alcohol etílico resultante de la fermentación alcance con cierta facilidad los 16º centesimales. En lo que<br />
respecta a los secos es más óptimo el resultado ya que la fermentación natural se produce con mayor facilidad<br />
que en los dulces.<br />
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