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Relatos ganadores - Ainsa

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azotaba sus muros y ventanas con una violencia inaudita. Al poco era más granizo que agua lo<br />

que caía, y finalmente cayó más grueso aún, más seco. Y aunque todos pensaban en los daños<br />

que podía ocasionar y la oscuridad era casi total, las centellas eran tan abundantes que todo<br />

quedaba iluminado con una nitidez extraordinaria y alguien que se percató dijo a los demás,<br />

mirad, y señaló el mural del frontis de las escaleras del ayuntamiento, y los demás miraron para<br />

ser testigos de cómo el mural, ayudado por el agua abundante y el repiqueteo constante del<br />

granizo sobre su superficie, iba desprendiéndose de su piel como a tiras, la capa externa se<br />

ampollaba, húmeda y acababa por reventar, deslizándose, terminando por cae. Y allí, ante los<br />

atónitos ojos de quienes hacía hora para irse a casa en el bar del Rufo, el mural cambió de piel,<br />

igual que una culebra, así lo diría Niceto, para descubrir en su esplendor la verdadera esencia de<br />

su mensaje. La tormenta amainó levemente y el granizo cesó. Todos vieron cómo Marcial<br />

Presente cruzaba la plaza desde su casa y se quedaba allí, en medio, contemplando a la luz de los<br />

relámpagos el rostro secreto de la obra de Sinués. Allí soportó estoicamente el aguacero, que<br />

parecía no importarle mojarse hasta los huesos, totalmente empapado, tratando de entender lo<br />

que había ocurrido y constatando con estupor aquel cambio radical, que no era la libertad de un<br />

pueblo sino su opresión lo que allí se representaba, y aunque distorsionado era capaz de<br />

reconocerse él mismo en aquel rostro de gesto desencajado y amenazante, monstruoso, que<br />

devoraba a sus hijos, igual que el personaje mitológico, y que ocupaba buena parte de uno de los<br />

laterales, y lo que era aún peor, estaba convencido de que entre los rostros de aquella multitud<br />

amenazaba que el mural representaba se habían de encontrar muchos de sus vecinos. Marcial<br />

Presente hubiera ordenado destruir aquel mural en el acto de no haber sido porque, para<br />

entonces, un segundo peritaje especializado había llegado ya al ayuntamiento, que le quemaba<br />

en las manos cada vez que lo tomaba del cajón, y en él se advertía de la posible existencia de un<br />

mural tras el mural externo, de gran calidad plástica y que, dada la relevancia de su autor, era

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