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Relatos ganadores - Ainsa

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El mural<br />

Manuel Arriazu Sada<br />

Primer premio<br />

No era casualidad que a don Marcial Presente le importara la media que sobraba el<br />

estado de deterioro irreversible en que se hallaba el mural de la escalinata de la Casa de la Villa.<br />

A ojos vista se desmoronaba. Una cosa era prometer y otra, muy distinta, dar trigo. Eso<br />

pensaba Niceto, el Rachas, y así lo dijo en la barbería del Colorao mientras le enjabonaba la<br />

cara, que después, en cuando notó que el barbero afilaba la cuchilla, ris, riás, ris, riás, en el<br />

talabarte de cuero, ris, riás, ris, riás, cerró la boca, y siguió con ella cerrada mientras le rasuraba,<br />

más quieto que un mazo se estuvo, que no era cuestión de acabar con una tajada de pronóstico,<br />

no sería el primero, que en la barbería del Colorao se hablaba de todo lo humano y algunas<br />

cosas, pocas, de lo divino, y sobre todo había quien opinaba, a favor y en contra, de esto y de lo<br />

de más allá, que de todo había, no podía ser de otro modo, pero a veces la vehemencia de quien<br />

escuchaba, con el Colorao metido en faena, llevaba a algunos clientes a olvidarse de dónde<br />

estaban y de lo poco apropiado que podía resultar para sus integridad física abrir la boca, que<br />

más a destiempo no podía ser a pesar de las razones que pudieran ampararle, de modo que<br />

acababan por descomponer al Colorao que, a pesar de todo el cuidado y la pericia y el interés<br />

que ponía en la labor que se traía entre manos no le quedaba más remedio que parar y decirle al<br />

cliente lo que pensaba, joder, que parara ya, no veía que le iba a hacer un salchucho o qué, coño,<br />

que parara quieto de una jodida vez, que ya hablaría cuando rematara, que así no había quien<br />

trabajara, coño. Así que no era raro que, a pesar de todas las precauciones y advertencias,<br />

hubiera, de cuando en vez, algún herido de guerra, lo que decía el Colorao, ahora, si te parece,<br />

vas y me denuncias. Pero aunque hubiera sangre nunca llegaba al río. Tampoco en esta ocasión,

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