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Arthur Rimbaud - Personal Telefónica Terra

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nas. — Estoy sentado, leproso, en los cacharros rotos y las ortigas,<br />

al pie de un muro roído por el sol.— Más tarde, reitre,<br />

habría vivaqueado bajo las noches de Alemania.<br />

¡Ah! Algo más: bailo el aquelarre en un rojo calvero, con<br />

viejas y con niños.<br />

No recuerdo más lejos que esta tierra y el cristianismo.<br />

Nunca me terminaría de ver en ese pasado. Pero siempre solo,<br />

sin familia; incluso ¿qué lengua hablaba? No me veo jamás en<br />

los consejos de Cristo; ni en los consejos de los señores, —<br />

representantes de Cristo.<br />

¡Oh la ciencia! Lo hemos recuperado todo. Para el cuerpo y<br />

para el alma, — el viático, — tenemos la medicina y la filosofía,<br />

— los remedios caseros y las canciones populares arregladas.<br />

¡Y las diversiones de los príncipes, y los juegos que éstos<br />

prohibían! ¡Geografía, Cosmografía, Mecánica, Química!…<br />

¡La Ciencia, la nueva nobleza! El progreso. ¡El mundo<br />

avanza! ¿Por qué no va a dar vueltas?<br />

Es la visión de los números. Vamos hacia el Espíritu. Es<br />

segurísimo, es oráculo, esto que os digo. Comprendo y, como<br />

no sé explicarme sin palabras paganas, querría callarme.<br />

_________________<br />

¡Vuelve la sangre pagana! El Espíritu está cerca: ¿por qué no<br />

me ayuda Cristo, dando a mi alma nobleza y libertad? ¡Ay! ¡El<br />

Evangelio pasó! ¡El Evangelio!<br />

Estoy esperando a Dios con glotonería. Soy de raza inferior<br />

desde la eternidad.<br />

Heme en la playa armoricana. Que las ciudades se enciendan<br />

al atardecer. Mi jornada está hecha; dejo Europa. El aire<br />

del mar me quemará los pulmones, los climas perdidos me<br />

curtirán. Nadar, desmenuzar la hierba, cazar, sobre todo fumar;<br />

beber licores fuertes como metal hirviendo, — como hacían<br />

los queridos antepasados alrededor de las fogatas.<br />

Volveré, con miembros de hierro, con la piel oscura, los<br />

ojos enfurecidos: por mi máscara, me juzgarán de una raza<br />

fuerte. Tendré oro: seré ocioso y brutal. Las mujeres cuidan de<br />

estos feroces enfermos cuando regresan de los países cálidos.<br />

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