Amor de Viejo. - Bicentenario
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nuestra mano está que esta elegante carretela nos pertenezca<br />
en propiedad exciusiva.<br />
Durante las tres horas <strong>de</strong> paseo, doña Nicanora no<br />
perdió el tiempo.<br />
—,Que dices, Dorotea? —dijo a su hija—, icuAn diferente<br />
es la vida <strong>de</strong> los ricos!<br />
—Ya lo creo.<br />
—Este carruaje lo mismo que cuantos quieras, podrán<br />
ser tuyos con una palabra que pronuncies.<br />
—Mama, alil está Enrique y no lo saludaste.<br />
..Quita allá con tu Enrique... hf irichi más insustancial...<br />
,pero no oyes que estoy hablando <strong>de</strong> cosas serias?<br />
—Vinimos a divertirnos y no a fastidiarnos.<br />
—Pero...<br />
—Después, mama, <strong>de</strong>spués hablaremos <strong>de</strong> eso.<br />
Doha Nicanora siguiO, sin embargo, predicando sin<br />
per<strong>de</strong>r ninguna oportunidad, y la joven, respondiendo con<br />
distancias o escuchando con ligereza, pues solo se ocupaba<br />
en gozar <strong>de</strong> aquella primorosa tar<strong>de</strong> con toda su alma y<br />
<strong>de</strong> construir también lindos jardines, en los cuales no<br />
entraba por supuesto la imagen <strong>de</strong> su viejo adorador.<br />
Al dIa siguiente entraron cuatro cargadores a la casa<br />
<strong>de</strong> doña Nicanora, que ilevaban sobre los hombros canastas<br />
y cajones, con los efectos siguientes: frutas, vinos, pasteles,<br />
conservas alimenticias, abrigos, géneros, pañuelos y<br />
hasta botoncitos. Aparte fue entregada una coqueta canastilla<br />
para. Dorotea, conteniendo flores, una sortija, unos<br />
pendientes y algunos otros dijes <strong>de</strong> poco valor, pero <strong>de</strong><br />
aquellos más indispensables y <strong>de</strong> que más carecia la muchacha<br />
para presentarse en una concurrencia.<br />
Tanto doña Nicanora como Dorotea, se estremecieron<br />
a la vista <strong>de</strong> todo aquello, con gozo y con susto, vacilando<br />
sobre la actitud que <strong>de</strong>bieran guardar en aquel caso imprevisto...<br />
Una esquelita firmada por el pariente farmacéutico<br />
vino a tranquilizarlas. En ella les rogaba tuvieran<br />
la amabilidad <strong>de</strong> aceptar aquel humil<strong>de</strong> presente, pues a<br />
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