Amor de Viejo. - Bicentenario
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Las gentes <strong>de</strong> la uña larga, los facinerosos <strong>de</strong> las pobla -<br />
ciones, los especuladores <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sgracia, los bandidos que<br />
se ocupaban en robar a los que se encuentran apurados, so<br />
pretexto <strong>de</strong> pre.starles dinero con el tanto por ciento, eos<br />
vampiros <strong>de</strong> la sociedad, en fin, cornpañeros <strong>de</strong> don Facundo,<br />
hablan prestado a dofla Nicanora doscientos pesos,<br />
haciénclola firmar una escritura <strong>de</strong> quinentos, con el pacto<br />
<strong>de</strong> retroventa. Iba a cumphrse el plazo. V dona Nicanora<br />
estaba en completa imposibilidad <strong>de</strong> pagarlos.<br />
El acreedor implacable se habIa presentado a dar el<br />
ultimatum: madre e hija lloraI)an suplicandole en vano<br />
que el plazo se prorrogara, cuando lleg() don lacundo. Se<br />
enteró <strong>de</strong> lo que pasaba, unió sus instancias a las <strong>de</strong> las<br />
sefloras tarnbién in6tilmentc. pues el tenedor (Ic la esci'itura<br />
no parecia tener entrañas, era Un cornpanclo. Don<br />
Facundo las dijo algunas palabras para que se consolaiaii<br />
y se <strong>de</strong>spidio como para no seguir presenciando aquel I riste<br />
cuadro.<br />
Por la tar<strong>de</strong> volvió en efecto: Ilevaba en la man la<br />
escritura chancelada y el recibo <strong>de</strong> los quinientos pesos.<br />
La querida casita, aquella finca <strong>de</strong> alX)lengo estaha salvada!<br />
Doña Nicanora y Dorotea lioraron <strong>de</strong> agra<strong>de</strong>cimiento.<br />
Era el décimo cuarto dia <strong>de</strong> aquellos quince que dona<br />
Nicanora veja transcurrir con zozobras. para que su hija<br />
diera su resolución sobre las pretensiones <strong>de</strong> don Facundo,<br />
cuando ocurrió otro inci<strong>de</strong>nte, la ültima calaverada arnorosa,<br />
el postrer golpe asestado por el anciano amante a los<br />
buenos sentimientos <strong>de</strong> su novia, el que casi vino a fijar<br />
el porvenir <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sdichada Dorotea.<br />
La joven se habla quejado la noche anterior, <strong>de</strong>lant.e<br />
<strong>de</strong> don Facundo, <strong>de</strong> que un petimetre la inquietaba, un<br />
petimetre por supuesto que no era <strong>de</strong>l agrado <strong>de</strong> Doi'otea,<br />
el cual se acercaba frecuentemente a su ventana, al oscurecer,<br />
y alli aparecla plantado haciendo instancias para<br />
que le recibiera una carta.<br />
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