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La correspondencia mantenida con Don Emilio Romay Montoto, corrobora
cuanto sobre su trabajo hemos señalado. Para los bancos del Cantón Pequeño,
auténticas piezas de museo, le dice:
«Envio aV. el dibujo de los bancos. Sería conveniente hacer todas las barras de un banco
para cuando fueran las patas de fundición ver un banco completo, antes de hacer los demás»
(sin fecha).
«Encargué ya en firme, en vista de sus instrucciones, los piés para los bancos, en un
tanto alzado de 90'00 pts., por pié. Digame cuantos bancos son: creo que son 8, de modo
que serán 16 piés.
Contésteme pronto pues he avisado que empiecen enseguida para que puedan estar
colocados a primeros de Julio. Nota]. En cuanto a los arbustos para el palco, no me he
olvidado de ellos. Fui tres veces a la finca de la florista, al fin pude hablar con ella y escribió
no sé a donde pidiéndolos; y hace tres días me contestó, al fin, que no los tienen como yo los
quiero. He de hablar nuevamente con ella para aclarar la cosa» (24-Mayo-1928).
«Al mismo tiempo quería darle noticias de los bancos en los que se está trabajando desde
principios de mes, y ayer por la tarde me acerqué a la Fundición de Solórzano para, en la
carta que pensaba escribirle, tocar estos dos puntos...
Bancos hay cinco fundidos, o sean los piés, que dije a Solórzano que envíe en cuanto
estén repasados —dentro de este mes— con objeto de que vayan labrando ahí la madera de
tea conforme a dibujo, para todos; y coloquen, por de pronto, esos, dando así tiempo a que
terminen los demás...
En cuanto a completar el alumbrado del Kiosco, el primer día que vaya por esa lo veré
sobre el terreno...» (23-Junio-1928).
En otras cartas, se refiere a la lápida dedicada a Don Roque Naveira, construcción
de calles, del Mercado Municipal, de la Casa Consistorial, de proyectos de
fuentes etc., de rico contenido y con sobradas muestras de afecto hacia nuestra
población, suficientes para poder calificarlo de tanto «betancerismo», como del
«coruñesismo» que enarbolaba.
Hemos recorrido distintas etapas sobre la realidad del Campo de la Feria,
facetas conexionadas bajo el denominador común de servicio a la ciudad y a su
área de influencia, como enclave de transacciones mercantiles, lugar de encuentro
o de manifestaciones lúdicas; cuya generosidad espacial se transforma lentamente,
con el ritmo pausado de las ataduras sociales y de los avatares políticos,
difíciles de concebir fuera del contexto agrario circundante y de las connotaciones
tardo-feudales, que retrasaron el desarrollo de la ciudad hasta bien entrado
el siglo XIX.
El Campo de la Feria es un todo para los brigantinos, y significa la vitalidad
de la urbe en el orden esencial de la convivencia; la retrospectiva nos encamina
hacia una feria sin planta concebida, nacida de la espontaneidad, funcional, y
con la capacidad necesaria para salvar su horizonte, bajo el amparo de la merced
Real a la hora de otorgar privilegios, como garantía de pervivencia y de
progreso.
El vertiginoso desarrollo del entorno, con la ciudad de A Coruña a la puerta,
las noticias del progreso y embellecimiento de la Capital de España y otras grandes
ciudades, con la aparición de publicaciones en las que se contemplan los
monumentos que colaboran con el urbanismo, en fin, con la educación cívica
transmitida por estos y otros medios, se forjan las iniciativas para la transformación
del Campo.
En numerosas ciudades se generan suscripciones para contribuir al levantamiento
de fuentes, estatuas y otros monumentos; sistema que se trató de emular
en Betanzos, con resultados inciertos, seguramente por la ausencia del sentir
patriótico que las propiciaba, y más tarde, quizás, por la profusión generada en el
cercano «Pasatiempo», con faustos ilustrativos a doquier, debidos a la generosidad
de los hermanos García Naveira.
Conocidas las principales vicisitudes de la transformación del Campo de la
Feria, es de agradecer el esfuerzo y tesón mostrados por nuestros predecesores,
para legarnos el embrujo de sus sueños hecho realidad.
La filosofía anteriormente señalada, fue el motor que hizo vibrar a la ciudadanía
brigantina en Octubre de 1988, al enterarse de la existencia de un anteproyecto
para construir una «Estación de autobuses y aparcamiento» en la superficie
y subsuelo de la Plaza de los Hermanos García Naveira. Los sondeos de opinión,
esparcidos des,de el gobierno municipal a través de la prensa y por otros
medios, despertarán la furia" popular y produjeron una reacción contraria a lo
pretendido; fue así, que se sucedieron manifestaciones y protestas generalizadas
ante el Palacio Consistorial y dentro de él, con un ímpetu no recordado en
tiempos de paz. El alcalde, D. Manuel Lagares Pérez, a la vista del cariz que
tomaban los acontecimientos, decidió retirar la propuesta, emanada de la
Conselleria de Ordenación do Territorio, presidida por D. Antolín Sánchez
Presedo.
El desafortunado estudio, había sido realizado por el Director General de Medio
Ambiente, D. Valentín Souto, quien cono arquitecto había trabajado para el
Ayuntamiento de Betanzos. En el anteproyecto se contemplaba la modificación
de la superficie del Campo, motivo de la polémica y de la plausible respuesta de
la población, ante quienes pretendían transformar, sustancialmente, el tradicio-
23 Padecida por el que esto escribe, al intentar acceder a la Sala Capitular a una reunión a la que
había sido convocado y exponer, como hice, nuestra rotunda oposición a la realización del proyecto.
Desde la puerta de entrada al Ayuntamiento y primer piso, fui empujado, increpado e insultado,
sin razón alguna. Esto aconteció en la primera semana del mes de Octubre.