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La nave central presenta doble anchura que las dos laterales. Todas desembocan
en un triple ábside que, de aparente cuerpo volumétrico, destaca
sobre cualquier otro elemento arquitectónico de la iglesia. La capilla mayor,
con trazo poligonal, reproduce el mismo modelo de cabecera que presentan
los templos dominicos de la época a la que hacemos referencia
(siglos XIV-XV), si bien las capillas laterales se yerguen sobre planta cuadrada.
Las tres únicas dependencias con bóveda de crucería.
Los símbolos y armas de los Andrade aparecen en paños y arcadas: el
jabalí con cruz florenzal (que hoy representa una de las imágenes más tradicionales
de la Ciudad de los Caballeros más allá de nuestras fronteras) corona
su testero.
El coro, que recibe iluminación natural a través del impresionante rosetón
de hojas de acanto que mira al oeste, se levantó a los pies del edificio, aprovechando
los pilares del claustro de San Francisco. La pila, de estilo gótico y
grandes proporciones, procede del claustro del Hospital de San Antonio (hoy
sede de los juzgados), donde se utilizaba como lavadero.
De la ornamentación interior destaca el retablo situado en la capilla mayor
(cuyos detalles se desglosan en páginas posteriores). En cuanto al exte
rior de Santa María sobresalen tres portadas. Se respira tradición románica
en todas ellas, lo que lleva a pensar en una labra arcaica de los canteros del
siglo XV. Nada más lejos de la realidad.
La Epifanía preside la principal, cuyo conjunto también incluye dos imágenes
de la Anunciación de María. La portada norte reproduce una escena
del Juicio Final. Se aprecia la imagen de San Miguel pesando en una balanza el
alma de un «justo» en actitud orante, mientras un muerto recibe de una figura
de apariencia monstruosa un chorro de líquido ardiente.
En el tímpano de la puerta meridional se reflecten tres cruces entrelazadas.
Tímpano y arquivoltas de la
fachada principal del templo
do Azougue, cuyo conjunto
completan dos imágenes
laterales.
Las armas y símbolos de los Andrade proliferan en paños y arcadas de la iglesia,
como en la mayoría de templos de la ciudad.
La de entrada, con decoración profusa y columnas acodilladas en las jambas,
las flanquean dos altares, con esculturas pétreas. Dos imágenes que, en
más de una ocasión, han sido el foco de las miradas de muchos betanceiros.
El tímpano se completa con sendas imágenes de la Anunciación y de la Adoración
de los Magos.