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HISTORIA DE LA CONQUISTA Y POBLACIÓN DE ... - Venciclopedia

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infame compañía, emboscándose, sin que los echasen menos, por las malezas<br />

de aquellos arcabucos: burla que irritó tanto al tirano, que maldiciendo<br />

su fortuna, ponderaba con extremo la infamia de sus Marañones, pues lo<br />

desampararon al mejor tiempo, dejándolo abandonado en la fuerza de su<br />

mayor conflicto; pero al fin, aunque oprimido con estos desconsuelos y<br />

cargado de mil temores en que lo traía envuelto el remordimiento de su<br />

mala conciencia, hubo de llegar al río del Yaracuy y valle de las Damas,<br />

donde sintiéndolo las centinelas, que tenían puestos los de Barquisimeto,<br />

partieron para la ciudad tocando al arma; y como los vecinos se hallaban<br />

sin prevención para poder defenderse, porque Gutiérrez de la Peña aún<br />

no había llegado con la gente que se juntaba en el Tocuyo, desampararon<br />

la ciudad, enviando aviso al Gobernador de la cercanía en que quedaba<br />

el tirano, a cuyo rebato despachó Gutiérrez de la Peña a su Maestre de<br />

Campo Diego García de Paredes con quince hombres de a caballo, para<br />

que observase de más cerca los movimientos de Aguirre, mientras él, con el<br />

resto de la gente, salía en su seguimiento para Barquisimeto, hacia adonde,<br />

receloso con la desconfianza que tenía de la poca fidelidad de sus soldados,<br />

caminaba el tirano por una montaña, cuya aspereza sólo permitía una senda<br />

tan angosta, que apenas era capaz de que por ella marchasen uno a uno los<br />

soldados, por la cual llegó también a empeñarse de vuelta encontrada Diego<br />

García de Paredes con sus quince de a caballo; y cuando más ajenos de<br />

encontrarse iban los unos y los otros, se llegaron a descubrir tan de repente,<br />

que turbados los nuestros con el susto y embarazados con la ramazón de<br />

la montaña, por dar prisa a retirarse dejaron en el camino dos o tres de las<br />

lanzas que llevaban y otras tantas caperuzas o celadas, que usaban, en aquel<br />

tiempo, hechas de lienzo de la tierra, colchadas con algodón, de figura ridícula<br />

y extraña, que cogiéndolas Aguirre, fueron motivo para que mofando,<br />

como siempre, representase a los suyos lo medrados que se hallaban los que<br />

servían al Rey en las conquistas, pues traían por adorno, o por defensa tan<br />

indecentes alhajas.<br />

No paró el Maestre de Campo en su veloz retirada hasta salir a lo raso<br />

de una sabana limpia, que estaba poco antes de entrar en la montaña, donde<br />

pretendía formar alguna emboscada, para hacer algún daño al enemigo;<br />

pero marchando Aguirre sin detenerse en su alcance toda la noche, favo-<br />

BIBLIOTECA AYACUCHO<br />

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