17.05.2013 Views

María o la negación del espacio y el tiempo novelescos por ...

María o la negación del espacio y el tiempo novelescos por ...

María o la negación del espacio y el tiempo novelescos por ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

interpe<strong>la</strong>ndo o no al lector. De esta modalidad, damos a continuación dos ejemplos<br />

entre los más significativos: <strong>el</strong> uno se refiere al ―amor primero‖ y <strong>el</strong> otro alude a <strong>la</strong><br />

pérdida de <strong>la</strong> ―casa paterna‖:<br />

¡Primer amor!... noble orgullo de sentimos amados:<br />

sacrificio dulce de todo lo que antes nos era caro a favor de <strong>la</strong> mujer querida: f<strong>el</strong>icidad que<br />

comprada para un día con <strong>la</strong>s lágrimas de toda una existencia, recibiríamos como un . don de<br />

Dios: perfume para todas <strong>la</strong>s horas <strong>d<strong>el</strong></strong> <strong>por</strong>venir: luz inextinguible <strong>d<strong>el</strong></strong> pasado: flor guardada en<br />

<strong>el</strong> alma y que no es dado marchitar a los desengaños: único tesoro que no puede arrebatamos<br />

<strong>la</strong> envidia de los hombres: <strong>d<strong>el</strong></strong>irio <strong>d<strong>el</strong></strong>icioso.. inspiración <strong>d<strong>el</strong></strong> ci<strong>el</strong>o...¡<strong>María</strong>! ¡<strong>María</strong>! ¡Cuánto te<br />

amé! ¡Cuánto te amara!... (Cap. VI, p.34)<br />

Pero aqu<strong>el</strong>los eran otros <strong>tiempo</strong>s. Golpes de fortuna hay que se sufren en <strong>la</strong> juventud con<br />

indiferencia, sin pronunciar una queja: entonces se confía en <strong>el</strong> <strong>por</strong>venir. Los que se reciben<br />

en <strong>la</strong> vejez parecen asestados <strong>por</strong> un enemigo cobarde: ya es poco <strong>el</strong> trecho que falta para<br />

llegar al sepulcro... ¡Y cuán raros son los amigos <strong>d<strong>el</strong></strong> que muere, que sepan serlo de su viuda y<br />

de sus hijos! ¡Cuántos los que espían <strong>el</strong> aliento postrero de aqu<strong>el</strong> cuya mano, he<strong>la</strong>da ya, están<br />

estrechando para convertirse luego en verdugos de huérfanos!... (...)<br />

Ya no volveré a admirar aqu<strong>el</strong>los cantos, a respirar aqu<strong>el</strong>los aromas, a contemp<strong>la</strong>r aqu<strong>el</strong>los<br />

paisajes llenos de luz, como en los días alegres de mi infancia y en los hermosos de mi<br />

adolescencia; ¡extraños habitan hoy <strong>la</strong> casa de mis padres! (cap. XXXIH, pp. 164-165)<br />

Como se puede apreciar, estos párrafos, ubicados hacia <strong>el</strong> final de cada capítulo, no<br />

constituyen una forma de diálogo <strong>d<strong>el</strong></strong> narrador con <strong>el</strong> protagonista <strong>d<strong>el</strong></strong> idilio.<br />

Contribuyen más bien a reforzar <strong>el</strong> contrapunto de los acentos !frico y trágico que rige<br />

<strong>el</strong> movimiento de <strong>la</strong> narración, confiriendo al trágico preeminencia sobre <strong>el</strong> lírico y<br />

resaltando <strong>la</strong> perspectiva universalizante que <strong>el</strong> narrador atribuye a su re<strong>la</strong>to, centrado<br />

en <strong>la</strong> exaltación y <strong>la</strong> pérdida de lo sagrado. Lejos de conllevar <strong>el</strong> abandono, o <strong>el</strong><br />

cuestionamiento, de los valores inherentes a <strong>la</strong> concepción armónica y sagrada de<br />

mundo <strong>d<strong>el</strong></strong> idilio, este contrapunto da c4enta de una crispadura de dichos valores en un<br />

acento doloroso y trágico, suspendido en <strong>el</strong> vacío presente. De ahí su forma discursiva<br />

y hasta retórica.<br />

B. La figuración de los mecanismos de <strong>la</strong> enunciación:<br />

Esta permanencia <strong>d<strong>el</strong></strong> conjunto de valores forjados en un mundo ahora desaparecido —<br />

es decir más allá de <strong>la</strong>s condiciones que <strong>la</strong>s hicieron posibles— es <strong>la</strong> que, <strong>por</strong> su parte,<br />

confirma <strong>la</strong> segunda modalidad de <strong>la</strong> voz enunciativa. El lector recordará <strong>el</strong> comentario<br />

de Efraín —ya citado <strong>por</strong> nosotros a propósito de <strong>la</strong> comparación entre <strong>la</strong> poética<br />

descriptiva de Isaacs y <strong>la</strong> de Chateaubriand— al reencontrarse con su valle natal: ―Las<br />

grandes b<strong>el</strong>lezas de <strong>la</strong> creación no pueden a un <strong>tiempo</strong> ser vistas y cantadas: es<br />

necesario que vu<strong>el</strong>van al alma empalidecidas <strong>por</strong> <strong>la</strong> memoria infi<strong>el</strong>‖. (Cap. II, p.23) De

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!