portada en archivo aparte - Biblioteca Digital Universidad de San ...
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<strong>en</strong>ta y dos años. Un día com<strong>en</strong>zó a s<strong>en</strong>tir dolores <strong>en</strong> el estómago y a bajar <strong>de</strong><br />
peso. No alcanzamos a llevarla al médico. Murió <strong>en</strong> m<strong>en</strong>os <strong>de</strong> un mes. Cuando<br />
la sepultamos, era tan pequeña que parecía una muñeca. Pero ella parecía sonreír.<br />
Todas reímos y continuamos ri<strong>en</strong>do, porque sabíamos que ella también<br />
estaría haciéndolo. Sólo Italia se puso muy triste. Por primera vez nos <strong>de</strong>jó solas<br />
y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese mom<strong>en</strong>to, casi no nos dirigió la palabra. Daba gran<strong>de</strong>s paseos<br />
tanto <strong>en</strong> verano como <strong>en</strong> invierno. Salía y no quería que nadie la acompañara.<br />
Extrañaba mucho a Isolda.<br />
Italia se perdió <strong>en</strong> pl<strong>en</strong>o invierno y los perros la <strong>en</strong>contraron al verano sigui<strong>en</strong>te<br />
<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> unas matas. T<strong>en</strong>ía la cara medio comida por los zorros. Ese<br />
día no reímos. Nosotras reímos <strong>en</strong> el velorio porque ella también se reía, con<br />
la risa <strong>en</strong>durecida por la muerte, <strong>en</strong> la media cara que los zorros no se habían<br />
animado a comer.<br />
En el invierno <strong>de</strong> los och<strong>en</strong>ta Odina no pudo levantarse <strong>de</strong> la cama, estaba<br />
muy gorda. Me pidió la canasta y cuando la abrió empezó a reír; yo no pu<strong>de</strong><br />
cont<strong>en</strong>erme y reímos juntas. Estuvimos toda la tar<strong>de</strong> muertas <strong>de</strong> risa.<br />
Una Historia Así nomás<br />
CUANDO EL HOMBRE LLEGÓ A MALASPINA TRAÍA UNA MUJER. El perro,<br />
echado a la sombra <strong>de</strong> un quiosco <strong>de</strong> diarios, levantó las orejas como<br />
si los hubiera estado esperando.<br />
Cómo era fecha <strong>de</strong> cobro, <strong>en</strong> los campam<strong>en</strong>tos, se jugaba fuerte. El avión había<br />
llegado con los sueldos, como era una época <strong>en</strong> que las empresas pagaban<br />
bi<strong>en</strong>, todo el mundo t<strong>en</strong>ía lo que buscaba: los empleados su m<strong>en</strong>sualidad, los<br />
comerciantes las cuotas al día, las putas sus comisiones y todos algunos días<br />
m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> la espera <strong>de</strong>l regreso hacia alguna parte.<br />
El hombre había bajado <strong>de</strong>l colectivo con un saco <strong>de</strong> cuero negro, pantalón<br />
<strong>de</strong> gabardina, camisa cara y bu<strong>en</strong>os zapatos, pero todo puesto sobre su cuerpo<br />
daba una s<strong>en</strong>sación <strong>de</strong> incomodidad: la ropa no había sido hecha para ese<br />
cuerpo, cualquiera hubiera p<strong>en</strong>sado que estaba mal vestido.<br />
Un día <strong>de</strong>spués el hombre había perdido todo. S<strong>en</strong>tado <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la lámpa-<br />
IV Concurso Bonav<strong>en</strong>turiano <strong>de</strong> Cu<strong>en</strong>to y Poesía ª 107