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46 Philip Roth<br />
–Una piel debe preservarse <strong>com</strong>o es debido. ¡Como es debido!<br />
Y ponerla al sol es inadecuado..., <strong>un</strong>a piel se seca a la<br />
sombra. ¡No quieres que el sol la queme, maldita sea! ¿Pue-<br />
do enseñarte de <strong>un</strong>a vez por todas, Jerome, cómo se preserva<br />
<strong>un</strong>a piel?<br />
Y procedió a hacerlo, primero irritado, apenas capaz de<br />
contener la frustración ante la ineptitud de su propio hijo<br />
<strong>com</strong>o peletero, explicándonos a los dos lo que habían enseñado<br />
a los tratantes etíopes que debían hacer con las pieles<br />
de oveja antes de enviarlas a Newark Maid, desde donde las<br />
remitirían a la curtiduría contratada.<br />
–Puedes salarlas, pero la sal es cara. En África, sobre todo,<br />
es carísima, y allí roban la sal. Esa gente no tiene sal, y es necesario<br />
envenenarla para que no la roben. Otra manera es<br />
atar la piel, cosa que puede hacerse de varias maneras, en <strong>un</strong>a<br />
tabla o <strong>un</strong> bastidor, se ata y se hacen <strong>un</strong>os pequeños cortes, se<br />
ata y se deja secar a la sombra. A la sombra, muchachos, no<br />
lo olvidéis. Es lo que llamamos secado con pedernal. Espolvorear<br />
la piel con <strong>un</strong> poco de pedernal evita que se deteriore e<br />
impide que penetren bichos...<br />
Me sentí aliviado al ver que la indignación había cedido el<br />
paso, con <strong>un</strong>a rapidez sorprendente, a <strong>un</strong> paciente, a<strong>un</strong>que<br />
tedioso, ataque pedagógico, el cual parecía mortificar a Jerry<br />
todavía más que cuando era objeto de la resollante reprimenda<br />
de su padre. Es muy probable que aquél fuese el día en que<br />
Jerry se juró a sí mismo que jamás pondría los pies en la fábrica<br />
de su padre.<br />
A fin de contrarrestar el hedor de las pieles, Jerry había<br />
rociado el abrigo con el perfume de su madre, pero cuando el<br />
cartero hizo entrega del paquete, el abrigo había empezado a<br />
heder, <strong>com</strong>o lo había hecho con intermitencias desde el principio,<br />
y tal fue la repugnancia de la chica cuando abrió la<br />
caja, tan insultada y horrorizada se sintió, que n<strong>un</strong>ca volvió<br />
a dirigir la palabra a Jerry. Según sus amigas, creyó que él se<br />
había dedicado a dar caza y matar a todas aquellas bestezuelas,<br />
y se las había enviado debido a su piel manchada. Jerry<br />
se enfureció al enterarse y, en medio de nuestra siguiente<br />
partida de ping-pong, la maldijo y dijo que todas sus amigas