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12 Philip Roth<br />
tro deportivo en el recipiente de todas sus esperanzas. ante<br />
todo podían olvidar la guerra.<br />
creo que la mejor explicación del ascenso de Levov el sueco,<br />
su conversión en el apolo doméstico de los judíos de<br />
Weequahic, estriba en la guerra contra alemanes y japoneses<br />
y los temores que suscitaba. cuando el sueco se mostraba<br />
indómito en el terreno de juego, la superficie sin sentido de la<br />
vida aportaba <strong>un</strong>a clase de sostén excéntrico e ilusorio, la fe-<br />
liz liberación en el seno de <strong>un</strong>a inocencia sueca para quienes<br />
vivían con el temor de que no volverían a ver jamás a sus hijos,<br />
hermanos o maridos.<br />
¿Y cómo afectaba esto al interesado, la glorificación, la<br />
santificación de cada lanzamiento curvo de la pelota, cada<br />
pase del balón que agarraba de <strong>un</strong> salto, cada vez que birlaba<br />
<strong>un</strong>a veloz pelota bateada en el aire y que apenas describía <strong>un</strong><br />
arco para marcar <strong>un</strong> doble a lo largo de la zona izquierda del<br />
campo? ¿era eso lo que hacía de él <strong>un</strong> chico tan formal, de<br />
semblante impasible? ¿o era su seriedad de apariencia madura<br />
la manifestación exterior de <strong>un</strong>a ardua lucha interna para<br />
mantener a raya el narcisismo que toda <strong>un</strong>a <strong>com</strong><strong>un</strong>idad le<br />
ofrecía, con amor, a manos llenas? en la escuela las animadoras<br />
tenían <strong>un</strong>a aclamación para el sueco. al contrario que las<br />
demás aclamaciones, cuyo propósito era el de inspirar a todo<br />
el equipo o galvanizar a los espectadores, aquél era <strong>un</strong> tributo<br />
rítmico, con a<strong>com</strong>pañamiento de zapateo, destinado en exclusiva<br />
al sueco, y reflejaba el entusiasmo por su perfección,<br />
concentrado y desenfadado. La aclamación sacudía el gimnasio<br />
durante los partidos de baloncesto, cada vez que el sueco<br />
recuperaba <strong>un</strong> rebote o marcaba <strong>un</strong> p<strong>un</strong>to, el griterío se extendía<br />
por el lado que nosotros ocupábamos en el city stadium<br />
cuando, en los partidos de fútbol, ganaba <strong>un</strong>a yarda o<br />
interceptaba <strong>un</strong> pase. incluso en los partidos de béisbol locales<br />
que, con escasa asistencia de público, tenían lugar en el<br />
parque irvington, donde no había <strong>un</strong> grupo de vivaces animadoras<br />
arrodilladas en las líneas laterales, la aclamación se<br />
oía débilmente, entonada por el puñado de resueltos partidarios<br />
de Weequahic en el graderío de madera, no sólo cuando<br />
el sueco se disponía a batear, sino también cuando se limita-