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Adela Mateos
Fue en el año
1979 cuando,
en la destartalada
casa que
tenía la Hermandad
en calle Alhóndiga, se
repartieron las primeras 50
túnicas que la cofradía, gracias
a la venta de lotería, encargó
en el taller de la calle
Trinidad de Emilio Bautista.
Aquel Sábado Santo, como
después cada año en los
que salí de nazareno, en mi
habitación colgaba de una
percha mi túnica del Calvario,
los guantes y el cíngulo,
entonces blancos, y mis alpargatas
negras. Lo de las
alpargatas fue una ocurrencia
de una hermana de la cofradía.
No teníamos calzado
apropiado y tampoco mucho
dinero, tintamos la suela de
esparto y con ellas salimos
varios años. Todo preparado
para el momento de salir.
Nos reuníamos varios
hermanos; los primeros
años en casa de mis padres,
en c/ Victoria, después
en c/ Puerto Parejo,
y vestidos con nuestras
túnicas y nuestros capirotes
subíamos hasta la Capilla
del Monte Calvario. El
primer año, las personas
que nos veían pasar por
las calles se extrañaban y
no siempre ponían buena
cara, pero eso no cambió
nuestras intenciones; era
nuestra forma de transmitir
la seriedad y el recogimiento
que queríamos para
nuestra hermandad.
El ir el último nazareno
de vela de la fila durante
años, estar lo más cerca posible
y poder ver de reojo a
nuestros Sagrados Titulares
siempre ha sido un orgullo y
un honor para mí, y quizás
no todos sepan valorar lo
suficiente el salir con el único
cargo de ser “nazareno”.
Detrás del antifaz ves el
mundo exterior como detrás
de una ventana, atento
a todos los momentos de
la salida penitencial, cuando
todo va bien y cuando
las cosas no salen tan bien
como quisiéramos; cuando
una ráfaga de aire apaga la
llama de los cirios, cuando
el orden de la procesión es
correcto o cuando no es el
adecuado, cuando alguien
con la mirada reza ante el
paso de nuestros titulares.
Tienes tiempo para el recogimiento,
para hablar en silencio
con Dios. En nuestra
Hermandad hay momentos
para mi extraordinarios: la
oración que nuestro Director
Espiritual D. Manuel Gámez
dirige a los nazarenos
y hombres de trono en el
Santuario de Santa María
de la Victoria, antes de abrir
las puertas, nuestra estación
penitencial dentro de
la Catedral y la recogida de
vuelta a la Capilla del Calvario.
Son momentos en los
que se respira una paz espiritual
que nos acerca de
manera especial al Señor.
Son ellos, los nazarenos,
los que alumbran el camino
del Santo Cristo Yacente de
la Paz y la Unidad y nues-
Formación
tra Madre, Santa María del
Monte Calvario.
Aunque ningún año he
faltado a la cita que todos
los hermanos tenemos el
Viernes Santo en la Salida
Penitencial, por circunstancias,
hace años que no visto
la túnica de nazareno,
pero os puedo decir que el
primer cuadro que entró en
mi casa y que sigue estando
en mi salón, fue el dibujo
que Fernando Prini realizó
de nuestra hermandad y
que estuvo expuesto en un
bar cofrade que entonces
había en calle Beatas, “El
Arbotante”, y que ilustra
esta página, en el que en
primer lugar se ve un nazareno
del Calvario con su cirio,
y detrás el único paso
que por entonces tenía
nuestra Hermandad. Me
gusta por su sencillez y porque
me veo retratada en él;
un nazareno que, con túnica
o sin ella, acompaña a
nuestra Madre y a su Hijo
al Monte Calvario.
Boletín Monte Calvario / Cuaresma 2011
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