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Presentación
La Cuaresma:
camino hacia la Pascua
“Si Cristo no ha resucitado, es vana nuestra proclamación, es vana nuestra fe”
(1. Cor. 15,14)
Manuel Gámez López
Director Espiritual
En la celebración de la
Eucaristía, en la Solemnidad
de la Epifanía
del Señor –6 de
enero–, finalizada la
proclamación del Evangelio,
el diácono o el sacerdote
dice:
“Queridos hermanos: La
Gloria del Señor se ha manifestado
y se continuará manifestando
entre nosotros,
hasta su retorno glorioso.
En la sucesión de las diversas
fiestas y solemnidades
del tiempo, recordamos y
vivimos los misterios de la
salvación. Centro de todo
el año litúrgico es el Triduo
Pascual del Señor crucificado,
sepultado y resucitado,
que este año culminará en
la Noche Santa de Pascua
que, con gozo, celebramos
el día 24 de abril (…)
De la Pascua fluyen como
de su manantial, todos los
demás días santos: el Miércoles
de Ceniza, comienzo
de la cuaresma que celebramos
el 9 de Marzo. La
Ascensión del Señor, que
este año será el 5 de Junio.
El Domingo de Pentecostés,
que este año coincidirá
con el día 12 de Junio. El
primer domingo de Adviento
que celebraremos el 27
de noviembre. También en
las fiestas de la Virgen María,
Madre de Dios, de los
Apóstoles, los Santos y en
la conmemoración de todos
los fieles difuntos, la Iglesia,
peregrina en la tierra, proclama
la Pascua de Señor. A
Él, el cristo glorioso, el que
era, el que es y el que viene,
al que es Señor del tiempo
y de la historia, el honor
y la gloria por los siglos
de los siglos”.
Os invito a tomarnos
en serio nuestra
cuaresma acudiendo a
los cultos organizados
Este precioso texto de
la liturgia centra todo el devenir
del año litúrgico en el
Misterio Pascual –pasión,
muerte y resurrección– de
Cristo el Señor.
La celebración del Misterio
Pascual es tan vital en
la vida del cristiano que la
Iglesia nos brindará la oportunidad
de prepararnos a
este acontecimiento durante
cuarenta días –Cuaresma–,
y lo celebramos en el
largo periodo de cincuenta
jornadas –cincuentena
pascual–.
La Cuaresma es, por
consiguiente, un camino
de preparación y conversión
que desembocará en
el gozo de la Pascua. Los
católicos estamos convocados
personalmente a renovarnos.
Nos ponemos en
camino hacia el encuentro
con Cristo resucitado. El
camino pasa por la conversión,
la renuncia y la humildad.
El signo austero de la
ceniza, con el que iniciamos
la Cuaresma, nos recuerda
que el Evangelio es nuestra
creencia. La ceniza expresa
la fragilidad, lo perecedero,
la debilidad radical del ser
humano, nuestro pecado y
maldad. La cuaresma nos
brinda la saludable oportunidad
de escuchar la Palabra
de Dios, reclamo de conversión,
de reconciliación con
Dios y con nuestros hermanos.
Medios para alcanzar
esta saludable meta: la oración,
el ayuno y la limosna
(Mt. 6, 1-6. 16-18).
Merece la pena, queridos
cofrades, no perder de vista
estas exigencias básicas
del espíritu cuaresmal, para
dar sentido de autenticidad
a la tan siempre esperada
e ilusionante Estación de
Penitencia de nuestra cofradía
en la tarde-noche del
Viernes Santo.
Desde estas líneas os
invito a tomarnos en serio
nuestra actividad cuaresmal
con la participación en
los cultos organizados por
nuestra cofradía. Ellos nos
ayudarán a encontrarnos
con la Palabra de Dios, fortaleza
de nuestra fe. Facilitarán
nuestra oración, de
la que tanto necesitamos
para ser testigos de nuestra
pertenencia a Cristo
en un mundo tan hostil al
Evangelio de Jesús y tan virulentamente
agresivo con
la fe cristiana.
En cuaresma, los que
pertenecemos a la cofradía,
seguro que por diversos
motivos, tendremos la
oportunidad de un encuentro
más frecuente. Que sepamos
aprovecharlo para
estrechar más efectiva y
afectivamente los lazos
que nos vinculan con nuestra
fraternidad. Ojalá se
hagan realidad en nuestra
hermandad, que se honra
de tener como titular la
venerada imagen del Cristo
Yacente de la Paz y la
Unidad, las palabras del
salmo 132:
“Ved qué bueno es,
qué grato convivir los
hermanos unidos”
Boletín Monte Calvario / Cuaresma 2011
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