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Colaboraciones
José de Arimatea
y Nicodemo
Francisco J. Oliva
Dos de las figurasrepresentativas
en nuestro
Misterio,
ubicadas detrás del Santísimo
Cristo Yacente, son
los denominados “Santos
Varones”, los cuales estuvieron,
según la tradición,
con Nuestro Señor en el
momento más importante:
su muerte. Estas dos santas
personas son José de
Arimatea y Nicodemo, ambos
hombres importantes
dentro de la comunidad judía
que abrieron su corazón
al mensaje del Cristo.
José de Arimatea no fue
discípulo público del Maestro
ni escogido por Él. Su
seguimiento fue hecho de
manera clandestina, seguramente
por miedo a las
autoridades judías. Era
natural, como su nombre
indica, de Arimatea, Armathajim
en hebreo, pueblo
que se piensa estaba al
noroeste de Jerusalén. Lo
que está claro es que, en
momentos muy, muy duros,
de derrota, de desesperación,
cuando parecía que
todo estaba perdido y ser
seguidor de Jesús no era
precisamente algo favorable,
él se dirigió al mismísimo
Pilato –no olvidemos
que era hombre de alta posición
social–, para realizar
el último gesto de amor a
su amado Maestro.
Era propietario del sepulcro
en el que el cuerpo de
Jesús fue depositado tras
la crucifixión. Asimismo,
era miembro del concilio de
la nación judía, el Sanedrín,
y rico. Un evangelio apócrifo
de Pedro afirma que habló
con Pilatos, que era amigo
suyo, y éste a su vez pidió
consejo a Herodes. Marcos
destaca su valor, superando
el amor a Cristo al mie-
do que tenía a significarse
como su seguidor. Otras
fuentes apócrifas se atreven
a señalar que también
era propiedad suya la casa
donde se celebró La Última
Cena de la Pascua judía.
José de Arimatea no
fue discípulo público
de Jesús ni escogido
por Él, sino que su
seguimiento lo hizo de
manera clandestina
Elemento muy destacado
en la leyenda que rodea
a Arimatea es la del Santo
Grial. Según esta, recogió
la sangre del Señor en una
copa de la mismísima cruz,
la guardó y, según una extensión
en la Edad Media,
fue a Inglaterra con dicha
reliquia y fundó la primera
iglesia de las islas. Debe-
mos suponer que es muy
posible que estos relatos
estén vinculados simplemente
a aspectos más
mundanos. Polémicas circunstanciales
de estos países
–Inglaterra y Francia–
con Roma favorecerían una
inclinación a querer mostrar
que determinadas regiones
habían sido evangelizadas
directamente por discípulos
de Jesús y no por misioneros
enviados por el Papa.
Además de miembro
del Sanedrín, era decurión
de Roma, y tenía derechos
sobre explotaciones de materias
primas metalúrgicas.
Es por tanto diáfano que
destacaba en la sociedad
hebrea. Los cuatro evangelistas
coinciden, algo que
no suele ocurrir, en situarlo
en la misma situación
tanto espacial como temporalmente
en su relato,
o sea, justo tras la muerte
de Jesús para solicitar
su sepultura.
Boletín Monte Calvario / Cuaresma 2011
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