Colaboraciones 90 Boletín Monte Calvario / Cuaresma 2011
Colaboraciones José de Arimatea y Nicodemo Francisco J. Oliva Dos de las figurasrepres<strong>en</strong>tativas <strong>en</strong> nuestro Misterio, ubicadas detrás d<strong>el</strong> Santísimo Cristo Yac<strong>en</strong>te, son los d<strong>en</strong>ominados “Santos Varones”, los cuales estuvieron, según la tradición, con Nuestro Señor <strong>en</strong> <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to más importante: su muerte. Estas dos santas personas son José de Arimatea y Nicodemo, ambos hombres importantes d<strong>en</strong>tro de la comunidad judía que abrieron su corazón al m<strong>en</strong>saje d<strong>el</strong> Cristo. José de Arimatea no fue discípulo público d<strong>el</strong> Maestro ni escogido por Él. Su seguimi<strong>en</strong>to fue hecho de manera clandestina, seguram<strong>en</strong>te por miedo a las autoridades judías. Era natural, como su nombre indica, de Arimatea, Armathajim <strong>en</strong> hebreo, pueblo que se pi<strong>en</strong>sa estaba al noroeste de Jerusalén. Lo que está claro es que, <strong>en</strong> mom<strong>en</strong>tos muy, muy duros, de derrota, de desesperación, cuando parecía que todo estaba perdido y ser seguidor de Jesús no era precisam<strong>en</strong>te algo favorable, él se dirigió al mismísimo Pilato –no olvidemos que era hombre de alta posición social–, para realizar <strong>el</strong> último gesto de amor a su amado Maestro. Era propietario d<strong>el</strong> sepulcro <strong>en</strong> <strong>el</strong> que <strong>el</strong> cuerpo de Jesús fue depositado tras la crucifixión. Asimismo, era miembro d<strong>el</strong> concilio de la nación judía, <strong>el</strong> Sanedrín, y rico. Un evang<strong>el</strong>io apócrifo de Pedro afirma que habló con Pilatos, que era amigo suyo, y éste a su vez pidió consejo a Herodes. Marcos destaca su valor, superando <strong>el</strong> amor a Cristo al mie- do que t<strong>en</strong>ía a significarse como su seguidor. Otras fu<strong>en</strong>tes apócrifas se atrev<strong>en</strong> a señalar que también era propiedad suya la casa donde se c<strong>el</strong>ebró La Última C<strong>en</strong>a de la Pascua judía. José de Arimatea no fue discípulo público de Jesús ni escogido por Él, sino que su seguimi<strong>en</strong>to lo hizo de manera clandestina Elem<strong>en</strong>to muy destacado <strong>en</strong> la ley<strong>en</strong>da que rodea a Arimatea es la d<strong>el</strong> Santo Grial. Según esta, recogió la sangre d<strong>el</strong> Señor <strong>en</strong> una copa de la mismísima cruz, la guardó y, según una ext<strong>en</strong>sión <strong>en</strong> la Edad Media, fue a Inglaterra con dicha r<strong>el</strong>iquia y fundó la primera iglesia de las islas. Debe- mos suponer que es muy posible que estos r<strong>el</strong>atos estén vinculados simplem<strong>en</strong>te a aspectos más mundanos. Polémicas circunstanciales de estos países –Inglaterra y Francia– con Roma favorecerían una inclinación a querer mostrar que determinadas regiones habían sido evang<strong>el</strong>izadas directam<strong>en</strong>te por discípulos de Jesús y no por misioneros <strong>en</strong>viados por <strong>el</strong> Papa. Además de miembro d<strong>el</strong> Sanedrín, era decurión de Roma, y t<strong>en</strong>ía derechos sobre explotaciones de materias primas metalúrgicas. Es por tanto diáfano que destacaba <strong>en</strong> la sociedad hebrea. Los cuatro evang<strong>el</strong>istas coincid<strong>en</strong>, algo que no su<strong>el</strong>e ocurrir, <strong>en</strong> situarlo <strong>en</strong> la misma situación tanto espacial como temporalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> su r<strong>el</strong>ato, o sea, justo tras la muerte de Jesús para solicitar su sepultura. Boletín Monte Calvario / Cuaresma 2011 91