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Colaboraciones
En una curiosa fuente,
otro de los Evangelios Apócrifos,
hay una carta de
José de Arimatea disertando
sobre los dos ladrones,
y da a entender diversos
aspectos de su pensamiento.
Hablando desde
una prisión en la que afirma
estar preso, se declara
como el que sepultó a Cristo.
Después de disertar
sobre la bondad de Dimas,
de origen según él galileo
y ladrón por circunstancias
de la vida pero sin maldad,
y Gestas, pendenciero y
asesino irredento, afirma
que Judas fue un discípulo
introducido por los judíos
principales para espiar a
Jesús. Éstos están obsesionados
con eliminar a
Cristo, y le acusan de delitos
a cual más variopinto
e increíble. Finalmente, y a
pesar de interceder Nico-
demo por él, lo apresan y
logran darle muerte. Mayor
es la culpa del pueblo judío
en la muerte del Galileo que
la del ocupante romano;
por ello, condena a Gestas
como símbolo de los hebreos.
Y finaliza pidiendo
el rechazo a la Ley Mosaica
y la adopción de la nueva
Ley Cristiana.
Es venerado tanto en la
Iglesia Católica, como la Ortodoxa
y la Anglicana. Nicodemo
sólo es mencionado
por Juan, eso sí, varias veces.
Podríamos considerar
que es un personaje “transversal”
a lo largo de su
Evangelio. Aparece por primera
vez en Juan 3, 2, para
“encontrarse con Jesús
de noche”, conversación
a la que nos referiremos
92 Boletín Monte Calvario / Cuaresma 2011
después. Posteriormente,
aparece defendiendo a Jesús
ante los mandamases
judíos; y por último, junto a
José de Arimatea a la hora
de sepultar al Nazareno.
Existe otro Evangelio apócrifo,
probablemente egipcio,
llamado de Nicodemo,
donde explica el proceso
a Cristo bajo su punto de
vista, tratando con suavidad
a Pilatos y cargando
la responsabilidad en los
jerarcas judíos.
Es un rico fariseo, maestro
de Israel y miembro sanedrita;
según Juan, “principal
entre los judíos”. Esto
no deja de tener su importancia,
pues representa
junto a otros –como Pablo–
al judío conocedor de la Ley
y que acepta a Jesús como
el Mesías prometido. Es un
espaldarazo fundamental al
Cristianismo. La mayoría de
Al contrario que Arimatea, Nicodemo sólo es
mencionado por Juan, aunque lo hace tres veces
los prebostes rechazaban a
Cristo; pero habían algunos
que recordaban el maltrato
de sus antepasados a antiguos
profetas, y por tanto
querían al menos conocer
más a Jesús. Esto hizo Nicodemo,
quien primero veía
al Nazareno simplemente
como un profeta o un
maestro enviado por Dios.
Se entrevistó con Él de noche.
Pero en esta íntima y
maravillosa conversación
supo abrir su corazón y su
mente, y “nacer de nuevo”,
como el mismo Galileo le
habló. Comprendió que la
rígida observancia de la Ley
no bastaba. Aspecto fundamental
fue la comparación
que hizo Jesús de Él mismo
con la serpiente que enseñó
Moisés al pueblo judío
para sanar. Él mismo sería
alzado en una cruz para sanar
a la Humanidad de sus
pecados. Esto lo descubrió
Nicodemo dramáticamente
cuando vio al Salvador clavado
en una cruz en el Gólgota,
expuesto a la Humanidad
entera. “Como Moisés
levantó la serpiente en el
desierto, así es necesario
que el Hijo del Hombre sea
levantado”. Ahí comprendió
definitivamente, y tras la
Asecensión de Nuestro Señor,
Nicodemo dedicó sus
riquezas a ir cimentando
materialmente la
Incipiente iglesia cristiana.
A veces se quiere identificar
a Nicodemo como
una simbología de quien no
quiere hacer pública su relación
con Cristo y además
le cuesta captar su mensaje.
Esta aseveración que
hacemos viene respaldada
por uno de los comentarios
a la figura de Nicodemo
por parte de San Agustín,
el cual afirma que “buscaba
sinceramente la verdad
pero lo hacía de noche, y
por tanto no veía con la claridad
necesaria para entender
la palabra de Jesús”.
Nicodemo es venerado
por la Iglesia Copta y la Católica.
Dos hombres que,
acaso pasando desapercibidos
en los pasajes evangélicos
y sin ningún tipo de
“estrellato”, estuvieron junto
al Salvador en momentos
donde otros no pudieron
o no fueron capaces de
estar, tras su muerte y aparente
derrota.