Huellas 69 - 70.pmd - Universidad del Norte
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lecer una rígida<br />
cadena que<br />
enlaza dos eslabones<br />
sin posibilidad<br />
de contingencia:<br />
la<br />
causa y el efecto.<br />
En el juego<br />
no hay predicción<br />
porque el<br />
juego es goce,<br />
libertad, riesgo.<br />
Kierkegaard<br />
creía que de lo<br />
que se trataba era de vivir y no de comprender, y<br />
concebía la vida como un juego, como una<br />
apuesta donde la razón era sobrepasada por el golpe<br />
seco de la decisión. Pero la decisión en Kierkegaard<br />
estaba dirigida a enfrentar el problema de la<br />
culpa; se trataba de un drama religioso, resumido<br />
así por Kierkegaard: ¿Cómo fue que me hice culpable?<br />
Adán y Eva expulsados <strong>del</strong> paraiso de Miguel Ángel, Capilla Sixtina.<br />
En Camus, el juego consiste en imaginar a<br />
Sísifo dichoso, es decir, en ahuyentar la tristeza<br />
de saber que en la vida nos esperan la muerte y el<br />
sufrimiento mediante la rebelión contra nuestra<br />
condición absurda. Pero en Camus rebelión significa<br />
mantener la tensión originaria yo-mundo,<br />
cuestión que se sostiene sobre todo en el arte. Se<br />
podría afirmar que la rebelión en Camus consiste<br />
en devenir artista, en hacer de la vida una obra de<br />
arte. Esa obra de arte se llama la autenticidad. Se<br />
trata de ser auténticos, y de saber hasta dónde llegar<br />
cuando el propósito de ser auténticos compromete<br />
la propia existencia. A pesar de la diferencia<br />
con Kierkegaard se sostiene la idea de que la vida<br />
es un juego, el juego de la transparencia y de la<br />
creación. Estética y moral conforman en Camus<br />
una unidad temática, pero ante todo, vital.<br />
responsable de<br />
la muerte de<br />
Isaac. No tendrá,<br />
pues, escapatoria.<br />
Tendrá<br />
que apostar.<br />
Otra vez la idea<br />
de juego, ahora<br />
en Sartre.<br />
Pero, ¿cómo<br />
explico en mis<br />
clases de Ética<br />
y de Filosofía<br />
todo esto?<br />
Es entonces cuando acudo a Daniel Santos, al<br />
“Jefe”, al “inquieto anacobero”, quien con su tema<br />
El juego de la vida, me lo resuelve todo:<br />
En el juego de la vida<br />
juega el pobre y juega el rico<br />
juega el blanco y juega el negro<br />
juega el grande y juega el chico.<br />
Es fácil constatar aquí la visión de la vida como<br />
juego.<br />
En el juego de la vida<br />
de nada vale la suerte<br />
porque al fin de la partida<br />
gana el albur de la muerte.<br />
Aparece expresada aquí la idea central de la filosofía<br />
de lo absurdo: la muerte como una condición<br />
insuperable dentro de la existencia.<br />
Juega con tus cartas limpias<br />
en el juego de la vida,<br />
al final nada te llevas,<br />
vive y deja que otros vivan.<br />
En Sartre, la única realidad <strong>del</strong> hombre es la libertad,<br />
que se manifiesta como la angustia de sabernos<br />
responsables de nuestros actos, pues los<br />
hemos elegidos, así se trate <strong>del</strong> acatamiento a una<br />
ley, ya que siempre se podrá demostrar que contábamos<br />
con la libertad de elegir otra cosa, la insurrección,<br />
por ejemplo; otros la eligieron. No importa<br />
si Dios pidió a Abraham que sacrificara a Isaac<br />
como prueba de su fe. De todos modos, según Sartre,<br />
Abraham tendrá que decidir que ése que le habló<br />
es Dios y no un demonio camuflado, y eso lo hará<br />
Aquí, la transparencia y la autenticidad<br />
camusianas.<br />
Cuatro puertas hay abiertas<br />
al que no tiene dinero,<br />
el hospital y la cárcel,<br />
la iglesia y el cementerio.<br />
Finalmente, la fatalidad impregnada de humor<br />
negro. ¿Era acaso Daniel Santos kafkiano? Tal vez<br />
nunca lo sepamos.<br />
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