233 - Scherzo

ACTUALIDAD
GRANADA
LVII Festival Internacional de Música y Danza de Granada
DOS RAROS
24-VI/11-VII-2008. Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana. Orquesta Ciudad de Granada. Director:
Pablo Heras-Casado. Diana Baker, piano. Marta Almajano, soprano; Michel Kiener, fortepiano; Luz Martín
León-Tello, castañuelas. Ars Longa. Directora: Teresa Paz. Inmaculada Ferro, órgano. Orquesta del
Concertgebouw de Ámsterdam. Director: Neeme Järvi. Les Musiciens du Louvre. Director: Marc Minkowski.
Staatskapelle de Berlín. Director: Daniel Barenboim. Conciertos de cámara.
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A la hora de hacer balance
del Festival Internacional
de Música y Danza de
Granada, más allá de la
ingeniosa conversión en
57 de las letras ST de
“festival”, dos compositores
se imponen por su presencia
en los programas de
esta edición y por los resultados
de su interpretación:
Bruckner y Messiaen. Del
primero, la parte del león
correspondió a Barenboim al
frente de su Staatskapelle de
Berlín, en un miniciclo dedicado
a las tres últimas sinfonías
del maestro de San Florián.
Las obras de Messiaen,
de quien se celebraba el centenario
de su nacimiento,
resultaron repartidas entre
formaciones diversas. Elementos
comunes a ambos no
faltan, oportunamente recordados
en los programas de
mano, sin necesidad de forzar
los clichés: órgano, catolicismo
místico, goticismo,
ingenuidad, wagnerianismo
militante en Bruckner y tamizado
por Debussy en Messiaen.
Oportunidad de contraste
y acercamiento lo
supuso el concierto en el
monasterio de San Jerónimo
del sábado 5 de julio, con el
Cor de Cambra del Palau de
la Música Catalana y la
Orquesta Ciudad de Granada,
dirigidos por el joven
Pablo Heras-Casado, que
ofrecieron las Tres pequeñas
liturgias de la presencia divina
de Olivier Messiaen y la
Misa nº 2 de Bruckner. Los
instrumentos de viento,
ausentes en la obra del primero,
recobraron protagonismo
en la del segundo.
Aprovechando la presencia
del coro catalán, y bajo la
rúbrica común de Amor
humano, amor divino, al día
siguiente ofreció junto con la
pianista Diana Baker un programa
de Re-visiones, tanto
para coro como para piano:
GRANADA
Isaac-Bach, Bach-Busoni,
Scandelli-Schoenberg, Bach-
Hess, Gesualdo-Stravinski,
Chopin-Falla (Balada de
Mallorca), Palestrina-Wagner,
Wagner-Liszt y Guerrero-Turina.
Programa imaginativo,
disparejo quizá y en
el que la alternancia coropiano,
sólo justificada por la
obra de Turina, eliminaba
algo de la tensión requerida.
Las matinales del fin de
semana anterior abundaron
en el lema del bicentenario
de la Guerra de la Independencia
con el que se inició el
Festival y del que hablábamos
en el número anterior
de la revista. El 28 de junio,
la soprano Marta Almajano,
acompañada al fortepiano
por Michel Kiener y a las castañuelas
por Luz Martín
León-Tello interpretaron en
el crucero del Hospital Real
bajo el título A dónde vas,
Fernando incauto, obras de
Fernando Sor, Juan Crisóstomo
de Arriaga y Manuel García,
siendo estas últimas las
más interesantes, a través de
los arreglos de Pauline Viardot.
En cualquier caso, triunfo
de los músicos españoles
afrancesados, aunque viniera
acompañado de exilios más
o menos voluntarios, lo que
no es de extrañar dada la
candidez que tiene Sor de
llamar a Fernando VII incauto
(¡le recrimina su “excesiva
confianza”!). El 29 de junio
en el Monasterio de San Jerónimo,
el Conjunto de Música
Antigua Ars Longa, bajo la
dirección de Teresa Paz,
ofreció obras de Esteban
Salas y Rafael Antonio Castellanos
bajo el título Las Luces
de América. Las piezas del
primero nos parecieron de
mayor calidad, pero ello
puede deberse a una mayor
familiaridad de los intérpretes
con la obra del maestro
cubano que con la del guatemalteco
Castellanos. Interpretación
colorida, prudentemente
acompañada de rasgos
localistas y con interés
en la recuperación de un
importante patrimonio.
Fuera de los horarios
habituales, pero recuperando
una tradición reciente, tuvo
lugar el concierto de Inmaculada
Ferro al órgano de la
ARS LONGA
Catedral el 28 de junio en
homenaje a Juan Alfonso
García en su quincuagésimo
aniversario como organista
de la Catedral de Granada,
que ese mismo día recibía la
medalla de oro del Festival.
De las tres obras interpretadas
con pericia por Ferro,
destacó por su modernidad y
dificultad Epíclesis, de cuya
primera parte existe una
orquestación de Francisco
Guerrero que se interpretó
en otra edición del Festival.
El apartado orquestal ha
alcanzado un esplendor sólo
empañado por la enfermedad
de Jansons, sustituido a
ultimísima hora por el todoterreno
Järvi, del que desconocíamos
las afinidades messiaenescas,
porque debe ser
una de las pocas cosas que
su pantagruélico apetito discográfico
no ha llevado aún
a los estudios de grabación.
Sus dos jornadas al frente del
Concertgebouw, el 28 y 29
de junio, se saldaron con un
enorme éxito, aunque no
nos convencieran de que Järvi
es un entusiasta de Messiaen
y menos de la Turangalîla.
El primer día destacó
en los Cuadros de una exposición
de Musorgski/Ravel,
aunque el Weber (obertura
de Euryanthe) y el Schumann
(Sinfonía nº 1) no
constituyeran una revelación
excepcional. Por el contrario,
y pese a su escasa intervención,
o precisamente por
ello, la Sinfonía Turangalîla
de Messiaen del día siguiente
demostró las potencialidades
de una orquesta que trabajó
enormemente la obra
para su grabación con
Chailly, considerada justamente
de referencia.
En un plano diferente, la
visita de Minkowski al mando
de sus Musiciens du Louvre
los días 1 y 3 de julio
constituyó igualmente un
acontecimiento excepcional.
Si El triunfo del tiempo y del
desengaño de Haendel nunca
ha podido recuperarse de
un flojo libreto, la obra está
llena de bellezas de las que
no es la menor el aria Lascia
la spina, más conocida en su
versión para el Rinaldo londinense
como Lascia ch’io
pianga. La interpretación fue
modélica en lo instrumental,
dejando de lado un inicio
Carlos Choin