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233 - Scherzo

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ACTUALIDAD<br />

FRANCIA<br />

Festival de Arte Lírico<br />

CONFIRMANDO EVIDENCIAS<br />

Aix-en-Provence. Théâtre de l’Archeveché. Grand Théâtre de Provence. 5/7-VII-2008. Wagner, Siegfried.<br />

Director musical: Simon Rattle. Director de escena: Stéphane Braunschweig. Mozart, Zaide. Director musical:<br />

Louis Langrée. Director de escena: Peter Sellars. Mozart, Così fan tutte. Director musical: Christophe Rousset.<br />

Director de escena: Abbas Kiarostami.<br />

Exceptuando la primicia<br />

del Belshazzar coproducido<br />

con el Festival de<br />

Innsbruck, que cerraba esta<br />

edición, y el mismo montaje<br />

—que en febrero visitará<br />

Valladolid y Bilbao— de la<br />

ópera de Haydn L’infideltà<br />

delusa, el Festival de Arte<br />

Lírico de Aix-en-Provence<br />

brindaba esta vez a la afición<br />

la posibilidad de asistir a las<br />

tres grandes producciones<br />

de la temporada y, además, a<br />

Passion, la obra —pretendidamente<br />

intelectual, aunque<br />

fácilmente digerible— encargada<br />

a Pascal Dusapin para<br />

AIX<br />

amaneceres amazónicos.<br />

En el reparto vocal hay<br />

que destacar la soberbia<br />

encarnación de Alexandra<br />

Coku, Florencia Grimaldi de<br />

tintes líricos, añorante y<br />

ensoñadora. Escénica y<br />

musicalmente, es difícil imaginar<br />

una interpretación más<br />

convincente. Sus arias y el<br />

dúo del segundo acto —con<br />

el excepcional tenor mexicano<br />

Arturo Chacón-Cruz<br />

como Arcadio— marcaron<br />

puntos álgidos de una función<br />

sin puntos de inflexión,<br />

cuyas dos horas y media<br />

transcurren en un santiamén.<br />

En el calibrado reparto<br />

también destacaron el barítono<br />

Nmon Ford (Riolobo<br />

de carne y hueso), la soprano<br />

Shana Blake Hill como<br />

Rosalba, la Paula de la mezzosoprano<br />

Emily Golden y<br />

el Álvaro del barítono Carlos<br />

Archuleta. El Coro de Cincinnati,<br />

estratégicamente<br />

ubicado en un lateral del<br />

inmenso gallinero, estuvo<br />

compensando por la brillante<br />

y bien reconocida Sinfónica<br />

de Cincinnati, gobernada<br />

con mano maestra —<br />

aunque en ocasiones un<br />

punto decibélica— por Steven<br />

Mercurio.<br />

Justo Romero<br />

Siegfried (arriba) y Così fan tutte en el Festival de Aix-en-Provence<br />

una edición tan especial<br />

como ésta, cuando la cita<br />

estival cumplía 60 años. De<br />

ahí que se haya tirado la casa<br />

por la ventana. Aunque, en<br />

lo que a música respecta, la<br />

palma se la vuelven a llevar<br />

Rattle y los filarmónicos berlineses,<br />

redondeando Siegfried,<br />

tercera dosis del Anillo<br />

wagneriano fruto del compromiso<br />

que expira en la<br />

próxima edición. Porque si<br />

bien es cierto que sir Simon<br />

sabe elegir repartos (aunque<br />

en el tercer acto, el aplomo<br />

de Ben Heppner, se eclipsó<br />

frente a Katarina Dalayman,<br />

una Brünnhilde que despertaba<br />

con ganas de cantar),<br />

también lo es que no se acabaron<br />

de redondear los carteles<br />

de las dos óperas de<br />

ese Mozart que marca el pulso<br />

de un Festival que en sus<br />

primeras etapas se caracterizó<br />

por la calidad de las<br />

voces. Está claro que en el<br />

caso de la Zaide firmada por<br />

Peter Sellars, el público acudía<br />

a comprobar el rigor de<br />

la propuesta que se había<br />

presentado en el Festival de<br />

Viena 2006. En consecuencia:<br />

no salió defraudado con<br />

la visión actualizadora del<br />

gran regista americano, que<br />

traslada la acción desde el<br />

serrallo original hasta —<br />

esclavitud por esclavitud— la<br />

nave clandestina de confección<br />

textil donde trabajan y<br />

duermen hacinados parias<br />

de cualquier raza, color o<br />

religión. Otra cosa ha sido la<br />

gran apuesta de este verano<br />

para el totémico Così fan tutte,<br />

título que puso la primera<br />

piedra de este encuentro<br />

anual en 1948, encomendado<br />

al cineasta iraní Abbas<br />

Kiarostami, brindándole la<br />

oportunidad de debutar en el<br />

mundo de la ópera. Un planeta<br />

donde se habla un idioma<br />

desconocido para él, que<br />

se limita a mostrar la precisión<br />

de un montaje cinema-<br />

Elisabeth Carecchio<br />

tográfico al servicio de una<br />

ciencia que se le antoja cuadriculada<br />

a golpe de metrónomo,<br />

impidiendo cualquier<br />

fantasía en la dirección musical<br />

a Christophe Rousset, que<br />

cubría con dignidad el trámite<br />

frente a la Camerata Salzburgo,<br />

residente desde este<br />

año en el Festival. El mayor<br />

problema cuando se antepone<br />

el apartado escénico son<br />

los desequilibrios en el capítulo<br />

canoro, que acaba mostrando<br />

grietas. No es el caso,<br />

como se apuntaba, del Siegfried,<br />

donde el bajo Willard<br />

White, uno de los hilos unitivos<br />

de la tetralogía, volvió a<br />

meterse en la piel de Wotan,<br />

permitiendo el lucimiento de<br />

los sagaces Mime y Alberich,<br />

encomendados al tenor Burkhard<br />

Ulrich y al barítono<br />

bajo Dale Duesing, mientras<br />

la contralto Anna Larsson<br />

convencía como Erda. Nada<br />

que ver con el reparto que le<br />

cayó en suerte a Louis Langrée,<br />

responsable en el foso<br />

de Zaide, encabezado por la<br />

soprano rusa Ekaterina<br />

Lekhina, más ajustada en la<br />

segunda parte del pequeño<br />

singspiel, que Mozart dejó<br />

incompleto y Sellars, en su<br />

revisión, ha engordado musicalmente<br />

con partes de Thamos,<br />

dejando el final abierto<br />

desde el punto de vista de la<br />

dramaturgia. Junto a ella, dos<br />

tenores con sendas voces<br />

interesantes de color, aunque<br />

poco educadas técnicamente:<br />

Sean Panikkar y Russell<br />

Thomas (Gomatz y Solimán).<br />

Del Così, el mayor mérito les<br />

cupo a la soprano Judith van<br />

Wanroij (Despina), la mezzo<br />

Janja Vuletic (Dorabella) y el<br />

barítono Edwin Crossley-<br />

Mercer (Guglielmo), que evidenciaron<br />

la baja forma de<br />

Finnur Bjarnason en su<br />

debut de Ferrando, después<br />

de cancelar su presencia en<br />

la función anterior.<br />

Juan Antonio Llorente<br />

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