Tema 2: La posibilidad del conocimiento - inicio

Filosofía y Ciudadanía
Epistemología
2.2.- Positivismo y relativismo en la Edad Contemporánea.
A comienzos del siglo XIX la revolución científica que comenzó en el siglo XVI estaba
plenamente desarrollada y había producido un modelo de conocimiento objetivo que acabó
desplazando por completo al modelo de las etapas anteriores, basado ante todo en
planteamientos metafísicos. Este nuevo objetivismo (denominado “positivismo”) se
fundamentaba no en el conocimiento racional como hacia el viejo modelo platónico, sino en el
conocimiento empírico y experimental desarrollado por la nueva ciencia, cuya máxima
expresión era la Física moderna. Pero pronto comenzaron a surgir pensadores que ponían en
cuestión la objetividad del positivismo y que volvían a proponer un planteamiento relativista
que ya no iba sólo contra el tradicional racionalismo metafísico, sino también contra la nueva
ciencia positiva.
1. El positivismo del siglo XIX.
El positivismo, como corriente filosófica, fue fundado
por Auguste Comte (1798-1857). La teoría de Comte tomaba
como modelo de conocimiento la ciencia moderna,
rechazando por completo toda forma de metafísica. Comte
tiene una visión historicista del conocimiento, y
concretamente considera que la historia de la humanidad se
explica por medio de una ley que basa el progreso y los
cambios sociales en el desarrollo del conocimiento. Esa ley, a
la que llamó “teoría de los tres estadios”, afirmaba que
habían existido tres tipos de conocimiento y de sociedad a lo
largo de la historia. El primer estadio se denomina
“teológico”, y en él se explican los fenómenos naturales a
través de la intervención de seres sobrenaturales, es decir, a
Comte
través de explicaciones religiosas. Este estadio se
corresponde con sociedades agrícolas y dominadas por los jefes militares y los sacerdotes. El
segundo estadio es el metafísico, y en él se explica la realidad recurriendo a ideas abstractas (o
sea, conceptos metafísicos). Se corresponde con la crisis de la sociedad tradicional,
representada por el estadio anterior, y Comte lo identifica con la filosofía moderna y con los
movimientos revolucionarios del siglo XVII y comienzos del XIX. El tercer estadio es el positivo
o científico, y constituye el momento de madurez cognitiva del género humano (o sea, que
Comte supone que ya no habrá más estadios después de este). En este estadio, se renuncia al
conocimiento absoluto que pretendía la metafísica para centrarse en la sistematización de las
regularidades de los fenómenos por medio de leyes científicas, que es lo que hace la ciencia
experimental. Además, esta ciencia positiva se caracteriza por ser útil: su intención exclusiva es
descubrir regularidades que permitirán predecir y manipular el ambiente. O sea, que el fin de
la ciencia no es la contemplación del mundo, sino la técnica, la transformación del mundo. Con
este estadio se corresponde un modelo social basado en la ciencia.
Hacia el final de su vida, Comte propuso una utopía política, de carácter
antidemocrático, en la que los científicos organizarían toda la vida social, y una nueva religión
positivista, que sustituiría al cristianismo (y de la que llegó a publicar un catecismo). La mayoría
de los seguidores de Comte rechazaron su modelo social y más aun su nueva religión. Pero
permaneció la idea central del positivismo, esto es, que el auténtico conocimiento tiene que
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