deuda externa alejandro olmos
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nes -desde la más alta posición del Estado— reniegan del juramento que<br />
comprometieron al asumir el servicio a la Nación. Por esa última parte se<br />
prorroga la jurisdicción "en favor de los tribunales de Nueva York (ESTA<br />
DOS UNIDOS DE AMÉRICA) y del Londres (REINO UNIDO DE LA GRAN<br />
BRETAÑA E IRLANDA DEL NORTE)". El encomillado y las mayúsculas reproducen<br />
textualmente la letra del proyecto. Continúa ese artículo con la renuncia<br />
expresa a la "inmunidad soberana" en toda la documentación que<br />
suscriba la Secretaría de Hacienda.<br />
De aprobarse este artículo, se habrá puesto fin a la Independencia<br />
económica de la República.<br />
Tal vez alguien sin escrúpulos afirme que la aceptación de tribunales extranjeros<br />
ha sido una práctica corriente. Y que ello figura en numerosos contratos<br />
y documentos. Ello es cierto, pero recién a partir de abril de 1976 cuando,<br />
por voluntad y acción de Martínez de Hoz, se modificó el Código de<br />
Procedimientos aceptando la jurisdicción extranjera (ver Cap. III, apartado 4).<br />
Pero ello sólo se registró en determinados documentos. Jamás se hizo<br />
por ley de la Nación.<br />
Esto genera una ineludible obligación de los argentinos. Desde luego<br />
que dicho artículo se inserta en el contexto de toda una política al servicio<br />
del nuevo orden mundial que imponen los centros transnacionales del poder<br />
financiero. El actual gobierno parece "imposibilitado" para sustraerse a esta<br />
vergonzosa sumisión que la Constitución condena. Cavallo, obviamente, ha<br />
sido el artífice de esta nueva indignidad de su Ministerio. El proyecto, para<br />
que todos los argentinos lo tengan presente, está suscripto por el presidente<br />
Menem, por Bauza como jefe de Gabinete y por el ministro Cavallo. Una trilogía<br />
en la traición al país.<br />
220<br />
A MODO DE EPÍLOGO<br />
CONCLUSIONES, PROPUESTAS<br />
Y CONVOCATORIA FINAL<br />
Escribí este libro aceleradamente; casi al correr de la máquina y apremiado<br />
por la necesidad de que el juicio penal de la <strong>deuda</strong> <strong>externa</strong> llegara, sin<br />
demora, al conocimiento público. Las páginas que pasaron son, apenas, la<br />
aproximación a una síntesis; no estaba al alcance de mi posibilidad la reproducción<br />
total de los documentos, pericias e informes agregados al proceso<br />
judicial donde se investiga la <strong>deuda</strong> <strong>externa</strong>. Ni tampoco la inclusión de<br />
todas las declaraciones de testigos y culpables.<br />
Si bien no se ha cerrado la etapa sumarial de este juicio -ni dictado sentencia,<br />
por supuesto-, las pruebas acumuladas, en esta voluminosa causa penal, son<br />
más que suficientes para llegar, válidamente, a las siguientes conclusiones:<br />
El en<strong>deuda</strong>miento del país fue el resultado de un programa previamente<br />
concebido y prolijamente ejecutado. El documento 14, que se incluye en el<br />
Apéndice Documental, es —por ejemplo— una elocuente prueba de cómo se fijaban<br />
los "cupos" de en<strong>deuda</strong>miento de las empresas públicas. El proceso de<br />
en<strong>deuda</strong>miento con la conversión de la economía y la destrucción del aparato<br />
productivo nacional, insertaría a la Argentina no sólo en una "moderna"<br />
división internacional del trabajo sino en el esquema del nuevo orden mundial<br />
que se construyó a expensas de los hombres y los pueblos. Los designios<br />
siniestros de la Comisión Trilateral -diseñada por Brzesinsky y Kissingerhan<br />
sido superados ya por la alucinante estructura de las transnacionales<br />
de la voracidad financiera. No se trata ya del poder de los imperialismos clásicos<br />
ni del dominio de las empresas multinacionales sobre los Estados y las<br />
economías de los países. Las transnacionales son el nuevo imperio que ha borrado<br />
las fronteras políticas de las naciones.<br />
Hoy, en la Argentina por ejemplo, los bancos son los dueños de las empresas<br />
privatizadas y no las que figuran como "operadoras". Y esos bancos<br />
son, precisamente, los brazos visibles de las transnacionales que gobiernan.<br />
Mientras la Bolsa de Buenos Aires, otro ejemplo, opera 12 o 15 millones de<br />
dólares diarios, el Mercado Abierto trabaja entre 1.000 y 2.000 millones de<br />
dólares. Y el Mercado Electrónico Abierto mueve -a través de sus pantallas<br />
fantasmales— varias veces la economía real del mundo.<br />
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