deuda externa alejandro olmos
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Y esos mercados operan sin el control de los Estados y con el palmario<br />
desconocimiento de los bancos centrales de todos los países. Es la fiebre del<br />
dinero electrónico terminando con el dinero corriente de las economías reales<br />
de los pueblos. La <strong>deuda</strong> <strong>externa</strong> es la herramienta que esta nueva estructura<br />
de poder maneja en sus planes de sometimiento y dominación. Servida,<br />
desde luego, por quienes -desde el Estado- están consolidando aquel<br />
poder convalidando el inicuo fraude de la <strong>deuda</strong>.<br />
Dado el cuadro de situación y ante la magnitud de un en<strong>deuda</strong>miento<br />
que supera los 120.000 millones de dólares, como así también frente a las declaraciones<br />
oficiales que comprometen el pago de las obligaciones <strong>externa</strong>s,<br />
sin discriminación, las soluciones posibles pasan, necesariamente, por los siguientes<br />
caminos:<br />
a) Determinar el monto real de la <strong>deuda</strong> <strong>externa</strong>, mediante justificación<br />
documentada y fehaciente.<br />
b) Perseguir judicialmente el recupero de las sumas pagadas por el Estado<br />
en su condición de avalista en las operaciones de crédito externo no canceladas<br />
por las empresas privadas deudoras. Promover acciones indemnizatorias<br />
contra quienes resultan responsables en las operaciones de en<strong>deuda</strong>miento no<br />
justificadas, fraguadas o convenidas fraudulentamente. En especial a quienes<br />
comprometieron al Estado o a las empresas públicas, sin aplicar soluciones alternativas<br />
que evitaran ese en<strong>deuda</strong>miento.<br />
c) Requerir de los países hacia donde se canalizaron las divisas que se<br />
enviaron al exterior, un informe respecto a dichos movimientos, invocando el<br />
precedente del gobierno de Suiza que autorizó la supresión del secreto bancario<br />
frente al reclamo de un Estado.<br />
d) Hacer valer, frente a los "acreedores" con quienes se pactó la jurisdicción<br />
de los tribunales de Nueva York, el fallo dictado por la Corte de dicho<br />
Estado en el juicio promovido por la Allied International Bank contra Costa<br />
Rica y en el cual prevaleció la doctrina que reconoce la facultad del país soberano<br />
que evita un desastre a la Nación.<br />
e) Convocar a los países sudamericanos (todos los que están al sur<br />
del Río Bravo, de México, y que se extienden hasta nuestra Tierra del Fuego)<br />
a unirse en una alianza contra la <strong>deuda</strong>. Para no pagar "lo que no se<br />
debe" y para no someter el destino de los pueblos a la voluntad unilateral<br />
de quienes ejercen el poder financiero. Esta unidad de los pueblos sudamericanos<br />
debe consolidar las bases de un nuevo orden económico de la Patria<br />
Grande, partiendo de que la <strong>deuda</strong> <strong>externa</strong> es nuestra fuerza y no<br />
nuestra debilidad. Esto supone arbitrar procedimiento de defensa conjunta<br />
y la concertación de mercados comunes por decisión de los pueblos y<br />
no de economistas y mercaderes al servicio de intereses espúreos.<br />
Convocatoria final<br />
No es este libro la obra de un técnico, ni de un economista. Soy apenas un<br />
hombre forjado en la fragua de la lucha interminable por la causa del país.<br />
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No tengo hoy la posibilidad de un diario para gritar -jornada tras jornadael<br />
reclamo a una resistencia cívica que oponga la fuerza del pueblo al avance<br />
de la delincuencia pública. Apelo al libro, a pesar de sus limitaciones, para<br />
hacer conocer la verdad sobre el mayor fraude que registra la historia de<br />
los argentinos. Lo hago en horas cruciales del destino nacional, con la esperanza<br />
de una movilización del pueblo en defensa del patrimonio que le roban<br />
y de la patria que le usurpan.<br />
El crimen de la <strong>deuda</strong> escapa al manejo dialéctico de doctrinas económicas<br />
o a la concepción ideológica de un gobierno. Los culpables del fraude<br />
afirman que la <strong>deuda</strong>, como política del Estado, no es justificable. Es decir,<br />
nadie puede ser juzgado por la política económica que un gobierno ejecuta.<br />
Aun cuando esa política signifique ahorrar, sobre el hambre y la sed de los<br />
argentinos, para alimentar la voracidad de los especuladores y pagar el salario<br />
de sus cómplices. Aquella es, por supuesto, la teoría de quienes -en la<br />
función pública- sirvieron a los planes financieros de los centros mundiales<br />
del poder.<br />
La <strong>deuda</strong> se inscribe en un sistema perverso que consagra al fraude como<br />
método en las apuestas al lucro de la denominación y de la usura. Método<br />
y objeto se sustentan, en el marco de las instituciones, por el poder de los<br />
que mandan y la resignación de los que obedecen. La <strong>deuda</strong> <strong>externa</strong> es hoy<br />
una entidad autónoma, con vida propia. Y así como se habla de una "economía<br />
liberal" o de una "economía marxista", se habla también de una "economía<br />
de la <strong>deuda</strong>". De allí que ésta haya dejado de ser el resultado de una<br />
cuenta que arroja un compromiso de pago. La <strong>deuda</strong> es hoy una herramienta<br />
de dominación en la estructura de un nuevo imperialismo. La <strong>deuda</strong> reemplazó<br />
a las armas de los imperios en el sometimiento de los pueblos. El<br />
gobierno de las corporaciones financieras y de los grupos económicos transnacionales<br />
ha borrado las fronteras en la geografía política de las naciones.<br />
La soberanía de los banqueros se impone a la soberanía de los Estados.<br />
La historia de la <strong>deuda</strong> argentina es la historia de una infamia consolidada<br />
en veinte años de intereses espurios y claudicaciones. La <strong>deuda</strong> es el<br />
cáncer que carcome las instituciones y envilece a los gobernantes. Desaloja<br />
a los trabajadores de las fábricas y del campo, mientras arroja al desamparo<br />
a las víctimas de los ajustes. No es éste un discurso demagógico ni una<br />
apología de la protesta. Es un grito de rebeldía frente a la injusticia de los<br />
poderosos y una convocatoria a asumir la dignidad de la resistencia.<br />
Sin esta convocatoria no tendría objeto este libro. Estas páginas de esta<br />
nueva edición son producto -sin duda alguna- del mensaje del Poder Ejecutivo<br />
reclamando la aprobación de su proyecto de presupuesto para 1996.<br />
El Art. 8 o de ese proyecto, que determinó mi última presentación judicial, no<br />
tendrá en el autor de este libro la complicidad del acatamiento. Y menos aún,<br />
la del silencio. De allí que estos párrafos finales de la tercera edición de este<br />
libro, quieren conmover hasta las piedras en su esfuerzo por sacudir el alma<br />
de cada argentino.<br />
Agotada la segunda edición, fueron muchos y trascendentales los hechos<br />
nuevos que se dieron en el contexto fraudulento de la <strong>deuda</strong>. En esta<br />
nueva publicación se incorporó la información que, obviamente, no tenían las<br />
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