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deuda externa alejandro olmos

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o. Esos encuentros fueron -y siguen siéndolo- una respuesta de la conciencia<br />

nacional, un verdadero símbolo de esta larga noche de cobardías y<br />

claudicaciones. Por ello no he rehuido ninguna de las tribunas que me fueron<br />

ofrecidas. Sin preguntar el color político de los organizadores porque, a<br />

la hora de la verdad, una misma pasión nos confunde a todos: la defensa del<br />

patrimonio de los argentinos. Que no es sólo económico, sino político y moral<br />

en la escala de valores que privilegia la libertad y la justicia.<br />

Este "prólogo" y la <strong>deuda</strong><br />

Después de aparecido este libro, se sucedieron una serie de hechos y medidas<br />

de gobierno en un proceso de gravedad extrema, que marca una nueva<br />

loma de retorno al coloniaje y sirve a los planes de la Trilateral Comission y,<br />

consecuentemente, a la estrategia geopolítica de las empresas transnacionales<br />

y de los centros mundiales del poder financiero.<br />

No podía dejar de incluir, en este "prólogo" de la segunda edición, la referencia<br />

a algunos aspectos del proceso abierto por el gobierno de Menem,<br />

aliado a los sectores más representativos de los intereses antinacionales y<br />

antipopulares. Constituido el gobierno en la más eficaz herramienta del Departamento<br />

de Estado, los Estados Unidos -juntamente con los países que<br />

integran la Trilateral, con la incorporación última de la Unión Soviética- advierten<br />

en Menem la mejor garantía para frustrar la amenaza de una Argentina<br />

líder en la construcción de la patria grande de América Latina. Y, obviamente,<br />

la neutralización de nuestro país como convocante o adherente a<br />

una política de unidad estratégica de los pueblos latinoamericanos para enfrentar<br />

el problema de la <strong>deuda</strong>.<br />

La <strong>deuda</strong> <strong>externa</strong> -el tema de este libro— no es una mera cuestión contable<br />

de equilibrio económico o financiero. Es un problema clave en la definición<br />

política del destino nacional. Y no sólo del destino argentino sino de<br />

todos los pueblos atados al grillo de una <strong>deuda</strong> instrumentada por la voracidad<br />

de unos y la venalidad de otros.<br />

Esa definición política de un destino nacional supone, obviamente, una<br />

definición global que incluye un ordenamiento jurídico, un perfil del rol del<br />

Estado, un sistema económico, una cultura y, en definitiva, una comunidad<br />

organizada. Con raíces históricas, es un presente a superar y un futuro a<br />

construir.<br />

Todo esto está sometido, hoy, a los designios de quienes imponen los condicionamientos<br />

de la <strong>deuda</strong> <strong>externa</strong> para establecer un sistema económico<br />

tributario de los centros internacionales del poder. Al servicio de esos designios<br />

están los gobernantes y funcionarios perduélicos^ que siguen negociando<br />

—hoy mismo— con los banqueros del fraude y con los profesionales de la<br />

2 En la Antigua Roma se llamaba "perduellis" a los enemigos internos de la patria, a diferencia<br />

de los "hostis" que eran los enemigos externos. El delito de "perduellio" se castigaba<br />

más allá de la muerte, con una condena de indignidad que llegaba hasta la privación de<br />

sepultura.<br />

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trampa. Cobrando, en dinero de Judas, los dividendos de la prevaricación y<br />

del saqueo.<br />

Cuántas veces se me ha preguntado cuál era mi opinión o mi posición<br />

respecto del problema concreto del pago o no pago de la <strong>deuda</strong> <strong>externa</strong>, he<br />

contestado -invariablemente— que no somos nosotros, los argentinos,<br />

los que debemos rendir cuentas ante nuestros acreedores. Son ellos<br />

-esos mismos acreedores- quienes deben rendir cuentas ante nosotros, los<br />

argentinos, por el negocio financiero montado con la complicidad solidaria de<br />

los traficantes del dinero y de los amanuenses corruptos trepados a las funciones<br />

del Estado.<br />

No es ésta una definición caprichosa, ni una declaración retórica, ni la<br />

bravata de una ideología. No es, tampoco, un alarde de soberbia o una apología<br />

de la trampa. Es una afirmación racional sustentada en pruebas documentales<br />

y en principios de legitimidad que fundan el derecho a revisar el<br />

problema de la <strong>deuda</strong>, desde una perspectiva distinta a la que manejan los<br />

poderosos, los "economistas" y los delincuentes. Y, por encararse desde otra<br />

perspectiva, esa revisión supone deslindar lo lícito de lo ilícito, lo legítimo de<br />

lo ilegítimo. Conceptos éstos de los que no puede prescindirse, so pena de ser<br />

alcanzados por la misma responsabilidad de la estafa.<br />

Y si dicha revisión supone deslindar lo lícito o lo legítimo, de lo que no<br />

lo es, también supone revisar conductas en un largo proceso que arranca en<br />

marzo de 1976 y que se extiende hasta nuestros días. Porque el fraude de la<br />

<strong>deuda</strong> <strong>externa</strong> no termina en diciembre de 1983, con la restauración del régimen<br />

constitucional. Continuó durante el gobierno de Alfonsín y se perpetúa<br />

en el gobierno de Menem.<br />

He dicho que son los acreedores externos los que deben rendir cuentas<br />

ante nosotros, los argentinos, por el fraude de esta <strong>deuda</strong>. Y ello está incuestionablemente<br />

respaldado por las pruebas acumuladas en el juicio penal<br />

donde se investiga la <strong>deuda</strong> <strong>externa</strong> y que este libro pone al alcance de los<br />

argentinos. Con la restricción del tribunal federal que limitó la investigación<br />

al período comprendido entre 1976 y 1982, año en que promoví esa investigación<br />

ante dicho tribunal.<br />

Cuando sostengo que existen evidencias documentales de la responsabilidad<br />

de los acreedores en el fraude de la <strong>deuda</strong>, me afirmo en las pruebas<br />

judiciales. Ellas tienen un valor de alta relevancia. Señalaré algunas tomadas<br />

de las declaraciones prestadas, ante el juez federal, por Martínez de<br />

Hoz y algunos de los gerentes y directores del Banco Central. Dichos testimonios<br />

demuestran:<br />

1 Que la Argentina se endeudó como consecuencia de las soluciones arbitradas<br />

por el Banco Mundial y otros organismos, a fin de evitar el riesgo<br />

de graves perturbaciones en el sistema financiero internacional como<br />

consecuencia del enorme exceso de petrodólares en el mundo. Nuestro país<br />

fue uno de los elegidos para evitar -mediante la toma de dólares- el<br />

peligro de una crisis financiera mundial;<br />

^ el Fondo Monetario Internacional designó un ejecutivo para que -cumpliendo<br />

funciones en el Banco Central- tomara a su cargo el seguimien-<br />

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