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deuda externa alejandro olmos

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En el inédito panorama que hoy vive la República, la cuestión de la <strong>deuda</strong><br />

es central. No existe ninguna posibilidad de reactivación, con el consecuente<br />

desarrollo del sistema productivo, si no se busca una solución integral<br />

que no sustraiga recursos al crecimiento.<br />

Existen elementos más que suficientes para terminar con el círculo vicioso<br />

de la renegociación. El Gobierno Nacional ha vuelto a negociar con el<br />

FMI por los condicionamientos que se le impusieron, participando así de ese<br />

pensamiento uniforme en el que confluyen las principales fuerzas políticas,<br />

los mercados financieros, los economistas y los medios de comunicación en<br />

su casi totalidad. Se insiste en nuevas ayudas financieras -más <strong>deuda</strong>- como<br />

la única vía posible para salir de la crisis, y se postergan obligaciones repitiéndose<br />

la historia, que como un sino maléfico nos persigue desde 1826.<br />

Además, lo que debería ser materia de una discusión pública, se mantiene<br />

reducido a los órganos de decisión del Poder Ejecutivo y nadie advierte<br />

que a través de lo realizado hasta ahora, no se ha llegado a una solución<br />

de fondo y que en pocos años más nos encontraremos en un punto sin retorno,<br />

y del que será imposible salir.<br />

Cuando mi padre escribió estas páginas, no pretendió justificar ideas o<br />

creencias económicas o demostrar la equivocación de decisiones políticas<br />

susceptibles de ser cuestionadas. Sólo trató de mostrar a través de testimonios,<br />

pericias y documentos la instrumentación de la mayor estafa de nuestra<br />

historia. Su muerte y el tener conciencia de que con su desaparición terminaba<br />

la causa judicial me llevaron a continuar con la investigación.<br />

A través de mi labor historiográfica, he podido observar la persistencia<br />

de ciertos mitos, que siguen vigentes y de leyendas sostenidas por profesionales<br />

interesados en que nunca se conozca la verdad.<br />

La cuestión de la <strong>deuda</strong> <strong>externa</strong> es quizás el principal de todos ellos, y<br />

mi padre trabajó los últimos años de su vida para descubrir los mecanismos<br />

que lo habían hecho posible.<br />

A partir de su infatigable labor, sigo adelante con esta difícil tarea, queriendo<br />

evitar que estos hechos puedan volver a repetirse y aceptando el desafío<br />

de una lucha desigual pero inevitable.<br />

ALEJANDRO OLMOS GAONA 2<br />

Buenos Aires, diciembre de 2003<br />

2 El historiador Alejandro Olmos Gaona (Buenos Aires, 1947), hijo del autor de esta obra, no<br />

sólo continúa la lucha de su padre —realizando exhaustivas investigaciones sobre el fraudulento<br />

en<strong>deuda</strong>miento externo argentino e impulsando la causa N° 17.718 que tramita<br />

ante la justicia federal—, sino que además, basándose en los principios del derecho internacional,<br />

hace un aporte político fundamental en aras de diseñar un nuevo planteo para<br />

oponer con firmeza a los acreedores, en su obra La <strong>deuda</strong> odiosa - El valor de una doctrina<br />

jurídica como instrumento de solución política, libro editado por esta misma Editorial, en<br />

abril de 2005. [N. de E.]<br />

58<br />

PREFACIO PARA LA<br />

TERCERA EDICIÓN (1995)<br />

El prefacio originalmente escrito era la convocatoria a los argentinos<br />

frente al crimen de la <strong>deuda</strong> <strong>externa</strong> convertido en el eje fundamental de los<br />

planes que instrumentan la desocupación y la miseria. No renuncié a incluir,<br />

en esta nueva edición, esa convocatoria. La dejé para el final de esta obra;<br />

una vez que el lector haya penetrado en los entresijos de la gran infamia.<br />

La historia de la <strong>deuda</strong> es la historia de la desventura nacional. Y si<br />

bien ella es común a todos los países de América Latina, los argentinos tenemos<br />

el dramático privilegio de haber acumulado -en una investigación judicial-<br />

las pruebas de una planificación de la banca internacional para resolver<br />

sus problemas a expensas de nuestros pueblos. Ya lo confesaba<br />

Martínez de Hoz en su declaración al Juzgado que investiga la <strong>deuda</strong>. Y que<br />

determinó su procesamiento por defraudación al Estado.<br />

La gran maniobra de la estafa contra el país se inició en 1976 y continúa<br />

hasta hoy. Renegociando los ilícitos de la <strong>deuda</strong> y multiplicando esa <strong>deuda</strong><br />

por encima de lo que pagamos. En 1983 se computaban -en la cuenta fantasma<br />

de la <strong>deuda</strong>- unos 43.500 millones de dólares. Por "privatizaciones"<br />

ingresaron dólares por 30.000 millones. Pero la <strong>deuda</strong> seguía trepando hasta<br />

los 130.000 millones de la estimación actual.<br />

Los intereses son lo único que se paga con la puntualidad que se exige<br />

a los sirvientes. La <strong>deuda</strong> social con los jubilados, con la salud y con los trabajadores<br />

puede esperar, porque esa <strong>deuda</strong> no enriquece la caja de los banqueros<br />

ni multiplica el beneficio de los que negocian en nombre del Estado.<br />

Mientras tanto, la investigación judicial sigue acumulando fojas en un<br />

sumario donde la prescripción de los delincuentes los salve de su condena.<br />

No me preocupa tal cosa porque la cárcel de ellos no le ahorrará al país la<br />

sangría que soporta ni hará posible, tampoco, la recuperación de los bienes<br />

entregados por saqueo.<br />

Pero hay algo fundamental en ese juicio. Y es la prueba del fraude que<br />

somete al país mediante la dominación financiera de los "comedores de pueblos".<br />

Con el auxilio cómplice de la dirigencia política que comparte, con los<br />

gobiernos, la rentable defraudación a la patria de los argentinos.<br />

Si los capítulos que abarcan las constancias judiciales hasta 1989 constituyen<br />

la raíz de esta historia negra, los documentos posteriores -hasta el<br />

día de hoy- conforman la renovación de esa historia y la indignidad de quie-<br />

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