Enero - LiahonaSud
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todo lo posible por encontrarla,<br />
orando continuamente al Señor<br />
para que les abriera la vía y les<br />
diera luz y conocimiento a fin de<br />
encontrar el verdadero camino<br />
hacia la salvación.<br />
Al oír estas cosas comprendían<br />
claramente porqué el Señor me<br />
había mandado que me fuera de<br />
Hanley al sur; allí estaba el campo<br />
listo para la siega, para llevar<br />
muchos santos al reino de Dios.<br />
Me fui a la cama gozoso después<br />
de ofrecer mi agradecimiento en<br />
oración a Dios, y dormí dulcemente<br />
hasta la salida del sol. Después de<br />
levantarme y desayunar le dije al<br />
señor Benbow que me gustaría<br />
poner manos a la obra del Señor<br />
predicando el evangelio a la gente.<br />
El tenía permiso para predicar en<br />
su casa y avisó a todos los vecinos<br />
que un misionero norteamericano<br />
predicaría esa noche.<br />
Asistieron muchos vecinos y en<br />
aquella casa prediqué el primer<br />
sermón. A la noche siguiente hice<br />
lo mismo, bautizando seis personas,<br />
los Benbow entre ellos.<br />
Me había pasado todo un día<br />
preparando una pila bautismal,<br />
porque sabía que había muchos<br />
para bautizar. Con el tiempo, bauticé<br />
seiscientas personas en ella.<br />
Al domingo siguiente prediqué<br />
en tres lugares diferentes. La iglesia<br />
parroquial del vecindario sólo<br />
tuvo una asistencia de quince personas,<br />
mientras que yo tuve una<br />
enorme congregación, calculada en<br />
unas mil personas.<br />
Cuando me puse de pie esa<br />
noche para hablar en la casa del<br />
hermano Benbow, un hombre se<br />
presentó diciendo que era policía<br />
y que había sido enviado por el<br />
rector de la parroquia con una<br />
orden de arresto contra mí. Le<br />
pregunté: "¿Qué crimen he cometido?"<br />
y me respondió: "Predicar<br />
a la gente." Le dije que al igual<br />
que el rector, yo tenía permiso<br />
para predicar y que si se sentaba<br />
hasta que terminara la reunión,<br />
estaría a su disposición entonces.<br />
Tomó asiento en una silla detrás<br />
de mí. Durante más de una hora<br />
prediqué los primeros principios<br />
del evangelio. El poder de Dios<br />
descansó sobre mí, el Espíritu se<br />
derramó en abundancia y la gente<br />
se convenció de la verdad. Al<br />
finalizar la reunión, les ofrecí el<br />
bautismo y hubo siete personas<br />
que lo aceptaron, entre ellas, cuatro<br />
predicadores y el policía. Este se<br />
levantó y me dijo: "Señor Woodruff,<br />
me gustaría que me bautizara."<br />
Le respondí que mucho<br />
me gustaría hacerlo. Bauticé a<br />
los siete, después de lo cual los<br />
confirmé, junto con otras seis personas<br />
que ya habían sido bautizadas.<br />
Después participamos del<br />
sacramento y nos regocijamos.<br />
El policía fue a ver al rector y<br />
le dijo que si deseaba que el señor<br />
Woodruff fuera arrestado por predicar<br />
el evangelio, tendría que ir<br />
él mismo a hacerlo, porque le había<br />
oído proclamar el único sermón<br />
verídico que había oído en<br />
su vida. El rector, sin saber qué<br />
hacer, envió dos personas como<br />
espías a nuestra reunión para que<br />
se enteraran de lo que predicábamos.<br />
Pero el corazón de ambos fue<br />
tocado y recibieron alegremente<br />
la palabra del Señor, siendo bautizados<br />
y confirmados miembros de<br />
la Iglesia de Jesucristo de los Santos<br />
de los Últimos Días.<br />
El rector se alarmó y no se atrevió<br />
a mandar a nadie más.<br />
Los ministros y rectores del sur<br />
de Inglaterra se reunieron en una<br />
convención y enviaron una petición<br />
al Arzobispo de Canterbury para<br />
que pidiera al Parlamento que<br />
prohibiera a los mormones predicar<br />
en Gran Bretaña. En ella se<br />
declaraba que un misionero mormón<br />
había bautizado mil quinientas<br />
personas, en su mayoría miembros<br />
de la Iglesia de Inglaterra, en<br />
los últimos siete meses.<br />
Pero el Arzobispo y el concilio,<br />
sabiendo muy bien que las leyes<br />
del país promovían , la tolerancia<br />
religiosa bajo la bandera británica,<br />
les respondieron que si ellos tuvieran<br />
en cuenta el valor de las almas<br />
con el mismo celo con que se preocupaban<br />
por cazar liebres y<br />
zorros, no perderían tantos miembros<br />
de su congregación.<br />
Así es que continué predicando<br />
y bautizando gente diariamente.<br />
Reimpreso de Classic Stories from the<br />
Uves of our prophets, por León R.<br />
Hartshorn. Salt Lake City, Deseret<br />
Book Co., 1972. Págs. 120 a 124.<br />
Liahona <strong>Enero</strong> de 1974 13