Enero - LiahonaSud
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Relatos dé las Autoridades Generales<br />
Mi<br />
conversión<br />
por el presidente Hartman Rector, hijo,<br />
del Primer Consejo de tos Setenta<br />
Durante los años de mi infancia<br />
mi padre me dio un excelente ejemplo.<br />
Era el hombre más honesto y<br />
honorable que he conocido, y siempre<br />
completamente justo en sus<br />
relaciones con el prójimo. Estoy<br />
convencido de que era capaz de<br />
caminar diez millas para pagar una<br />
deuda de diez centavos. Si comprometía<br />
su palabra, no era necesario<br />
tener un documento que ío probara.<br />
Para él, esa era la única forma<br />
de vivir. Sin embargo, como niño<br />
debo de haber deseado algún signo<br />
exterior que aclarara mi confusión.<br />
Si él era religioso, ¿por qué<br />
nunca íbamos a la iglesia? Si necesitaba<br />
a Dios, ¿por qué yo nunca<br />
lo veía orar? También me parecía<br />
algunas veces que en sus actos<br />
había algunas contradicciones;<br />
como por ejemplo, en una oportunidad<br />
en que me pescó fumando<br />
me dio una buena zurra, pero para<br />
hacerlo tuvo que dejar su pipa a<br />
un lado.<br />
En realidad, yo no asistí a la<br />
iglesia regularmente hasta que<br />
entré en la marina; entonces íbamos<br />
a los servicios religiosos todos<br />
los domingos, y de ahí en adelante<br />
seguí asistiendo. Además, leía<br />
varios libros sobre religión, y tenía<br />
al respecto muchas interrogantes.<br />
La misma inconsistencia o contradicción<br />
que había observado en<br />
mi casa, parecía rodearme entonces:<br />
la diferencia entre lo que se dice<br />
y lo que en realidad se practica,<br />
Lo noté en las iglesias cuya doctrina<br />
estudiaba, y encontré que<br />
muchas veces su credo no estaba de<br />
acuerdo con las escrituras. Por lo<br />
tanto, había muchas preguntas<br />
que quedaban sin respuesta.<br />
"Si no le encuentra ninguna<br />
explicación, créalo de todos modos",<br />
me dijo en una oportunidad<br />
un ministro. "La fe no le exige que<br />
haga nada, sino que deja que Dios<br />
lo haga todo. Tenga fe". Pero esta<br />
explicación no me parecía lógica.<br />
En una ocasión en que pasaba<br />
por la estación de ferrocarril en St.<br />
Louis, conocí en la cantina de los<br />
soldados a un ministro que me<br />
invitó a conversar unos momentos<br />
con él en un pequeño salón de<br />
conferencias. Me preguntó si pertenecía<br />
a alguna iglesia, a lo cual<br />
le respondí negativamente. Dijo<br />
entonces que en mi carrera en el<br />
ejército encontraría sin duda compañía<br />
que no había de ser la más<br />
apropiada; que encontraría mujeres<br />
que estarían ansiosas de establecer<br />
ciertas relaciones y mis<br />
amigos tratarían de convencerme<br />
de que sería tonto no aprovechar<br />
la situación. Agregó que conservarse<br />
limpio y casto no era anticuado,<br />
sino una decisión muy sabia,<br />
y aún cuando muchos piensan<br />
que el modo de vida de Jesucristo<br />
es una forma de vivir débil y sin<br />
sentido, la opinión de ellos no de-<br />
Cormie, el año que se conocieron<br />
El élder Rector, en ese mismo año<br />
termina que así sea. Ivíe explicó<br />
que debía tener un elevado concepto<br />
de la pureza, y que el día que<br />
me casara tendría que ser moralmente<br />
tan limpio y virtuoso como<br />
esperaba que mi novia lo fuera; y<br />
aunque vivir con pureza no sería<br />
fácil, los resultados serían dignos de<br />
mis esfuerzos. Por lo tanto, estaría<br />
más capacitado para tener el valor y<br />
la fortaleza necesaria a fin de enfrentarme<br />
a ciertas condiciones<br />
difíciles de la vida militar. Y añadió<br />
que sería mejor que tomara mi<br />
decisión allí mismo, mientras todavía<br />
podía contemplar la situación<br />
objetivamente. •<br />
Aquel encuentro me impresionó<br />
mucho. Aunque sabía que él tenía<br />
razón., no me di cuenta, en aquel<br />
momento, de que estaba decidido<br />
a seguir su consejo. Después de<br />
eso me enfrenté a muchas situaciones<br />
morales muy peligrosas, de<br />
las cuales salí espíritualmente<br />
¡leso como si alguien hubiera es-<br />
El aviad