Enero - LiahonaSud
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Levántate y anda<br />
Había un hombre que era lisiado de nacimiento<br />
y a quien llevaban todos los días a la puerta del templo<br />
para que pudiera pedir limosna a los que allí<br />
entraban.<br />
Un día, Pedro y Juan, que habían sido discípulos<br />
de Jesús mientras El estuvo en la tierra, fueron juntos<br />
al templo a la hora de la oración. Al verlos, el lisiado<br />
los llamó.<br />
Pedro y Juan se detuvieron a observarlo, y Pedro le<br />
dijo: "Míranos." El hombre miró a los discípulos de<br />
Jesús, esperando recibir de ellos una limosna.<br />
Pero Pedro le dijo: "No tengo plata ni oro, pero<br />
lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de<br />
Nazaret, levántate y anda." E inclinándose io tomó<br />
de la mano derecha y lo levantó. Inmediatamente,<br />
las piernas y los pies del hombre, que habían sido<br />
inútiles durante los cuarenta años de su vida, recibieron<br />
la fortaleza necesaria, y el hombre se paró y<br />
caminó y entró en el templo alabando a Dios.<br />
La gente que lo veía caminando, se asombraba,<br />
porque siempre lo habían visto sentado a la puerta<br />
del templo pidiendo limosna. No podían comprender<br />
lo que había pasado, por lo que rodearon a Pedro, a<br />
Juan y al hombre sanado, y se maravillaban del milagro.<br />
Al verlos, Pedro les preguntó: "¿Por qué os maravilláis?<br />
¿o por qué nos miráis como si por nuestro<br />
poder hubiésemos hecho andar a este hombre? Dios lo<br />
ha sanado, por la fe que tuvo en su Hijo Jesucristo,<br />
a quien vosotros crucificasteis. Arrepentios y convertios<br />
para que os sean perdonados vuestros pecados."<br />
Muchas de las cinco mil personas que se encontraban<br />
allí, creyeron a Pedro. Pero los sacerdotes y los<br />
líderes se llenaron de ira al oírlo hablar de Jesucristo y<br />
su resurrección, y los hicieron poner en la cárcel.<br />
Al día siguiente, los dos apóstoles y el hombre<br />
que había sido sanado fueron llevados ante los mismos<br />
sacerdotes y gobernantes que habían enjuiciado<br />
a Jesús, quienes exigieron que les dijeran bajo qué<br />
poder y en nombre de quién lo habían curado.<br />
Pedro les respondió: "En el nombre de Jesucristo<br />
de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien<br />
Dios resucitó de los muertos, por él este hombre<br />
está en vuestra presencia sano."<br />
Los oficiales no sabían qué hacer. Después de discutirlo,<br />
decidieron que no debía permitírseles a Pedro<br />
y Juan que hablaran de Jesús ni enseñaran en su nombre.<br />
"Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros<br />
antes que a Dios; porque no podemos dejar de<br />
decir lo que hemos visto y oído", replicaron los apóstoles.<br />
Los oficiales los amenazaron pero tuvieron que dejarlos<br />
libres, porque no pudieron encontrar ninguna<br />
razón para retenerlos.<br />
Más tarde, mientras los seguidores de Jesús se<br />
hallaban reunidos, el Espíritu Santo se derramó en tal<br />
forma sobre ellos, que el lugar tembló. Y la multitud<br />
de los creyentes eran uno en alma y corazón, y glorificaban<br />
a Dios por el milagro que había permitido<br />
caminar al lisiado. (Hechos 3-4)<br />
Liahona <strong>Enero</strong> de 1974- 23