Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Su barbilla se levantó. —Para de hacer bromas, nena. Estoy siendo serio.<br />
Precisaba una dosis de realidad. Alguien que realmente me diga “no”<br />
ocasionalmente y que soy un idiota. Eso es lo que nosotros hacemos. Nos<br />
sacamos de nuestras zonas de confort.<br />
Tenía sentido. —Supongo‖que‖tienes‖razón…‖¿Es‖suficiente?<br />
Sostuvo su mano en mi corazón de nuevo y chocó la punta de su nariz<br />
contra la mía. —¿Puedes sentir lo que hacemos aquí? Estamos construyendo<br />
algo.<br />
—Sí. —Lo sentía, la conexión entre nosotros, la irresistible necesidad de<br />
estar con él.<br />
Nada más importaba. Ahí estaba lo físico, la forma que subía a mi cabeza<br />
más rápido que cualquier cosa que haya experimentado jamás. Cuan<br />
maravilloso olía todo dormido —cálido a primera hora de la mañana. Pero<br />
deseaba más que sólo eso. Quería escuchar su voz, escucharlo hablar sobre todo<br />
y otras cosas.<br />
Me sentía todo resplandeciente por dentro. Con una potente mezcla de<br />
hormonas que corría a través de mí a la velocidad de la luz. Su otra mano se<br />
curvó alrededor de mi nuca, llevando mi boca a la suya.<br />
Besar a David lanzaba querosén a la mezcla dentro de mí. Deslizó su<br />
lengua en mi boca para acariciarla contra la mía, antes de provocar mis dientes<br />
y labios. Nunca sentí algo tan bien. Sus dedos acariciaron mis pechos, haciendo<br />
maravillosas cosas y haciéndome gemir. Dios, el calor de su piel desnuda. Me<br />
arrastré hacia adelante, buscando más, necesitándolo. Su mano dejó mi pecho<br />
para extenderse a través de mi espalda, presionándome contra él. Estaba duro.<br />
Podía sentirlo a través de ambas capas de mezclilla. La presión que<br />
proporcionaba entre mis piernas era celestial.<br />
Asombrosa.<br />
—Eso es —murmuró mientras me movía contra él, buscando más.<br />
Nuestros besos eran feroces, hambrientos. Su caliente boca se movía<br />
sobre mi mandíbula y barbilla, mi cuello.<br />
Donde mi cuello se unía a mi pecho se detuvo y chupó. Todo en mí se<br />
apretó.<br />
—David.<br />
Retrocedió y me miró, sus ojos dilatados. Tan afectado como yo. Gracias<br />
a Dios no me encontraba sola con lo de jadear. Un dedo trazó un lento camino<br />
entre mis pechos hacia abajo, a la pretina de mis vaqueros.<br />
105