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este sueño demasiado-bueno-para-ser-verdad que se convirtió en una deformada<br />
pesadilla.<br />
La risa se hizo cada vez más fuerte, sonando en mis orejas, hasta que de<br />
repente se acabó. Giré a tiempo para ver a Jimmy hundirse en el suelo, su traje<br />
pulido hecho un desastre. Una mujer jadeó. Otra rió entre dientes y rodó los<br />
ojos.<br />
—Joder —gruñó Adrian, arrodillándose al lado del hombre inconsciente.<br />
Le abofeteó el rostro—. Jimmy ¡Jimmy!<br />
Más guardias rudos aparecieron, amontonándose alrededor del cantante<br />
caído, bloqueando la vista.<br />
—No de nuevo —despotricó Adrian—. Traigan al doctor. Maldita sea,<br />
Jimmy.<br />
—¿Srta. Ferris? —preguntó Sam.<br />
—¿Está bien?<br />
Sam frunció el ceño por la escena. —Probablemente solo se desmayó. Ha<br />
estado pasando un montón últimamente. ¿Deberíamos irnos?<br />
—Sácame de aquí, Sam. Por favor.<br />
Regresé a Portland antes de que el sol saliera. No lloré en el viaje. Era<br />
como si mi cerebro hubiera diagnosticado la emergencia y cauterizado mis<br />
emociones. Me sentía adormecida, si Sam desviara el auto hacia el tráfico que se<br />
aproximaba yo no diría ni peep. Estaba acabada, totalmente congelada. Fuimos<br />
a la mansión primero, así Sam podría recoger mis maletas antes de dirigirnos al<br />
aeropuerto. Me puso en el jet privado y volamos hacia Portland. Me sacó del<br />
avión y me llevó a casa.<br />
Sam insistió en llevar mis maletas, justo como insistió en llamarme por<br />
mi nombre de casada. El hombre hizo la mejor sutil y preocupada mirada de<br />
reojo que jamás he visto. Aunque nunca decía mucho, lo apreciaba.<br />
Caminé como sonámbula con mí apenado yo hacia el departamento que<br />
Lauren y yo compartíamos. El edificio era un pasillo perfumado a ajo, cortesía<br />
de la Sra. Lucia, en el piso de abajo, siempre cocinando. Paredes tapizadas de<br />
un pálido verde y suelos de madera desgastados, rayados y manchados. Por<br />
suerte me había puesto mis converse o sino mis pies estarían llenos de astillas.<br />
Este suelo no era para nada como el brillante y pulido de la casa de David.<br />
Podías verte en esa cosa.<br />
Mierda. No quería pensar en él. Todos esos recuerdos pertenecían a una<br />
caja enterrados en el fondo de mi mente. Nunca volverían a ver la luz del día.<br />
*<br />
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