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yo sé que tú definitivamente vas a comer. Estuvieron dispuestos a conseguir<br />
cada jodido vegetal que se me ocurrió, así que espero que te guste.<br />
El lugar se hallaba lleno sólo un cuarto de lo normal debido a la hora<br />
temprana. Paredes de ladrillo y mesas negras. Un tocadiscos reproducía algo de<br />
los Beatles. Me quedé en la puerta, dudando si ir más lejos con él. El hombre<br />
asintió hacia David y fue a buscar una orden de las más calientes detrás de él.<br />
David le dio las gracias y se dirigió hacia mí.<br />
—No tenías que hacer eso. —Di un paso atrás hacia la calle, lanzándole a<br />
la caja de pizza miradas sospechosas.<br />
—Es solo pizza, Ev —dijo—. Relájate. Ni siquiera tienes que pedirme que<br />
comparta contigo si no quieres. ¿Qué camino lleva hasta tu casa desde aquí?<br />
—Izquierda.<br />
Caminamos otro tramo en silencio, con David llevando la caja de pizza<br />
en una mano.<br />
—Deja de fruncir el ceño —dijo—. Cuando te levanté anoche te sentías<br />
más liviana que en Monterrey. Has perdido peso.<br />
Me encogí de hombros. No quería tocar ese tema. Definitivamente no iba<br />
a recordarlo levantándome mientras mis piernas se enrollaban a su alrededor, y<br />
lo como me‖había‖perdido‖en‖él‖y‖el‖sonido‖de‖su‖voz‖mientras‖él…<br />
—Sí, bueno, me gustabas como eras —dijo—. Amo tus curvas. Así que se<br />
me ocurrió otro plan. Vas a tener pizza con quince quesos diferentes hasta que<br />
las recuperes.<br />
—Mi primer instinto es decir algo sarcástico sobre cómo mi cuerpo ya no<br />
es de tu incumbencia.<br />
—Suerte que pensaras dos veces antes de decir eso, ¿eh? Sobre todo<br />
porque me dejaste entrar en tu cuerpo anoche. —Igualó mi ceño con uno de los<br />
suyos—. Mira, no quiero que pierdas peso y te enfermes, especialmente no por<br />
mí. Es así de simple. Olvídate de lo demás y deja de darle a la pizza miradas<br />
sucias o lastimarás sus sentimientos.<br />
—No eres mi jefe —murmuré.<br />
Soltó una carcajada. —¿Te sientes mejor por decir eso?<br />
—Sí.<br />
Le di una sonrisa cautelosa. Tenerlo a mi lado otra vez se sentía<br />
demasiado bien. No debería sentirme cómoda, ¿quién sabe cuándo me volvería<br />
a desilusionar? Pero la verdad era, que lo quería tanto que dolía.<br />
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